El viaje del Papa a Sudán del Sur y a la República Democrática del Congo, que se había previsto para el mes de julio pero se aplazó por los problemas de salud del Pontífice con su rodilla, ya tiene nueva fecha oficial: realizará su viaje del 31 de enero al 5 febrero.
Será un viaje especial porque le acompañarán dos líderes cristianos de significación internacional: el arzobispo anglicano de Canterbury, Justin Welby, líder honorífico de la Comunión Anglicana -que fue misionero en África un tiempo-, y Jim Wallace, moderador de la asamblea general de la Iglesia de Escocia, protestante presbiteriana (que no tiene obispos pero sí presbíteros). Ambas iglesias, la anglicana y la presbiteriana escocesa, mantienen una importante presencia misionera y con ONGs en Sudán del Sur, país que fue colonia británica y mantiene el inglés como lengua común. Ya se hizo un primer aviso de este viaje conjunto en 2019.
Un cristianismo en pleno crecimiento
Las cifras de la Iglesia en África hacen palidecer las de Europa y nos presentan un mundo muy distinto.
La diócesis de Kinshasa, una megalópolis descomunal que es la capital del Congo, en 2001 contaba con 6,5 millones de habitantes, casi 4 millones de católicos y 125 parroquias. Actualmente (cifras de 2019) cuenta con 13 millones de habitantes, 7 millones de católicos y 158 parroquias. Es un lugar que ha doblado su población en dos décadas.
Y su número de católicos diocesanos aumenta en unos 170.000 más cada año (la mayoría, bebés; el resto, inmigración del campo a la ciudad). Es como si al pastoreo del obispo se le encargase cada año una provincia adicional más como Zamora o Ávila (tienen unos 160.000 habitantes cada una).
Juba, la capital de Sursudán, es mucho más pequeña, pero registra un crecimiento similar. En 2001 tenía 730.000 habitantes, el 60% católicos (430.000). Hoy tiene 1,1 millón de habitantes, de los que un 77% (más de 800.0009 son católicos. Ha pasado de 9 parroquias a 16.
En general, África experimenta un crecimiento grande del catolicismo, con más de 5 millones de fieles adicionales cada año.
Un viaje para construir paz en Sudán
Desde el principio, el Papa y ambos líderes, el anglicano y el presbiteriano, planearon el viaje como una acción conjunta, un gesto de fraternidad y cercanía, especialmente para apoyar el frágil proceso de paz en Sudán del Sur, el país del mundo de más reciente creación: se independizó de Sudán en 2011, tras 50 años de guerras. Sudán del Norte era mayoritaria y abrumadoramente musulmana y arabizada, mientras el sur era cristiano y anglohablante, y de otras etnias.
Por desgracia, tras la independencia, en 2013 Sudán del Sur empezó su propia guerra civil interna entre distintas facciones. Hubo un acuerdo de paz en 2018 que se rompió en varias ocasiones y los obispos denunciaron públicamente los incumplimientos y riesgos de más guerra civil.
En 2019, el presidente del país desde 2011, Salva Kiir Mayardit, que es católico, y el líder de la oposición, Riek Machar, que es presbiteriano, acudieron a un encuentro conjunto con el Papa en el Vaticano. Francisco, ante cámaras y fotógrafos, se arrodilló y les besó los zapatos pidiéndoles por su pueblo que mantuvieran la paz y llegaran a un acuerdo.
Quizá conmovidos, o sintiéndose apoyados a nivel internacional, ambos líderes acordaron un gobierno de transición nacional, con Kiir como presidente y Riek como vicepresidente y emplazando unas elecciones previstas para 2023.
El lema del viaje papal a Sudán del Sur es la frase "ecuménica" de Jesús (Juan 17,20): "Rezo para que sean uno". Incluye un logotipo: la paloma de la paz con su ramita de olivo, los contornos del mapa de Sudán del Sur con los colores de la bandera, una cruz y dos manos entrelazadas, signo de reconciliación entre pueblos.
Religión y pobreza en Sudán del Sur
Sudán del Sur es uno de los países más pobres del mundo. Un 70% de sus niños no van a la escuela. La guerra ha bloqueado la construcción de infraestructuras. Mucha población depende de ayuda internacional a la alimentación. Pero si hace 20 años la esperanza de vida al nacer era de 48 años, ahora es de 57.
No se sabe cuánta es su población: unos calculan que 12 millones, otros que 17. Diversas estimaciones consideran que más del 36% son católicos, mientras que los anglicanos sería unos 3,5 millones y los presbiterianos 1 millón. Hay además muchos cristianos pentecostales y de grupos menores. Un cálculo de 2020 (de Pew-Templeton Global Religious Futures Project) estima que los cristianos en general son un 60% del país, los animistas y seguidores de religiones tradicionales un 33% y los musulmanes un 6%.
La Iglesia Católica de Sudán del Sur está organizada en 7 diócesis, y sus obispos forman parte, con los obispos del norte, de una única Conferencia Episcopal Sudanesa. La Iglesia mantiene la Universidad Católica de Sudán del Sur, con campus en Juba y en Wau.
En 2022, el nuevo obispo de Rumbek en Sudán, el misionero Christian Carlassare, explicaba en ACN que "vivimos en un país donde el cristianismo a menudo es superficial, no ha hundido raíces en la vida de la población".
La sursudanesa más famosa en el mundo católico es su patrona, Santa Josefina Bakhita, nacida en Darfur y secuestrada en 1869 a los 6 años, vendida como esclava 3 veces y maltratada, en Italia fue liberada y se hizo religiosa, perdonando siempre a los que la trataron mal.
Antes de Juba, la megalópolis de Kinshasa
Antes de ir a Sudán del Sur, el Papa Francisco y sus acompañantes llegarán , el 31 de enero a Kinshasa, la megalópolis capital de República Democrática del Congo. En Kinshasa todas las cifras son descomunales: la ciudad, con 17 millones de habitantes, multiplica por cinco o más la población de Madrid o Buenos Aires. El Papa permanecerá en la ciudad hasta el 3 de febrero, cuando volará hacia Sudán del Sur, donde estará hasta el domingo 5 de febrero.
El lema de la visita a Congo es “Todos reconciliados en Jesucristo”. El logotipo de esta etapa muestra al Papa Francisco sonriente que bendice, rodeado de elementos naturales: la montaña, el agua, el árbol y un okapi, un animal que recuerda a una mezcla entre cebra y jirafa.
La República Democrática de Congo (RDC, o Congo-Kinshasa) es el antiguo "Congo Belga" y usa el francés como lengua común. Pese a ser rico en recursos naturales, especialmente mineros, Congo es uno de los países más pobres del mundo y también de los de peores índices de corrupción.
El país tiene 71 millones de habitantes, de los que la mitad serían católicos, organizados en 47 diócesis. En este país pobrísimo, se calcula que el 60% de los que han recibido educación primaria y el 40% de los que han recibido educación secundaria lo han hecho en centros de la Iglesia católica. Diócesis y órdenes religiosas mantienen todo tipo de iniciativas sanitarias y educativas.
La Iglesia del Congo destaca además por tener una variante propia litúrgica aprobada por Roma, el "misal zaireño, zairense o congoleño", que prevé particularidades propias comunes en África, como la procesión con la Biblia, la procesión de entrada y las ofrendas danzadas y otras variedades.
La mayoría de los protestantes del país están coordinados en una organización que engloba a 62 denominaciones distintas bajo el nombre Iglesia de Cristo en el Congo, con unos 25 millones de fieles. Los anglicanos estrictamente hablando son muy pocos, apenas medio millón, ya que esta zona nunca fue colonia inglesa. Hay además, como en toda África, infinidad de iglesias locales no tradicionales, muchas de estilo pentecostal, que no rinden cuentas a jerarquías ni comuniones internacionales. Hay muy pocos musulmanes o seguidores de religiones africanas paganas.
Misa crismal -con cientos de sacerdotes- de 2022 en Nuestra Señora del Congo, la catedral de Kinshasa.