El pasado 27 de julio, más de 200 peregrinos de Las Marianas, Hawái y otras islas de Micronesia de entre 13 y 25 años comenzaron un largo periplo que habría de llevarles a la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa.
Pertenecientes al Camino Neocatecumenal, estos jóvenes hicieron una primera parada en Madrid, a la que seguirían visitas a Plasencia, Badajoz, Segura de León, Fregenal de la Sierra y de nuevo Badajoz, para dirigirse este viernes a Bugalhos y por último participar en la JMJ.
Un viaje que alarga los ya de por sí extenuantes 13.000 kilómetros y 20 horas en avión para ver al Papa. El motivo de este periplo, sin embargo, es significativo para estos jóvenes católicos de las islas del Pacífico: caminar por las mismas calles que un día pisaron los misioneros que llevaron la fe y el Evangelio a estos lejanos enclaves, como el jesuita martir Manuel de Solórzano y Escobar, natural de Segura de León y Fregenal de la Sierra, visitado por estos jóvenes.
(Conoce aquí la historia de Manuel de Solórzano y Escobar)
Los coordinadores del grupo, David Atienza y Maruxa Ruiz, explican a Europa Press que esto es "una historia muy bonita", indicando que "hay más misioneros", siendo "muchos los jesuitas que dieron la vida como mártires" en los primeros años de evangelización en las islas.
Una experiencia que "viene del Cielo"
El matrimonio, que lleva 20 años en la isla de Guam, valora que al fin "hayan llegado 200 jóvenes de las islas para encontrarse con los frexnenses y segureños, darse la Comunión y el cariño". "Viene del Cielo, no es normal", subraya Atienza.
En su opinión, hay "poca consciencia" de la labor de Manuel Solórzano y otros misioneros en las islas, de ahí que mantenga que "esto hay que educarlo, porque hay un complejo de vincular la evangelización con la colonización y la violencia, cuando no es así", puesto que "hay un impulso misionero que fue trascendental".
De esta manera, el coordinador reconoce que "hay una semilla que dejaron los misioneros, porque dejaron su sangre", de forma que "esa semilla está ahí y 300 años después hay católicos en todas las islas".
Sin embargo, es consciente de que "ahora mismo el catolicismo está bastante rodeado y perdiendo fieles ante los mormones e iglesias no católicas".
Por ello, considera importante "recuperar el sentido de comunidad cristiana católica", admitiendo que "es muy difícil transmitir la fe a los jóvenes".
Los momentos de fraternidad vividos, tanto en Fregenal como Segura, los definen con "mucha emoción". Como ejemplo, mencionan la Santa Misa celebrada en el Santuario de Santa María de los Remedios, presidida por el vicario general de la Archidiócesis Mérida-Badajoz, Francisco Maya, junto al párroco local, Andrés Román. También estuvieron los sacerdotes del grupo, además de contar con una representación de la comunidad de Madres Agustinas de Nuestra Señora de la Paz de Fregenal.
Conversos y "destruidos" por el móvil, el porno y las drogas
En la visita se dieron cita jóvenes pertenecientes a una segunda generación del Camino Neocatecumenal de localidades como o Guam, Saipán, Palaos, Kiribati, las Islas Marianas del Norte y Hawái.
Los coordinadores mencionan que entre los peregrinos se encuentran "grupos que se ayudan unos a otros", muchos "en una búsqueda, buscando una respuesta a su vida, porque muchos vienen con mucho sufrimiento, dañados y heridos, porque el mundo es cruel y difícil".
Al hilo, Ruiz relata que "a estos jóvenes se les expone la vida de Dios, con un camino de conversión de años, entendiendo cómo Dios ama a cada persona", de modo que "algunos de los jóvenes han tenido ya una experiencia de Jesucristo y pueden hablar de su historia", mientras que "otros están empezando y otros están rotos y vienen aquí a curarse", teniendo "la experiencia de que Dios les ama".
Además de las dificultades propias de cada uno de ellos, Atienza destaca la presencia de jóvenes afectados por problemas globales, "muy destruidos por Internet, la pornografía, las drogas y la presión mediática".
"Esta peregrinación les ayuda a salir del hoyo y darse cuenta que se puede vivir sin teléfono, que hay una esperanza, haciendo comunión entre ellos y conociendo a otros jóvenes del mundo, y que se sienten queridos y no solos ante casos de jóvenes que piensan en el suicidio", añade.