Los católicos del Bangladés piden que se abra la causa de canonización de Josephine Corraya, fallecida en noviembre del año pasado a la edad de 83 años. La mujer fue madre de 10 hijos, de los cuales 6 se han consagrado a Cristo. Todos, tanto quien tuvo el placer de conocerla como quien sólo ha escuchado hablar de ella, la recuerdan por su gentileza, humildad y por su gran amor a la Iglesia católica.
Josephine es una inspiración para miles de católicos. Ella enviudó siendo joven, vivió en la pobreza, pero aún así pudo asegurar una educación para todos sus niños. De sus hijos, tres varones se volvieron sacerdotes y tres mujeres, monjas. En junio de 2016 fue premiada con el reconocimiento “Ratnagarva Maa” (madre modelo) por el presidente del parlamento bangladesí, por haber sido “una mujer modelo, una madre amorosa y atenta que ha sabido criar a sus muchos hijos, garantizando a cada uno de ellos una buena educación”.
La mujer es conocida y apreciada de tal manera, que en muchos países ya se ha comenzado a pedir la intercesión, y están dispuestos a brindar su testimonio en el proceso de beatificación. En muchos hogares, su imagen es colocada junto a las de Jesús y María.
En diálogo con AsiaNews, Roza Gomes, de 94 años, la mujer más anciana de la localidad de Rangamatia (Gazipur), el mismo pueblo de donde provenía Josephine, la recuerda: “Ella era mi vecina. Jamás vi algo negativo en ella. Era una mujer honesta, gentil y devota. Tenía una gran fe y amor a Dios. Su carácter era límpido y santo. Aunque pasaba necesidades, si un mendigo tocaba a su puerta, jamás lo dejaba irse con las manos vacías”. “Pienso que Josephine fue santa en vida – afirma –. La Iglesia debe investigar sobre ella y proclamarla santa”.
Luego de la muerte de su marido, Josephine continuó transmitiendo enseñanzas espirituales y morales a sus hijos. Alentó la vocación de aquellos que luego optaron por dedicar su vida para servir a Cristo.
En el pasado, dialogando con una corresponsal de AsiaNews, la mujer reveló que su mayor deseo de niña era ser monja. “Fueron mis hijos los que cumplieron mi deseo”. La anciana pasó sus últimos años de vida en la parroquia de Bhadun, en el convento donde también vive una de sus hijas. El Pbro. Parimal Ignatius Rozario, el párroco, cuenta: “Era una mujer piadosa. Se sacrificó mucho durante su vida, entregando a sus hijos al Señor. Tenía una gran fe y era muy activa como católica”.
China Gomes, un ama de casa de 32 años de edad y madre de dos hijas, recuerda que “cada vez que tenía un problema, iba a verla para pedirle consejo, y ella me decía que rezara. Siempre tenía a mano un Rosario, y rezaba”. “No hay ningún otro laico, excepto ella, que merezca ser proclamado santo”. Shipra Costa cuenta que “cuando vine al convento para ser curada, me presentaron a Josephine. En esa época yo estaba enferma, pero poco antes de su muerte, ella me dijo que ya no me seguiría sintiendo mal”. La señora afirma que se curó hace unos seis meses, y que su curación es un milagro de Josephine.