Cada 22 de agosto, el mundo recuerda a las víctimas de actos de violencia basados en la religión o las creencias, y este año todas las miradas están puestas principalmente en algunos países de tradición musulmana como Afganistán o Arabia Saudí donde las minorías cristianas son perseguidas, las mujeres excluidas de la sociedad y la conversión al cristianismo penada con la muerte. La Jornada, promovida por las Naciones Unidas, llega justo después del Día Internacional del recuerdo y homenaje a las víctimas del terrorismo, como señala la agencia de noticias Vatican News.
Tal como lo apunta la ONU en su sitio web: “La libertad de religión o de creencias, la libertad de opinión y de expresión, el derecho de reunión pacífica y el derecho de libertad de asociación son interdependientes, están interrelacionados y se refuerzan mutuamente”. Son derechos que están contemplados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y que “pueden desempeñar un papel clave en la lucha contra todas las formas de intolerancia y discriminación basadas en la religión o las creencias”.
Hoy en día, “se continúan perpetrando actos de intolerancia y violencia basados en la religión o las creencias, incluso existe cierta focalización contra personas pertenecientes a comunidades y minorías religiosas en todo el mundo”, señala la ONU. Además, “la cantidad y la intensidad de estos incidentes va en aumento, adquiriendo a menudo un carácter criminal y unas pautas repetidas a nivel internacional”. La jornada “condena enérgicamente la violencia y los actos de terrorismo dirigidos a individuos, incluidas las personas pertenecientes a minorías religiosas, sobre la base o en nombre de una religión o creencias”.
Por otra parte, este día se conmemora justo después del Día Internacional del Recuerdo y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo, el 21 de agosto, que reconoce, por su parte, “que trabajar juntos para mejorar la implementación de los regímenes legales existentes que protegen a las personas contra la discriminación y los delitos de odio, aumentando los esfuerzos interreligiosos, interclericales e interculturales y la expansión de la educación en derechos humanos, son los primeros pasos para combatir los incidentes de intolerancia, discriminación y violencia contra individuos sobre la base de una religión o una creencia”.
Al proclamar un día internacional para conmemorar a las víctimas de actos de violencia basados en la religión o las creencias, la Asamblea General de las Naciones Unidas recuerda que “los Estados tienen la responsabilidad primordial de promover y proteger los derechos humanos, incluidos aquellos pertenecientes a las minorías religiosas y su derecho a ejercer su religión o creencia libremente”.