Wenceslas Herman Lengoma es un sacerdote de la diócesis de Franceville, situada en Gabón, país de África central. En muchos de estos países la evangelización es complicada debido a la falta de muchas infraestructuras y a la dispersión de la población, por lo que medios como la radio se han convertido en una herramienta fundamental para esta labor pastoral.
Por ello, este religioso ha recibido el encargo de abrir una radio diocesana, que evangelice, forme y conforte a los habitantes de esta diócesis. Para poder realizar su labor con éxito y llevar almas a Dios, CARF (Centro Académico Romano Fundación) le ha dado una beca para que pueda estudiar Comunicación Institucional en la Universidad de la Santa Cruz de Roma. A su vuelta a África tendrá toda la formación necesaria para el importante encargo pastoral de su obispo.
Este es el testimonio contado en primera persona del padre Wenceslas, cuyo santo se celebra precisamente este lunes:
Gabón necesita pastores formados
Gabón cuenta, hoy en día, con seis diócesis y una prefectura apostólica. El país recibió a los primeros misioneros en 1944, el 29 de septiembre, cuando la Iglesia Católica se estableció en Gabón gracias a los misioneros de la Congregación del Sagrado Corazón de María, quienes más tarde se convirtieron en la Congregación del Espíritu Santo o los Espirítanos.
La diócesis donde estoy incardinado, la de Franceville, agrupa dos grandes provincias: la provincia de Haut Ogooué y la de Ogooué Lolo. Esta extensión plantea un grave problema para la labor pastoral, debido al número reducido de sacerdotes que no llegan a todos los fieles. Necesitamos más presbíteros en mi diócesis, bien formados, para que lleguen a todos los fieles.
Este problema está provocando que las llamadas “iglesias protestantes de avivamiento” se estén estableciendo en la zona. Estas iglesias nos llegan desde países fronterizos como Congo Brazzaville, Camerún, e incluso desde más lejos, de países como Nigeria Togo, Benín, Chad, etc. Por lo tanto, es esta la razón principal por la cual mi obispo me envió a estudiar a Roma Comunicación Social Institucional, para después establecer una radio católica en la diócesis, lo que promovería la cercanía a nuestros fieles a través de programas religiosos como la misa, la alabanza, lectura de la palabra de Dios, etc.
Comencé a estudiar Comunicación Social en una universidad en Roma en la que me formé en materias como Doctrina Social de la Iglesia, Historia de la Sociología, Economía, Psicología, Historia de los medios de comunicación, etc. Todos estos temas, a pesar de su importancia, no satisfacían la necesidad concreta que tiene mi diócesis. Entonces, decidí cambiar de universidad.
«Me embarqué en una aventura increíble»
El 8 de octubre de 2018, día del comienzo del año escolar, me embarqué en una aventura increíble: la de buscar dónde estaba la universidad que podría brindarme la formación que necesitaba para ser útil y eficaz al pueblo de Dios de mi país, y como la providencia es la madre de todas las virtudes, a las 10:30 – aún me acuerdo el día y la hora exacta, me crucé con un gran edificio donde pude leer la placa “Universidad Pontificia de la Santa Cruz”.
Mi corazón estaba lleno de alegría, aún sin saber porqué. Así que me animé y, sin saber exactamente a dónde iba, entré y seguí caminando con gran determinación. Anduve por los pasillos, leí material sobre las Facultades y las clases y al final llegué a encontrarme con el profesor Daniel Arasa, vicedecano de la Facultad de Comunicación, y luego con el Decano de dicha Facultad.
A ellos les expliqué lo que me había pasado y la necesidad urgente que teníamos, mi diócesis y yo, de tener a sacerdotes bien formados en el ámbito de la comunicación. Ya ha pasado más de un año desde aquel momento y puedo decir que en la Santa Cruz, encontré un vínculo directo con los objetivos tan esperados de mi diócesis, y hoy me siento feliz y estoy aprendiendo mucho, por lo que les estoy muy agradecido a los responsables de esta institución.
Gracias al apoyo de CARF
Lo que ha hecho posible este gran cambio en mi vida académica y sacerdotal – pues de esta manera sí puedo dedicarme a las necesidades del pueblo de Dios en mi diócesis – fue el apoyo del CARF, Centro Académico Romano Fundación. De hecho, cuando me matriculé, el representante de esta Fundación me habló de la posibilidad de ser ayudado – y no solamente a mí, sino también mi diócesis – para que me formara en la Facultad de Comunicación y poner mis conocimientos al servicios de mi obispo y de los fieles en Gabón, completando la estación de radio, cuyos trabajos de construcción se suspendieron debido a la falta de fondos.
Esta experiencia es una aventura providencial que me ha llevado a esta Universidad Pontificia de la Santa Cruz. Sigo agradecido a todo el cuerpo administrativo, a los profesores, así como a los benefactores y benefactoras de CARF: ¡qué el Señor le otorgue a cada uno las gracias necesarias, y que San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, siempre cuide de cada una de sus familias y de ustedes!