La guerra que desde hace dos años asola la región etíope norteña de Tigray se ha convertido en una especie de gran asedio, en el que las fuerzas del Gobierno mantienen aislada y bloqueada esta región, que a su vez dedica sus recursos al combate.
Apenas llega ayuda humanitaria y los religiosos se ven desbordados por las necesidades.
Tigray y parte de la región de Afar son el territorio de la diócesis católica de rito etíope (eparquía) de Adigrat, que atiende unas 40 parroquias repartidas por todo un territorio del tamaño de Andalucía. Son apenas unos 25.000 católicos de rito etíope en la zona (casi toda la población es cristiana ortodoxa etíope), pero con una intensa actividad educativa y asistencial.
Su obispo, el eparca Tesfaselassie Medhin, habla de "genocidio silencioso", y describe la situación en una carta que ha difundido la agencia misionera Fides.
Un asedio, servicios básicos bloqueados
"El continuo asedio/bloqueo por parte del gobierno y las fuerzas de ocupación nos ha aislado completamente de nuestros pastores y comunidades, del resto del mundo y de nuestras redes católicas internacionales. Como resultado, 5,2 millones de personas se ven obligadas a sufrir desnutrición severa, hambre y casi carestía”, denuncia el obispo.
“Sólo ha llegado algo de ayuda humanitaria en los últimos meses, aunque muy poca en comparación con las necesidades existentes", explica.
"Todos los servicios básicos, como el transporte terrestre y aéreo, las telecomunicaciones, la banca, etc., siguen bloqueados. Los bienes y servicios básicos no están disponibles en el mercado o son extremadamente caros, por lo que son inaccesibles para la población", denuncia el eparca católico.
"Además, la falta de combustible y dinero, unida a las sanciones impuestas por el gobierno federal, ha impedido que la ayuda humanitaria llegue a las personas afectadas por la guerra que viven en varios distritos rurales y urbanos de la región norte de Etiopía", añade.
Los centros escolares y asistenciales católicos, en estas condiciones, no pueden apenas ayudar así a la población, advierte.
Este contexto, afirma, es una "situación continuada de genocidio silencioso", que "está consumiendo cada día, minuto y hora, un inmenso número de vidas inocentes de niños, mujeres y hombres de todas las edades".
Pide presionar para un diálogo pacífico
El obispo pide al Gobierno federal y a la comunidad internacional "desbloquear y restablecer los servicios básicos a la población de Tigray; hacer presión seriamente y emprender medidas y un diálogo gubernamental pacífico con todos los organismos implicados en el conflicto”.
"Si no se resuelve esta horrible situación lo antes posible", continúa el eparca católico, "ya estamos asistiendo y asistiremos al horror de una crisis humanitaria mucho más grave y a la pérdida de vidas en Tigray", vaticina.
En Tigray hay 1,7 millones de niños y adolescentes que llevan casi tres años sin ir a clase (uno por el coronavirus, dos por la guerra). Además, más de 2 millones de personas viven en centros de desplazados internos en varias ciudades, pueblos y zonas rurales de Tigray, incluyendo 100.000 en Adigrat, casi sin alimento, refugio ni servicios médicos. Si se suma a las personas en grave necesidad que no se han desplazado, son 7,4 millones de personas las que están en grave situación humanitaria.
Desde España, Cáritas Española colabora con Cáritas Etiopía en esta emergencia (más información y donativos aquí).