Agustín Cui Tai, obispo católico de Xuanhua (Hebei, China), reconocido por el Vaticano pero no por el gobierno chino, lleva desaparecido en manos de la Policía desde abril. El cardenal Zen, arzobispo emérito de Hong Kong, de 86 años, y los católicos de la Comisión Justicia y Paz de esta diócesis, empiezan ahora una campaña para reclamar que las autoridades lo liberen. La campaña también da visibilidad internacional a un hecho: el Gobierno chino, cuando quiere, sigue deteniendo a obispos y sacerdotes que no han cometido ningún crimen.
Nadie sabe donde está detenido el obispo Cui Tai, ni donde se le puede visitar. Cui Tai es un veterano de los campos de trabajo forzado (los laogai) y también está acostumbrado a los arrestos domiciliarios. En pleno siglo XXI, en los últimos 11 años, ha pasado casi todo el tiempo bajo una forma u otra de arresto.
Este es el comunicado de la comisión Justicia y Paz de Hong Kong que se ha difundido con el apoyo del anciano cardenal Zen.
¡Liberen al obispo Cui Tai!
El obispo coadjutor de la diócesis de Xuanhua (provincia de Hebei), monseñor Agustín Cui Tai, fue arrestrado por miembros de las autoridades de gobierno a mediados del mes de abril de 2018. Hasta el día de hoy, su situación sigue siendo completamente opaca.
Monseñor Cui fue oprimido durante largo tiempo por haber defendido la fe y la libertad de conciencia, por haber rechazado la política religiosa del gobierno, que viola los principios de la fe, y por haberse negado a inscribirse en la Asociación Patriótica de la Iglesia Católica China y rechazar la guía de dicho organismo.
Desde 1993, en varias oportunidades, monseñor Cui fue sometido a trabajos forzados de reeducación, a períodos de detención y a arresto domiciliario con acusaciones que fueron tipificadas como “actividades misioneras ilegales”, “reuniones religiosas ilegales y no autorizadas”, todo ello, por ejercer su libertad religiosa.
Particularmente en los últimos 11 años, desde 2007 hasta hoy, las autoridades detuvieron de manera ilegal o pusieron bajo arresto domiciliario a Mons. Cui, de un modo prácticamente continuo, sin alegar razón ni proceso jurídico alguno.
Durante estos años, Mons. Cui estuvo encerrado en varios centros de detención secretos, en hoteles, e incluso fue llevado para realizar “viajes” forzados, con la escolta de funcionarios del gobierno.
Solo en el Nuevo Año Chino y la Fiesta de mediados de otoño (la de la luna), Mons. Cui pudo ocasionalmente regresar a casa para realizar una breve visita a su hermana anciana. El resto del tiempo siempre quedó bajo vigilancia y control del gobierno.
Estos actos de las autoridades de gobierno constituyen una gravísima violación de los derechos fundamentales y de la libertad religiosa de los ciudadanos, los cuales están garantizados por la Constitución china y por las convenciones internacionales sobre derechos humanos.
En los últimos años, la salud del obispo Cui ha empeorado significativamente, y se han agudizado sus problemas de salud, padeciendo una grave gastritis, neurastenia, vértigo, etc.
Estamos muy preocupados por su situación y condenamos firmemente la violación de los derechos fundamentales y de la libertad religiosa de los ciudadanos perpetrada por el gobierno chino. Volvemos a hacer un llamamiento al gobierno chino, solicitando que proceda a:
1. garantizar la seguridad personal y la salud de Mons. Cai, y brindarle asistencia médica adecuada
2. respetar la libertad religiosa y liberar inmediata e incondicionalmente al obispo Cui Tai
3. liberar a todos los demás eclesiásticos detenidos injustamente, entre ellos, al obispo Su Zhizhi y al sacerdote Liu Honggen, de la diócesis de Baoding, provincia de Hebei.
Comisión Justicia y Paz de la Iglesia Católica de Hong Kong