Casi ocho años después del comienzo de una guerra devastadora, Fadi -un joven sirio- le cuenta a Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN por sus siglas en inglés) la historia de su llamada al sacerdocio. Sin embargo, esta llamada al servicio del pueblo de Dios tuvo que esperar: el Estado lo llamó para el servicio militar y ahí permaneció durante ocho largos años. No obstante, su vocación sacerdotal no menguó con el tiempo, sino todo lo contrario. El joven declara: “Ahora comenzaré a prepararme con toda determinación para ser sacerdote”.
Elegido para ir y dar fruto
Fadi escuchó en su corazón la llamada de Dios hacia el final de sus estudios de Turismo en el Instituto de San Basilio, de Alepo. Esa fue una etapa importante en su vida en la que, además, tuvo la oportunidad de adquirir nociones de francés. Sus estudios universitarios quizá no sean razón suficiente para estudiar este idioma, además de que en el Ejército se ha olvidado de gran parte, pero Dios ya le estaba preparando para ingresar en el seminario, porque la formación para el sacerdocio se imparte en francés. Todos los seminaristas sirios van a Líbano a estudiar Teología, ya que actualmente no hay ningún seminario en Siria.
Después de completar sus estudios, Fadi Joseph Mora solicitó ingresar en el seminario, porque no pudo retrasar la llamada que escuchó. Proveniente de una familia maronita católica, recibió una buena educación cristiana en su casa, formándose rodeado por la familia, que es el primer lugar fundamental de la formación humana. Sus padres, que emigraron por razones económicas, pero regresaron de Venezuela para criar a sus hijos en su país de origen.
La familia de Fadi ha sido fundamental en su vocación al sacerdocio
El servicio militar era inevitable
El Obispo aconsejó al joven que regresara una vez que terminara el servicio militar, porque el servicio militar era inevitable para aquellos que no tuvieran dinero para librarse de él. Antes de la guerra, los jóvenes sirios debían realizar un servicio militar de entre 18 meses y dos años de duración, y después pasaban a ser reservistas. Pero todo cambió con el conflicto, y la duración del servicio militar se volvió indefinida. Además, las autoridades sirias fijaron sanciones para quienes se resistieran a hacerlo. Así que aquellos que no lo han hecho y deseen regresar a Siria deben pagar al menos 8.000 dólares.
Marcado por la resurrección
Fadi comenzó su servicio militar cuatro meses antes de que estallara la guerra. Cuando entró en el Ejército, todavía tenía la esperanza de acabar pronto. Pero tuvo que permanecer ocho años en él, hasta 2018. Hoy, Fadi declara con alegría: “¡El 31 de diciembre de 2018 fue la fecha del fin de mi servicio militar, creo que nací de nuevo después de esos ocho largos años! Siempre recordaré esta fecha”. Así pues, su vocación estuvo marcada por la resurrección, lo cual le otorga serenidad de fondo. La muerte no tiene la última palabra.
Inmediatamente después de su regreso, se dirigió al obispado para renovar su petición. Fue recibido con los brazos abiertos por el nuevo Arzobispo Maronita de Alepo, monseñor Joseph Tobji. Éste explica que, tras su nombramiento como Obispo, reza con toda la diócesis por las vocaciones, y que cada día se celebra una Misa por esta intención. “Es una gran alegría para mí y para todos acoger una nueva vocación. ¡Nuestras oraciones han sido escuchadas!”.
“La Palabra del Señor que recibí nunca murió, sino que permaneció viva”, dice Fadi. Monseñor Tobji lo confirma: “El grano que el Señor arrojó no estaba muerto, sino que esperaba el momento oportuno para germinar. Ahora vamos a crear buenas condiciones para que crezca en el seno de la Iglesia y dé fruto”.
Este jerarca de Alepo, fundador de un centro de ayuda humanitaria para apoyar a las víctimas de la guerra y luchar contra la pobreza resultante, subraya: “Nuestro país y nuestro pueblo están en apuros. Pero, por mucho que pensemos que sólo hay malas noticias, yo acabo de fundar una nueva parroquia. Además, estamos bendecidos con esta nueva vocación. También están sucediendo cosas positivas y necesitamos hablar de ellas para mantener viva la esperanza”.
Monseñor Tobji celebra todos los días una Misa por las vocaciones
Proteger y hacer crecer las vocaciones
“Dios no cesa de llamar a personas para que le sigan y le sirvan desde el sacerdocio, a pesar de todo”, confirma el P. Andrzej Halemba, encargado de proyectos para Oriente Próximo de la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada, y añade: “Jesús dice: ‘No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca’ (Jn 15, 15-16). Pero nosotros también debemos poner de nuestra parte y apoyar la formación sacerdotal de los candidatos que así lo soliciten y sean aceptados. Como Iglesia, estamos obligados a responder al don de Dios a través de estos dones al alcance de todos: la oración, el servicio o el donativo material. Sin nuestra ayuda, las vocaciones como la de Fadi nunca podrían realizarse. Ante todo, debemos rezar por los seminaristas de Siria, que viven en condiciones particularmente difíciles: su país está en guerra y sus habitantes sufren la pobreza. Además, están rodeados de una sociedad predominantemente musulmana, que no entiende su elección. Se trata, pues, de proteger y hacer crecer las vocaciones, para que den frutos maduros”, concluye.