Desde China llegan más testimonios sobre la persecución que el régimen comunista chino está realizando contra los católicos, pese al acuerdo provisional, y que debe renovarse en breve, entre el Vaticano y el país asiático.
En este caso las denuncias provienen de Jiangxi, donde la Iglesia subterránea se encuentra asfixiada por la persecución y tanto al obispo como a los sacerdotes se les ha prohibido realizar actividades pastorales.
Dos motivos que acentúan la persecución
Pedro Jiang, católico de aquella diócesis, ha escrito a AsiaNews para hablar de esta persecución. En su opinión, esta situación de extrema gravedad se debe a dos motivos especialmente.
El primero sería la actuación de los Nuevos Reglamentos sobre las actividades religiosas, que exigen el registro del personal y de los lugares de asamblea. Tales reglamentos, promulgados en febrero del 2018, tienen por objetivo erradicar las comunidades subterráneas y lograr el control total sobre la vida de la Iglesia. La segunda causa, según Jiang, es el Acuerdo provisional entre China y el Vaticano, firmado en septiembre del 2018, que ha envalentonado aún más al gobierno, al punto de exigir el registro antedicho, dado que – según dice – “el Vaticano está con nosotros”.
La cuestión del registro gira totalmente en torno a la orden de adherirse a una “Iglesia independiente”, sometida al Partido Comunista chino, término que para China significa “independiente de la Santa Sede”, pese a que el Vaticano ha atenuado esta interpretación.
Otro aspecto que preocupa enormemente a los fieles de esta diócesis es la experiencia de “reconciliación” que llega desde Mindong. Allí el obispo monseñor Guo Xijin, que era subterráneo, aceptó tras los acuerdos ser degradado a obispo auxiliar para ser sustituido por el prelado hasta entonces excomulgado por Roma. Sin embargo, una vez aceptado el cambio, el régimen chino tampoco aceptó a monseñor Guo como obispo auxiliar.
La diócesis de Yujiang, que hasta el 2014 estuvo guiada por Mons. Tomás Zeng Jingmu, un mártir de la fe, cuenta con alrededor de 20.000 fieles. Sin embargo, no está reconocida por el gobierno, que ha reestructurado las tradicionales diócesis, unificando cinco en una sola diócesis: Nanchang.
Amenazas y expulsiones
Para la iglesia subterránea de Yujiang (Jiangxi), las asperezas han ido en aumento. Ahora ya han prohibido a todo el clero subterráneo realizar actividades pastorales de cualquier tipo, inclusive predicar. La situación ha empeorado y se ha vuelto más escabrosa y desigual que en el pasado.
En los últimos dos años, muchas iglesias subterráneas y lugares de encuentro fueron clausurados. Los fieles reciben amenazas si se atreven a alojar actividades religiosas. El gobierno incluso ha expulsado a algunos sacerdotes, para sustituirlos por curas oficialistas. Sin embargo, los parroquianos de las comunidades subterráneas no concuerdan con esta reorganización del gobierno y se niegan a participar en las ceremonias religiosas presididas por sacerdotes aprobados por el gobierno. El hecho de que se nieguen a participar en las misas también es fuente de problemas para la Iglesia oficial.