El premio Sájarov, que cada año otorga el Parlamento Europeo en reconocimiento de la lucha a favor de los derechos humanos y las libertades, tiene en esta edición como uno de los candidatos al arzobispo de Mosul, monseñor Michael Najeeb Moussa.
Este dominico ha sido reconocido no por su labor episcopal, pues lleva tan sólo unos meses en el cargo, sino por sus arriesgadas hazañas en el frente de batalla contra el ISIS donde este fraile logró ayudar a cientos de cristianos y salvar cientos de manuscritos de varios siglos de antigüedad para preservar la memoria de su pueblo. Y todo ello mientras las balas silbaban sobre su cabeza.
En el comunicado oficial de la Unión Europea se dice de la nominación de monseñor Moussa que favoreció “la evacuación de cristianos, sirios, caldeos hacia el Kurdistán iraquí y salvó más de 800 manuscritos históricos, que van desde el siglo XIII al XIX. Estos manuscritos fueron digitalizados posteriormente y expuestos al público en exposiciones en Francia e Italia. Desde 1990 ha contribuido a la conservación de más de 8.000 volúmenes y 35.000 documentos de la Iglesia de Oriente”.
Un “reconocimiento no a título personal, sino para todo Irak” y sobre todo para quienes “sufren o han sufrido” en estos años de guerras y violencia yihadista, combinado con la puesta en valor “de un patrimonio en peligro de extinción”, ha manifestado Monseñor Moussa a la agencia AsiaNews.
Para el prelado es importante recordar, una vez más, el enorme peligro al que se enfrenta el país y el mundo entero “ante la amenaza del Estado Islámico” porque “un pueblo sin herencia hereditaria es un pueblo muerto”. Nacido en Mosul, monseñor Moussa ante el avance de las milicias califales se vio obligado a huir primero a la llanura de Nínive, luego al Kurdistán iraquí.
Tal y como informa Ayuda a la Iglesia Necesitada, en el pasado, el ahora arzobispo había supervisado la preservación y digitalización de más de 800 manuscritos antiguos en arameo, árabe y otros idiomas, miles de libros y cartas centenarias. Y fue precisamente su tenacidad para salvar este patrimonio cultural de la locura yihadista, lo que le valió la nominación al premio Sájarov de la UE, junto a la oposición bielorrusa, un grupo de defensa proLGBTI en Polonia y el movimiento ecologista Guapinol.
La realizada por el actual arzobispo de Mosul fue, como él mismo la define, una “operación de rescate” de un activo invaluable “de las garras de los yihadistas” y “el nombramiento en sí representa un honor” que quiere compartir de alguna manera con las poblaciones de Irak, Siria, Líbano, Yemen que “viven tiempos difíciles: porque es un deber salvar no solo el patrimonio”, sino también y sobre todo “las personas”.