El año 2019 fue histórico en Tierra Santa en relación al número de peregrinos y turistas que visitaron los santos lugares. Más de 4,5 millones de personas, un 10,6% más que el año anterior. Sin embargo, este 2020 debido al coronavirus no sólo no habrá más peregrinos sino que estas iglesias y lugares fundamentales para el cristianismo están cerrados a cal y canto sin posibilidad de recibir a estos grandes grupos procedentes de todos los rincones del mundo.
¿Cómo será las peregrinaciones a Tierra Santa en la etapa post-pademia? Tal y como recoge la Fundación Tierra Santa, nada hace presagiar que serán buenas noticias puesto que se prevé que las peregrinaciones podrían cambiar en el futuro. Así lo asegura fray Sergio Galdi D´Aragona, comisario general de la Custodia de Tierra Santa para Italia.
En declaraciones a Vatican News advierte que las peregrinaciones a Tierra Santa ya no serán las mismas. Las férreas normativas de distanciamiento social, las que tienen que ver con la reunión de grupos y asambleas, así como las recomendaciones para la desinfección de lugares abiertos al público como son los santos lugares están imponiendo un replanteamiento importante sobre cómo recibir a los peregrinos en estos templos.
“Tendremos que repensar los espacios dentro de nuestros lugares sagrados de una manera totalmente nueva”, confirma fray Sergio Galdi D’Aragona.
Este franciscano asegura que “tenemos basílicas, santuarios, muy espaciosos que nos permitirán albergar grupos de incluso setenta personas”. La idea de la Custodia se dirige primeramente a Nazaret, Getsemaní y el Monte Tabor, lugares dependientes de los franciscanos. “Está claro que ahora todos tendremos que concebir un estilo de vida diferente incluso en los viajes, al menos hasta que se encuentre una vacuna”, afirma fray Sergio.
Incluso las conexiones entre el resto del mundo y Tierra Santa también sufrirán cambios. Al tratarse de grupos pequeños, necesariamente serán muchos más grupos y los vuelos deberán multiplicarse manteniendo la seguridad.
Esta no es una dificultad pequeña de la que Galdi D’Aragona es muy consciente, hasta el punto de dejar en claro que habrá una persuasión moral hacia las autoridades: “Tierra Santa tiene una vocación universal. Jerusalén es el corazón del cristianismo, además de ser la ciudad santa de otras religiones monoteístas. La mirada de todos los creyentes se dirige a Jerusalén. Por lo tanto haremos todo como religiosos de la Custodia de Tierra Santa para asegurar que todos puedan hacer la ‘peregrinación de la vida’”.