"Que sean uno, Padre, como tú y yo somos uno", dijo Cristo. Pero la Iglesia Ortodoxa de tradición griega está más rota que nunca.
Ahora, el Patriarcado de Moscú, la más rica y numerosa iglesia ortodoxa, que declara tener 164 millones de fieles y 34.000 parroquias, acaba de romper relaciones con Teodoro II, Patriarca de Alejandría, y su Patriarcado de descendientes de griegos y árabes de rito griego, que de hecho abarca a todo el continente africano (aunque son sólo -como mucho- 1 millón de fieles en toda África).
Antes, Moscú rompió con Bartolomé, Patriarca de Constantinopla (unas docenas de parroquias repartidas por el Mediterráneo y otros países lejanos, pero con gran prestigio ecuménico) y también con Jerónimo II, arzobispo de la Iglesia Ortodoxa Griega en Atenas, que abarca casi toda Grecia, con unos 9 millones de fieles. Y, por supuesto, con la Iglesia ortodoxa que ha nacido en Ucrania independizándose de Rusia, con unos 3 millones de fieles ucranianos, pastoreados desde febrero de 2019 por el metropolita Epifanio.
De izquierda a derecha: Bartolomé, Patriarca Ecuménico de Constantinopla; Epifanio, metropolita de Kiev; Jerónimo II, metropolita de Atenas y Grecia; y Teodoro II, Patriarca de Alejandría y de toda África... todos "fuera de la Iglesia única" según el Patriarcado de Moscú
Todo empezó en Ucrania, donde, desde la independencia del país al caer el imperio soviético, muchas iglesias ucranianas ortodoxas funcionaban sin responder a las órdenes del Patriarcado de Moscú. En 2018 dieron pasos para que Constantinopla reconociera una iglesia autocéfala en Ucrania, independiente de Moscú. En octubre de 2018 el Sínodo de Constantinopla anunció que así lo reconocería. Moscú respondió ese mismo mes cortando lazos unilateralmente con Constantinopla. Moscú prohibió a fieles y clérigos participar en bodas, bautismos o comuniones en las iglesias bajo autoridad de Constantinopla.
El 6 de enero de 2019, vigilia de la Navidad ortodoxa, en el Fanar en Estambul, el edificio del patriarcado de Constantinopla, el Patriarca Bartolomé de Constantinopla firmó el "Tomos" (decreto) de autocefalia que establecía una Iglesia ortodoxa en Ucrania que no depende del Patriarcado de Moscú. Desde entonces, cada parroquia ortodoxa de Ucrania elige si quiere servir bajo el pastoreo de Moscú o bajo el de Kiev, reconocido por Constantinopla.
Después, en septiembre de 2019, Moscú decretó que nadie debía participar en comisiones o encuentros teológicos internacionales que tuvieran como presidente o copresidente a un representante de Constantinopla.
El 21 de octubre el arzobispo Jerónimo II de Atenas (máximo prelado ortodoxo de Grecia), con el apoyo de todos los obispos menos 7, escribió a Epifanio, el nuevo líder ucraniano, reconociendo de facto su autoridad. Como respuesta, desde noviembre el Patriarca de Moscú dejó de mencionar en la liturgia al arzobispo ateniense, y se consideró cortada toda relación con la Iglesia Ortodoxa en Grecia.
El 8 de noviembre fue Teodoro II de Alejandría quien reconoció a los ucranianos (“no fue tomada después de una adecuada discusión y votación del Sínodo de la Iglesia alejandrina, sino que fue una elección unilateral del patriarca”, denuncian los rusos). Como respuesta, este 26 de diciembre, Moscú ha declarado su ruptura de comunión con el Patriarca griego de Alejandría (no confundir con el otro Teodoro II de Egipto, que es el Papa de la Iglesia Copta, mucho más grande, unos 6 u 8 millones en el país).
Moscú invita a los popes africanos a pasarse a la órbita rusa
De hecho, Moscú ha anunciado una especie de "opa hostil" en África: considerará cismáticas a todas las parroquias y clérigos que sigan bajo autoridad de Alejandría, y ofrece a cualquier sacerdote o parroquia de África, del Congo a Madagascar, acogerse bajo el reconocimiento de Moscú. Los portavoces de la Iglesia moscovita ya han anunciado que "27 sacerdotes" de toda África que estaban bajo autoridad de Alejandría quieren acoger esta oferta.
Teodoro II, desde 2004 Patriarca "de Alejandría y toda África", cuenta con unas 40 parroquias ortodoxas de rito griego en Egipto, y 38 diócesis repartidas por África (a veces una diócesis puede consistir meramente en un par de parroquias o capillas en un país africano). La mayor parte de sus obispos en el África negra son clérigos nacidos y formados en Grecia. Cuenta con una diócesis en Mozambique, tres en Kenya, dos en Tanzania, dos en Sudáfrica, tres en Uganda, una en Malawi, dos en Madagascar, una en Libia, una en Zimbabue, una en Nigeria, una en Camerún, cuatro en los dos Congos, una en Botswana, una en Sudán, una en Zambia, una para Ruanda-Burundi, una para Túnez y otra que cubre Etiopía-Somalia-Djibuti (donde los cristianos son coptos, muy pocos greco-ortodoxos).
El 29 de diciembre finalizó el encuentro anual del Sínodo ortodoxo ruso y ya en el canal Rusia24 el metropolita Hilarión anunciaba que Rusia abriría parroquias "para sus propios fieles" en toda África, violando así la costumbre ortodoxa de respetar el territorio canónico de otro Patriarcado. Si antes un pope ruso en África entraba temporalmente a servir bajo la autoridad de Alejandría, ahora vendrán a ser como misioneros en tierra de misión.
"Deberíamos nombrar nuevos primados realmente ortodoxos"
Más duras son las palabras del tercer clérigo más ifluyente de Rusia (después del Patriarca Kiril y de Hilarión), Vsevolod Chaplin, quien anunción, según la agencia AsiaNews que “sería necesario nombrar nuevos primados eclesiásticos realmente ortodoxos en Constantinopla, Atenas y Alejandría en las cátedras vacantes, en lugar de los traidores. Solamente sacándonos de encima el polvo de los heréticos y de los cismáticos, podremos salvar a la única Iglesia en la verdadera fe”. O, dicho de otra manera, todos los griegos y africanos y cualquiera que reconozca la nueva Iglesia ucraniana están fuera de "la única Iglesia"... a menos que se declaren fieles a Moscú.
La Iglesia Ortodoxa Rusa es la más grande de las ortodoxas y tiene el apoyo del presidente ruso, Vladimir Putin, pero no parece que vaya a protagonizar un impulso misionero en África, más allá de invitar a algún pastor alejandrino a cambiar de Patriarca. Respecto al mal testimonio de unidad de los cristianos en el siglo XXI, época de skype, wasap e Internet, ya no se puede hablar, como en el cisma de Calcedonia del 451 d.C., de problemas de distancia o de malas traducciones y falta de comunicación.