Los que piensan que el Papado no es un sistema de gobierno especialmente eficaz, pueden ampliar su visión histórica contemplando lo que pasa hoy mismo entre las iglesias ortodoxas. En la ortodoxia los cambios políticos y hasta militares (ocupaciones de territorios) enseguida presionan políticamente a los distintos patriarcados que chocan entre ellos, incluso recuperando polémicas jurisdiccionales del siglo XVII. Esto está pasando ahora entre Moscú, Kiev, Constantinopla... y con los otros Patriarcados, como Antioquía, teniendo que tomar postura.
Para escapar de Moscú, ¡vete a Constantinopla!
Si quieres ser ortodoxo y no quieres depender del poderoso vecino moscovita con el que no te llevas muy bien, la fórmula es acudir al Patriarca de Constantinopla y acogerte bajo su pastoreo. Así lo hizo en cuanto pudo, tras la perestroika, en lo años 90, la Iglesia Ortodoxa de Estonia: dejar de depender del Patriarcado de Moscú y pasar a depender del de Constantinopla. También la pequeña Iglesia Ortodoxa de Finlandia depende de la lejana Constantinopla en vez de la vecina Moscú.
Ahora pide autocefalia y reconocimiento de Constantinopla la "Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Kiev", del Patriarca Filaret, que es muchísimo más grande que la de Estonia o la de Finlandia: cuenta con casi 2.000 parroquias y entre el 30 y 40% de los ortodoxos de Ucrania, es decir, suma unos 13 millones de fieles. Piden ser una iglesia autocéfala, bajo Constantinopla, sin depender en nada de Moscú. Por supuesto, Moscú se opone e indigna con esta pretensión.
El tema se va a tratar en un Sínodo de la Iglesia de Constantinopla que empieza este martes 9 de octubre. El patriarca de Constantinopla tiene primacía de honor (primus inter pares) entre los jerarcas de las Iglesias ortodoxas: es una primacía meramente honorífica. En cambio, tiene jurisdicción directa como Patriarca sobre unos 3,5 millones de fieles, organizados en diócesis en las islas del Mar Egeo, Turquía, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, Europa Occidental y, como hemos comentado, Estonia y Finlandia.
Bartolomé de Constantinopla, a la izquierda, con Kiril o Cirilo de Moscú, a la derecha; chocan porque Constantinopla reconocería una iglesia autocéfala de 2.000 parroquias que Moscú considera "suyas"
Moscú se anexionó injustamente Ucrania en el siglo XVII, dice Constantinopla
Parece que Constantinopla va a decir sí a esa separación ucraniana de Moscú. El 2 de julio de 2018, una nota de prensa publicada por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla citaba palabras del Patriarca Bartolomé en las que declaraba que no existe ningún "territorio canónico de la Iglesia ortodoxa rusa en Ucrania" ya que Moscú se anexionó la Iglesia ucraniana en 1686 "de forma canónicamente inaceptable".
¿Y qué piensan en otros Patriarcados? Piensen lo que piensen se enemistarán con una u otra facción: con la poderosa Moscú (la mayor iglesia ortodoxa, y la más influyente políticamente) o con la internacional y diplomática Constantinopla.
Antioquía siempre apoyará a Moscú
El 5 de octubre el Sínodo de la Iglesia Ortodoxa de Antioquía, que cuenta con 1,4 millones de fieles en Siria y Oriente Medio, pastoreados por el Patriarca Juan X, expresaba preocupación “por las acciones que llevarán a un cambio de la geografía de las iglesias ortodoxas”. Se muestran contrarios a las decisiones "de hechos consumados", es decir, a que Ucrania tenga su propia iglesia separada de Moscú. Constantinopla respondería que "hechos consumados" fue que Moscú anexionara las parroquias ucranianas en el siglo XVII.
Patriarca Juan X de la Iglesia Ortodoxa de Antioquía: histórica y prestigiosa, pero pequeña y débil (1,4 millones de fieles, la mayoría en tierras del Islam), tradicionalmente apoya en todo a Moscú
Los ortodoxos antioquenos, desde hace 13 siglos habitando en territorios bajo control islámico, han estado tradicionalmente del lado de Moscú, que les ha protegido y ayudado. Hay además cierta sensación en Oriente de que Kiev mira demasiado hacia Occidente.
Juan X y los obispos ortodoxos antioquenos son muy exigentes: piden “consentimiento unánime” de las iglesias ortodoxas para crear nuevas iglesias autocéfalas, y que haya consentimiento de la iglesia-madre de la que se escinden. Los antioquenos proponen reunir nuevamente a los jefes de todas las Iglesias ortodoxas autocéfalas actuales, para resolver la cuestión en vía sinodal, y no permitir que Constantinopla y Kiev tomen decisiones por su cuenta.
Choque de trenes: saltará la comunión entre iglesias hermanas
El comentarista y diácono ortodoxo ruso Andrey Kuraev (antiguo licenciado en Ateísmo Científico, ReL contó aquí su conversión) escribe en su blog, citado por AsiaNews: “no se puede decir a la fronteras en el curso de los siglos: detente allí y no te muevas; dentro de los confines patriarcales suceden continuamente diversos procesos de etnogénesis”. Kuraev señala que cuando en Creta se intentó organizar un Concilio de todas las Iglesias ortodoxas en 2016, tanto Moscú como Antioquía se negaron a participar. El concilio quedó cojo y apenas dejó relevancia.
Kuraev escribe: "Cuando la locomotora de Moscú choque con el expreso de Estambul, mandando por aires el cáliz eucarístico: ¿qué otras iglesias tendrán el coraje de seguir a Moscú y romper con Constantinopla”? Es decir, a las distintas iglesias se les pedirá tomar bando.
La respuesta católica sería ir a Pedro
La respuesta católica a este caos sería Pedro. En el primer Concilio, el de Jerusalén, leemos en Hechos 15,7 que "después de mucho debate, Pedro se levantó y les dijo..." y lo que Pedro dijo es lo que se cumplió y se acabó el debate. Pero el sistema ortodoxo no reconoce ese papel real a Pedro, no consigue organizar sínodos panortodoxos decisivos ni determinantes y no tiene herramientas para acabar con el debate tomando decisiones efectivas. Como dice Kuraev, son locomotoras que chocan e iglesias tomando bandos.
Y, mientras tanto, Occidente se descristianiza y Oriente y África se llenan de yihadistas y expulsan a sus cristianos.
En mayo, en Líbano se celebró un encuentro del Consejo de las Iglesias de Medio Oriente que llevaban 10 años sin reunirse. El tema planteado era “Unidos en la misión y en la visión”. Los cristianos de Oriente están divididos en muchas iglesias, ritos y obediencias, pero los Patriarcas fueron contundentes. “En Oriente, o estaremos unidos o no existiremos”, dijeron. Pero lo mismo puede llegar a decirse de Occidente.