“En Alepo, el número de cristianos se ha reducido a la quinta parte durante la guerra. La crisis económica y la falta de perspectivas profesionales -debidas al embargo que aqueja al país-, están provocando especial angustia entre los jóvenes. Por eso, la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada multiplica sus iniciativas para apoyarlos”, explica Pierre Macqueron, representante de este organismo eclesial en Francia.
Es una ayuda que intenta revitalizar la ciudad, pero sobre todo traer esperanza para los cristianos que se están organizando entre ellos, sean católicos u ortodoxos, para conocer bien las necesidades de las familias y distribuir acertadamente las donaciones que aporta Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Una esperanza que se cristaliza, por ejemplo, sobre un escenario, en el que hay un coro compuesto por unos sesenta niños y jóvenes, rodeados de cinco músicos. El sábado 17 de marzo, a última hora de la tarde, el Movimiento Juvenil Ortodoxo celebraba el 63° Aniversario de su creación. En la sala abarrotada, el público parece disfrutar. Un simple concierto, algo que se ha vuelto raro en los últimos años en la ciudad de Alepo, que fue la capital económica del país antes de la guerra.
Chicos del coro de Miriam Toubal
Una juventud angustiada
Entre los jóvenes miembros del coro está Miriam Toubal, de 23 años, estudiante de Biotecnología, que dirige el coro infantil. Una hora a la semana, durante un año, les ha hecho ensayar estas canciones. Los últimos ensayos han sido más tranquilos que durante la guerra, aunque esta nunca impidió que el coro intentara reunirse.
Muy rápidamente, Miriam confiesa estar angustiada por su futuro. Encontrar un buen empleo para poder seguir viviendo adecuadamente es un gran reto en una ciudad que ha quedado destrozada por seis años de guerra y que ahora no levanta cabeza por el embargo económico. En Siria se calcula que la tasa de desempleo asciende a un 78%, y muchos están preocupados por su futuro y el de sus seres queridos.
Alepo, una ciudad destrozada por la guerra
Actividad paralizada
Desde el final de la guerra, la situación en esta otrora próspera ciudad no ha mejorado, sino todo lo contrario. Muchos habitantes de Alepo dan testimonio de lo difícil que es la vida cotidiana: la recuperación económica que se esperaba cuando se liberó la ciudad sigue sin aparecer, y trabajar no basta para cubrir las necesidades cotidianas porque los precios han subido mucho.
El zoco, cuyos 13 kilómetros de tiendas eran el orgullo de la ciudad, clasificado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, está en ruinas y aún no ha sido rehabilitado. Frente a lo que fue su tienda, Elías Farah, que regresa allí por primera vez, no esconde su emoción y señala, preocupado, que todo el conjunto corre peligro de derrumbarse.
Alepo sufre enormemente bajo el bloqueo económico. “Sobre todo afecta a los pobres y la gente sencilla”, afirma monseñor Antoine Chahda, Arzobispo siro-católico de Alepo. La guerra continúa y la falta de perspectivas alimenta la tristeza de las familias y la desesperación de muchos cristianos. En los suburbios de Alepo, la zona industrial ofrece una visión desoladora: las fábricas, dañadas, han sido saqueadas y allí no hay ni la más mínima actividad.
Alepo fue la gran ciudad comercial de Siria, hoy está reducida a ruinas
Una ayuda estructurada
Para hacer frente a las necesidades de la vida cotidiana, la comunidad cristiana se ha organizado y confía en la generosidad de la Iglesia Universal. En su día esta comunidad era próspera, pero ahora tiene que mendigar, señala con tristeza monseñor George Abu Zakham, obispo greco-ortodoxo de Homs, que añade que la ayuda del extranjero ha disminuido desde el final del conflicto armado.
Coro de Miriam Toubal actuando en su 63 aniversario de fundación, en la ciudad de Alepo, una gota de esperanza
El apoyo de Ayuda a la Iglesia Necesitada, en forma de ayuda médica y alimentaria, ayuda a la vivienda y la educación, sigue siendo indispensable para numerosas familias. Para distribuir esta ayuda equitativamente entre las diferentes comunidades cristianas se han creado comisiones con la tarea de identificar las necesidades más urgentes y asegurar un seguimiento minucioso de la ayuda proporcionada. Se trata de una fórmula eficaz que permite a las Iglesias trabajar juntas. Una ayuda indispensable que hace posible que brille “una nueva chispa en el aire brumoso del horror de una ciudad en cenizas”, como canta una de las piezas musicales del coro de Miriam Toubal, en una ciudad de la que ellas con sus ‘chicos y chicas del coro’ se ha hecho, por un momento, la voz.