Desde siempre, el Islam ha recurrido a convertir a las mujeres y niñas de otras religiones, casarlas -o entregarlas como concubinas- con musulmanes y considerar musulmanes a sus hijos, por lo general numerosos. En la España islámica Al-Ándalus se llenaba de mujeres esclavas de familias cristianas, entregadas como tributos, islamizadas a la fuerza o bajo presiones.

Una variante de esta práctica se sigue dando en Pakistán, donde cada año unas mil niñas o jóvenes de familias cristianas, hindúes, sijs o de otras minorías son secuestradas y convertidas al Islam. Una vez hay testigos que declaran que la niña pronunció la shahada (la frase "no hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta"), aunque sea amedrentada o asustada, la legislación la considera musulmana y se le aplican las leyes como si lo fuera.

Por eso, las minorías en Pakistán piden específicamente "una ley contra los frecuentes episodios de secuestro, conversiones forzadas y matrimonios forzados de mujeres y niñas hindúes, cristianas y otras minorías religiosas".

Activistas de las distintas minorías han colaborado en protestas en Lahore, la capital de Punjab, una macrourbe con 11 millones de habitantes. También se han organizado en Faisalabad, otra gran ciudad de Punjab (3 millones de habitantes).

La iniciativa es una respuesta al secuestro de dos hermanas hindúes, convertidas a la fuerza y ​​obligadas a casarse con dos hombres musulmanes. En los últimos 40 días, esto mismo ha sucedido con nueve menores pertenecientes a minorías hindúes y cristianas.

La manifestación de protesta fue dirigida por el Rwadari Tehreek , un movimiento interreligioso por la tolerancia, en colaboración con varias asociaciones religiosas y de la sociedad civil. Los activistas piden el arresto de dos líderes islámicos influyentes implicados en casos de secuestro, que nunca han llegado a ser juzgados. Se trata Mian Mithu, guardián del Barchundi Sharif en el distrito de Ghotki, y Ayub Jan Sarhandi, de la mezquita de Sarhandi en el distrito de Umerkot. 

Samson Salamar, presidente del Rwadari Tehreek, dice: "Esta horrible tendencia deja a las minorías en un estado de miseria, dolor, terror e inseguridad. Todo esto va contra las normas internacionales sobre derechos humanos y contra la Constitución de Pakistán, que garantiza la libertad religiosa a todos los seres humanos sin discriminación ".

Saeeda Diep, presidenta del Institute for Peace and Secular Studies, agrega: "Las conversiones al islam en circunstancias sospechosas son motivo de gran preocupación y propagan aún más el terror y la ira entre las minorías, que ya son víctimas de otras formas discriminatorias".

Según Tariq Siraj, jefe de la Human Rights Concern Network, "necesitamos lanzar una campaña de sensibilización en la sociedad civil".

Para Katherine Sapna Karamat, directora del Christians True Spirit, "es una desgracia que muchos no consideren las conversiones extraídas por la fuerza como una violación de los derechos humanos".

Reportaje de 2017 (en inglés) sobre el intento de ley contra conversiones forzadas en la región paquistaní de Sind: se llevan niñas de familias muy pobres y luego informan a los padres de que "se ha convertido al Islam y se ha casado con un musulmán"