Congo ha sido y es uno de los grandes conflictos olvidados. Millones de personas han muerto en las guerras que han asolado este enorme país africano, y en que la violencia se ha intensificado en los últimos años. Una parte importante de este recrudecimiento se debe al coltán, un mineral imprescindible para la fabricación de teléfonos de última generación. Y el 80% de las reservas mundiales de este preciado material se encuentra precisamente en Congo.
Es conocido como un “mineral de sangre” porque está dejando en su camino miles de muertos. Numerosos grupos armados se financian con la extracción ilegal de coltán y con este dinero compran las armas con las que están causando el terror en el país.
Como pasa en buena parte de estos conflictos, los niños son las principales víctimas. En el caso del Congo, estos pequeños sufren tanto el conflicto armado como la explotación indiscriminada por el coltán. Miles de ellos han sido arrancados de sus familias y convertidos en niños soldado. Otros muchos son además esclavizados y mueren en las minas.
Devolver la infancia robada
Esta es la situación a la que lleva años enfrentándose el padre Arsene Masumbuko, sacerdote congoleño que jugándose la vida en repetidas ocasiones ha rescatado a casi 8.000 niños soldado, niñas utilizadas como esclavas sexuales y ahora también pequeños procedentes de las minas de coltán. Debido a su enorme labor social y espiritual es querido por el pueblo y respetado por estos grupos armados.
El padre Arsene ha estado en España para conseguir ayuda para sus proyectos en Congo
Gracias a la ayuda internacional, gran parte procedente de España a través de la ONG Rescate, este sacerdote ha logrado crear de la nada hospitales que han salvado ya la vida de numerosas mujeres jóvenes y sus bebés reduciendo la mortalidad materna casi a cero, colegios y dispensarios. Aunque su gran obra ha sido el empeño de rescatar y devolver su infancia a los niños soldado, pudiéndolos reinsertar en la sociedad tras un duro proceso de lavado de cerebro por parte de los grupos armados.
Su profunda y curiosa relación con España
En una entrevista con Religión en Libertad, este sacerdote que habla perfectamente castellano tras haber logrado su doctorado en España cuenta que desde que era niño tenía claro que quería dedicar su vida a ayudar a los demás. Pero la vida religiosa no era una opción para él.
De hecho, aspiraba a ser médico e incluso tenía ya preparada la solicitud para la universidad. “Yo estaba en Goma, y vivía con los Padres Blancos en una casa que tenían para los estudiantes que veníamos del interior del país. Viviendo con ellos era monaguillo. Ahí vi algo, pero mi plan seguía siendo ser médico. Pero al final estando con los misioneros, rezando con ellos y yendo a sus retiros surgió en mí la vocación. En mi zona no había sacerdotes locales y me pregunté por qué no hacerlo. Así fue como dejé todos los planes de la universidad y me fui al Seminario”, cuenta.
Dios le tenía reservada una grata sorpresa puesto que Arsene fue ordenado sacerdote por el Papa San Juan Pablo II en 1990 en su visita a la vecina Ruanda. Antes de ser sacerdote ya tenía esa inquietud por mejorar las condiciones de su pueblo, sueño que pudo cumplir tras su estancia en España.
En España preparó un proyecto para construir un hospital en Congo, pero le faltaba conseguir el dinero. Una religiosa le presentó al entonces alcalde de Madrid José María Álvarez del Manzano, y más tarde en un funeral conoció a la que era ministra Esperanza Aguirre. Tras ir de despacho en despacho durante un tiempo, finalmente consiguió que a través de la ONG Rescate le financiaran el proyecto del hospital. Este fue el primero de los muchos que ha podido desarrollar en Congo gracias a esta ayuda española.
Nombrado administrador de Cáritas en su diócesis conoció todavía mejor el drama generado con los niños soldado. Las milicias llegaban a los pueblos y se llevaban a los niños y las niñas, unos para que mataran y otras para que sirvieran como esclavas de todo tipo.
Desde que se decidió a enfrentarse de lleno a este problema su éxito ha sido tremendo. “Hay que tener coraje, voluntad y empatía. Hay que saber cómo sufren, entrar en su sufrimiento para así poder ayudarles. No me gusta cruzar los brazos, por eso cuando llegue con el proyecto del hospital, después hicimos otro centro, escuelas, y nos encargamos de las víctimas”.
Hasta la ONU le ha pedido ayuda
A partir de ese momento el nombre de Arsene Masumbuko empezó a ser conocido en la zona, también por los líderes de las milicias armadas, que querían saber quien era aquel “Abbé Arsene”.
Jugándose la vida en numerosas ocasiones se iba a los propios poblados en los que estaban estos grupos armados para negociar cara a cara con ellos. Les pedía que le devolviera a los niños, o que soltasen algún rehén. Incluso iba como pacificador para que perdonasen a los miembros de otro grupo y no hubiera más derramamiento de sangre.
El padre Arsene logró un gran éxito en todas estas gestiones. Su fama seguía aumentando y su influencia era cada vez mayor. Tanto que la propia ONU le pidió ayuda para que lograse el rescate de un piloto indio que había sido secuestrado. En dos horas logró que uno de los jefes de las milicias más duros y violentos le entregase a este cautivo.
Casi 8.000 niños rescatados
Desde 2004 ha podido focalizar mejor el rescate de estos niños soldados a través de una serie de centros en el que los menores están un tiempo hasta que logran volver a integrarlos en la sociedad. La ayuda española proveniente de Rescate les da los medios para poder volver a la sociedad para que no vuelvan a la calle o a estos grupos armados. En total, ha rescatado a 7.861 niños.
Masumbuko cuenta las situaciones de extrema dureza que viven estos niños. “La niña cuando vuelve de la selva, con 14 o 15 años, la han violado repetidas veces, algunas están embarazadas. La familia no las recoge bien, tampoco la sociedad. Hay que atenderlas”, cuenta.
Miles de niños son utilizados por grupos armados en las minas de coltán
"¡El jefe me dijo que matara y he matado!"
Sobre los niños soldado, explica que muchos vuelven habiendo matado. “Los drogan, y además los niños son más peligrosos. A los mayores puedes explicarles cosas, a los niños si les mandan matar, matan. O si le dicen que haga tal cosa a una niña, lo hacen. Muchos niños me dicen: ‘el jefe me dijo que matara y he matado’”.
El lavado de cerebro es total aunque este sacerdote asegura que logran recuperarse, pero reconoce que “no es nada fácil sacar todo esto de sus cabezas, son niños que han matado, que han abusado de otra niña. No es fácil, hay que llevarlos con mucha sensibilidad y mucho cuidado”. Al final bastantes de los que han sido rescatados logran estudiar y conseguir un trabajo. Son niños que realmente han nacido de nuevo.
Pese a las vidas que ha salvado afirma no ser un héroe. “Intento hacer lo que hizo Jesús: estar cerca de los que sufren, de los que viven la injusticia. Jesús siempre se puso de lado de los sufrientes. Es el Evangelio en estado puro, es hacer de Buen Samaritano”, afirma.
"Si me llega el martirio que me pille haciendo el bien"
No puede quedarse de brazos cruzados ante tantos sufrimientos. Arsene tiene claro que “la Iglesia tiene que evangelizar, dar a conocer a Dios, pero no es un Dios extraterrestre, es un Dios vivo, y hay que estar ahí con la gente para que puedan vivir y conocerle”.
El sufrimiento y el tremendo dolor que ha presenciado tampoco le han hecho tambalear su fe. “Al contrario, –agrega- esto refuerza mi fe. No hay otro remedio, es la fe. Sin ella no puedo hacer nada”. Hay muchas personas que hacen el bien pero el cristiano va más allá y Arsene habla de las Bienaventuranzas. Se trata por tanto de esta vida, pero también de la vida eterna.
“Con la fe lo veo todo de otra manera, viendo más allá de que lo que estoy haciendo. Esto me impulsa a hacer más cosas, hasta la muerte incluso. No quiero ser mártir, pero si llega que llegue. Eso sí, que me pille haciendo el bien”, sentencia este religioso congoleño.