Este lunes, el presidente sirio Bashar al-Assad recibió en Damasco, de manos del cardenal Peter Turkson, prefecto del dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral, una carta del Papa fechada el 28 de junio en la que Francisco le expresa su preocupación por la situación humanitaria en el país, en particular de la población de Idlib, una zona donde hay tres millones de personas, casi la mitad desplazados internos, y donde han tenido lugar recientemente intensos bombardeos con víctimas civiles.
"La guerra continúa, no se ha detenido, los bombardeos continúan, varias instalaciones de salud han sido destruidas en esa zona, mientras que muchas otras han tenido que suspender sus actividades total o parcialmente", lamentó el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, en una entrevista publicada en Vatican News.
En la carta, Francisco pide que se proteja la vida de los civiles, así como las infraestructuras escolares y sanitarias: "El Santo Padre pide al Presidente que haga todo lo posible para detener esta catástrofe humanitaria, por la salvaguardia de la población indefensa, en particular de los más débiles, en el respeto del Derecho Humanitario Internacional", añadió Parolin: "El Papa sigue rezando para que Siria pueda recuperar un clima de fraternidad después de estos largos años de guerra, y para que la reconciliación prevalezca sobre la división y el odio".
Según el jefe de la diplomacia vaticana, lo que el Papa pide al presidente sirio son "gestos significativos" para esa reconciliación, como el "regreso seguro" de los exiliados y desplazados internos.
Asimismo, se interesa por los presos políticos, por quienes está "particularmente preocupado". Parolin recuerda que un informe de marzo de 2018 hablaba de decenas de miles de personas detenidas arbitrariamente, "a veces", subrayó el prelado, "en prisiones no oficiales y en lugares desconocidos, serían sometidas diversas formas de tortura sin tener ninguna asistencia legal ni contacto con sus familias. El informe señala que, lamentablemente, muchos de ellos mueren en prisión, mientras que otros son ejecutados sumariamente".
"En la carta enviada al presidente Assad", concluye Parolin, "el Santo Padre lo anima a mostrar buena voluntad y a trabajar para encontrar soluciones viables, poniendo fin a un conflicto que dura desde hace demasiado tiempo y que ha causado la pérdida de un gran número de vidas inocentes".