Desde sus orígenes, el trabajo de Manos Unidas en África se centra en proporcionar a la población las herramientas necesarias para que sean ellos mismos los artífices de su propio desarrollo. Así, en 2017 Manos Unidas aprobó 285 nuevos proyectos de cooperación en 33 países de África, por un importe superior a los 15,9 millones de euros. Todas estas iniciativas responden a necesidades manifestadas por la población a la que se dirigen.
“Para encarar los desafíos del continente africano, Manos Unidas trabaja, fundamentalmente, en los sectores de educación y formación profesional, salud y acceso al agua, así como en la promoción de la agricultura sostenible por medio de técnicas adecuadas de producción, cultivos diversificados para mejorar la nutrición, el uso racional del agua y el impulso de la comercialización a partir de asociaciones y cooperativas que permitan mejores perspectivas de futuro para una población mayoritariamente joven”, explica Mabel Ibáñez, coordinadora del departamento de proyectos de Manos Unidas en África.
En África, donde todavía las ONG locales son poco numerosas, el trabajo de Manos Unidas se desarrolla principalmente con misioneros y congregaciones religiosas. “Esto nos permite llegar a los lugares más remotos donde `nadie´ quiere quedarse y donde los misioneros y religiosos hacen una labor imprescindible con las personas más desfavorecidas”, afirma Ibáñez. “Con ellos, tenemos la posibilidad de llegar a los rincones más alejados y ayudar a personas a las que difícilmente se llegaría de otra manera”, recalca.
En África viven más de 1.200 millones de personas, el 13 % de la población mundial y, sin embargo, el producto interior bruto (PIB) del continente apenas representa el 1,5 % del total mundial. “A pesar de ser el continente que alberga las mayores riquezas naturales del mundo, las políticas de venta de tierras a países de Europa, el Golfo Pérsico, América, China o India para su explotación indiscriminada, así como la actividad extractiva sin control, las agresiones al medioambiente o la especulación financiera, sitúan a África a la cola del desarrollo. Tan es así, que, de los 50 países menos desarrollados del mundo, 40 son africanos”, asegura Waldo Fernández, desde Manos Unidas.
La fotografía de África, tal cual se percibe en el mundo de la cooperación, es dolorosa. Las cifras son tozudas y lo confirman: “En África se sigue muriendo de hambre y de enfermedades prevenibles; las guerras y los conflictos están a la orden del día; más de 300 millones de personas no tienen acceso al agua potable ni al saneamiento… En África, la pobreza hace aflorar lo peor del ser humano, hay corrupción y falta de democracia… Sin embargo, pese a las incontables vicisitudes, África sigue en pie y muestra al mundo signos de esperanza: en años recientes su PIB ha crecido a ritmos superiores al 5%; se han reducido los porcentajes de mortalidad infantil y de malaria; han mejorado las políticas de salud pública y ha aumentado significativamente la escolarización”, explica Waldo Fernández.
Además, África cuenta con una riqueza incontestable: la juventud de su población. “Serán estos jóvenes, cada vez más formados y con una mayor conciencia política y social, los que encaminen al continente hacia el lugar en el que, por justicia, le corresponde estar”, continúa Fernández.
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