Son tiempos duros en Tierra Santa, con guerra en Gaza, en la frontera de Líbano y muchas restricciones en el trato entre Israel y Cisjordania. Pocos peregrinos llegan a Tierra Santa. Pero hay un santuario que exporta una sustancia más que peculiar: es la Gruta de la Leche en Belén.

La periodista italiana Marinella Bandini, que vive en Jerusalén, explica en Aciprensa cómo crece la popularidad de este santuario. Está en Belén, no muy lejos de la iglesia de la Natividad. Es una cueva de piedra blanca, parece que la única de ese color en la región.

Según una leyenda que se contaba ya en el siglo VI, la Sagrada Familia se refugió en esa gruta durante la “matanza de los inocentes”, relatada en el segundo capítulo del Evangelio de Mateo. Allí sería donde un ángel se apareció a José y le indicó que huyera a Egipto.

La leyenda de la cueva dice que aquí la Virgen María amamantaba al Niño Jesús. Al retirarlo del pecho, una gota de leche cayó al suelo: ella volvió la piedra de toda la gruta completamente blanca.

Devoción desde el siglo VI, franciscanos desde el XIX

Desde 1872, un santuario perteneciente a la Custodia franciscana de Tierra Santa se alza sobre la gruta. El edificio fue restaurado y mejorado en 2006. Además, se sabe que en el siglo XII ya había allí una iglesia llamada «del Descanso» y y se hablaba de la «Gruta de la Leche».

Ya en el siglo VI, existía la práctica de raspar polvo blanco de la roca, considerado milagroso, y distribuido en pequeñas bolsas, entregándolo a peregrinos o enviándolo lejos, a Oriente y Occidente. El clérigo Pérdicas de Éfeso, que visitó Tierra Santa en el siglo XIII o XIV y escribió un poema, escribió que este polvo ayudaba a las madres a producir leche cuando carecían de ella.

Así, durante siglos, muchas mujeres cristianas y musulmanas se han acercado al santuario cuando han tenido problemas de lactancia o de fertilidad.

Se busca un milagro o ayuda celestial

En la actualidad, el superior de los franciscanos en Belén es el sacerdote Luis Enrique Segovia. Hace 8 años que sirve en la Gruta de la Leche… la mitad tristemente marcados por los confinamientos del coronavirus y la guerra. Pero, pese a todo, «muchas personas vienen aquí, incluso desde lejos, buscando un milagro, y en un instante todo cambia», explica a la periodista italiana.

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«La gente viene a pedir el don de la maternidad y la paternidad, el regalo de la vida. No se trata sólo de [consumir] el polvo. Aquí, la Virgen María puede generar vida; puede transformar la vida de las mujeres y las familias».

Las cartas de personas agradecidas llegan al santuario y ahora cubren por completo las paredes de la pequeña oficina de los frailes. Las cartas suelen estar acompañadas de fotos de niños cuyos nacimientos se atribuyen a la intercesión de Nuestra Señora de la Gruta de la Leche. «Algunos regresan en peregrinación y traen al niño«, explicó Segovia. “Hace unos años incluso celebramos un bautizo”.

Tras dos abortos espontáneos y con desprendimiento de placenta, ¡nació Giovanni!

Entre los peregrinos en verano de 2019, antes de la pandemia, estuvieron Federica Crippa y su esposo Giacomo, una joven pareja que había sufrido la pérdida de dos hijos debido a abortos espontáneos en los primeros meses de gestación. Cuando llegaron a Belén, Federica estaba embarazada por tercera vez. “Cuando noté algo de sangrado, entré en pánico”, recordó. “La amiga que nos hospedaba sugirió que visitáramos la Gruta de la Leche”. La pareja rezó por la vida de su bebé. “Nuestras vidas están profundamente marcadas por la fe”, afirmó Federica. “La Gruta de la Leche era el lugar indicado en ese momento”.

Al regresar a Italia, el ginecólogo de Federica le prescribió reposo absoluto, confirmando un desprendimiento parcial de placenta que, sin embargo, se había estabilizado. La pareja continuó encomendándose a Nuestra Señora de la Gruta de la Leche, y en febrero de 2020 nació su hijo Giovanni. Dos años después, llegó un hermanito. «Nos gusta pensar que el nacimiento de Giovanni está conectado con la Gruta de la Leche. Si no hubiéramos estado allí, no sé qué habría pasado”, reflexionó Federica.

«María, comparte con nosotros la alegría de la maternidad»

Fray Giuseppe Gaffurini, otro de los frailes en Tierra Santa, era devoto de la gruta incluso antes de llegar al país de Jesús.

“Yo vivía en Roma y tenía una imagen de una escultura que representaba la huida a Egipto, con una oración detrás. La usaba cuando la gente me pedía que rezara para tener hijos. Cuando vine a Tierra Santa para un [mes de] descanso, una monja me dirigió a la Gruta de la Leche. ¡Qué sorpresa cuando vi allí esa misma escultura!”.

Desde entonces, el P. Gaffurini ha estado dirigiendo a todas las parejas que le piden oraciones para tener hijos a la Gruta de la Leche. Y nunca regresa a Italia sin llevar consigo algunas bolsitas con el polvo de la gruta.

“Todos los dones que Dios le dio a María, ella los comparte con nosotros. Esta es la razón teológica por la que esta devoción puede considerarse legítima y no como magia o superstición”, enfatizó. “Nos dirigimos a María y decimos: ‘Tú que disfrutaste las alegrías de la maternidad, comparte esta alegría con nosotros’. Esto es parte de la fe cristiana”.

Gaffurini lo ha visto incluso en su familia. Su sobrino Andrea y la pareja de éste, Francesca, deseaban profundamente tener un hijo, pero no lograban concebir. Durante un almuerzo familiar, el fraile les dio una bolsita con polvo de la Gruta de la Leche. La chica lo contó así a Aciprensa: «Fue el 8 de diciembre de 2022. En enero tenía programada una cita para procreación médicamente asistida. El P. Giuseppe me contó la historia de la Gruta de la Leche y me dio el polvo. Vengo de una familia cristiana y pensé que podría ser una ayuda extra”, explicó Francesca.

Cada día, bebía un vaso de agua con una pizca del polvo y recitaba la oración que le habían dado junto con él. “A finales de enero, cancelé mi cita para la procreación asistida porque estaba embarazada”. Nueve meses después, nació Giulio. Ella misma dice que le cuesta creerlo, pero es lo que ha vivido.

El 11 de octubre de 2024 Francesca y Andrea pusieron en orden su situación familiar: ese día, asistidos por su pariente sacerdote franciscano, se casaron ellos y bautizaron al niño, «por nosotros como pareja, casarnos y hacerlo en la iglesia, para pedir la ayuda de Alguien más grande».

(Publicado originariamente en CariFilii, a partir de la crónica de Marinella Bandini para Aciprensa )