Se celebran 300 años desde la muerte de San Juan Bautista de La Salle, fundador de los lasalianos, o Hermanos de La Salle, muy conocidos por sus escuelas.
Benedicto XIII aprobó este instituto religioso en 1725. Hoy suma unos 5.600 hermanos que atienden a un millón de alumnos en más de 85 países.
El Papa Francisco ha recibido por la mañana a maestros, alumnos y Hermanos este jueves 16 de mayo en la Sala Clementina del Vaticano y su discurso ha abundado en exhortaciones a la evangelización.
"Mirando al Divino Maestro pueden trabajar con mayor generosidad al servicio de la nueva evangelización en la que está comprometida hoy toda la Iglesia", animó el Papa. "Las formas de anunciar el Evangelio deben adaptarse a las situaciones concretas de los diferentes contextos, pero esto implica también un esfuerzo de fidelidad a los orígenes, para que el estilo apostólico propio de vuestra Familia religiosa pueda seguir respondiendo a las expectativas de la gente”.
“Pueden realizar con renovado vigor su misión entre las jóvenes generaciones, con la audacia reformadora que caracterizó a Juan Bautista de La Salle: anunciar a todos el Evangelio de la esperanza y de la caridad", exhortó.
El Papa recordó que su fundador fue un "pionero en el campo de la educación, que en su época ideó un sistema educativo innovador. Su ejemplo y testimonio confirman la original actualidad de su mensaje para la comunidad cristiana de hoy, iluminando el camino a seguir. Él fue un brillante y creativo innovador en la visión de la escuela, en la concepción del profesor, en los métodos de enseñanza”.
El Pontífice recordó que el joven La Salle "no dudó en renunciar al canonicato y a su rica herencia familiar, para dedicarse enteramente a la educación de la clase social más baja. Dio vida a una comunidad de laicos para llevar adelante su ideal, convencido de que la Iglesia no puede permanecer ajena a las contradicciones sociales de los tiempos con los que está llamada a confrontarse. Fue esta convicción que lo llevó a establecer una experiencia original de vida consagrada: la presencia de educadores religiosos que, sin ser sacerdotes, interpretaran de manera nueva el papel de ‘monjes laicos’, sumergiéndose totalmente en la realidad de su tiempo y contribuyendo así al progreso de la sociedad civil".
Una nueva concepción del profesor: una misión
Asimismo, el Santo Padre dijo que el segundo punto de innovación de San Juan Bautista de La Salle, nació del contacto diario con el mundo de la escuela. Allí desarrolló la conciencia de encontrar una nueva concepción del profesor. “Estaba convencido, de hecho, de que la escuela era una realidad seria, para la cual la gente necesitaba estar adecuadamente preparada; pero tenía ante sus ojos todas las carencias estructurales y funcionales de una institución precaria que necesitaba orden y forma. Entonces – señaló el Pontífice – intuyó que la enseñanza no puede ser sólo un trabajo, sino que es una misión”. Por lo tanto, agregó el Papa, se rodeó de gente adecuada a la escuela popular, inspirada en el cristianismo, con aptitud y dones naturales para la educación. Dedicó todas sus energías a su formación, convirtiéndose en un ejemplo y un modelo para ellos, que tenían que ejercer al mismo tiempo un servicio eclesial y social, y trabajando con ahínco para promover lo que él llamaba la “dignidad del maestro”.
Reformas audaces de los métodos de enseñanza
Además, comentando el tercer punto de innovación del Fundador de las Escuelas cristianas, el Papa Francisco precisó que, en el intento por dar respuestas concretas a las exigencias de su tiempo en el campo de la escuela, Juan Bautista de La Salle emprendió reformas audaces de los métodos de enseñanza. “En esto se sintió conmovido por un extraordinario realismo pedagógico. Sustituyó el latín por el francés, que normalmente se utilizaba en la enseñanza; dividió a los alumnos en grupos de aprendizaje homogéneos con miras a un trabajo más eficaz; estableció seminarios para profesores del campo, es decir, para jóvenes que querían ser profesores sin formar parte de ninguna institución religiosa; fundó escuelas dominicales para adultos y dos pensionados, una para delincuentes juveniles y otra para la recuperación de los prisioneros”.
Soñaba con una escuela abierta a todos, por lo que no dudó en abordar incluso las necesidades educativas más extremas, introduciendo un método de rehabilitación a través de la escuela y el trabajo.
Con estos antecedentes, el Papa pidió a la familia de La Salle que sean "sean protagonistas de una ‘cultura de la Resurrección’, especialmente en aquellos contextos existenciales en los que prevalece la cultura de la muerte. No se cansen de ir en busca de aquellos que se encuentran en las modernas ‘tumbas’ del desconcierto, de la degradación, la dificultad y la pobreza, para ofrecer esperanza para una nueva vida".