Desde el pasado mes de octubre Nueva Gales del Sur, el estado más importante de Australia con más de siete millones de habitantes y que alberga a Sidney, tiene a un nuevo primer ministro católico y que se declara provida. Se trata de Dominic Perrottet, miembro del Partido Liberal, que representa al centro derecha del país. Tiene 39 años, está casado y es padre de seis hijos. Él mismo es miembro de una numerosa familia, pues es el tercero de doce hermanos y sus padres eran miembros del Opus Dei.
En los medios internacionales Perrottet aparece por llegar al poder de este estado oponiéndose firmemente a legalizar el suicidio asistido, cuyo proyecto está en el Parlamento y que presentó el diputado independiente y abiertamente homosexual Alex Greenwich.
Pese a su declarada y pública oposición a la eutanasia y al suicidio asistido, Perrottet ha dado libertad de voto a los diputados de su partido.
El primer ministro de Nueva Gales del Sur asegura que la legalización del suicidio asistido “cruzaría la línea” y representaría “una decisión que cambiaría la cultura”. Argumentó, tal y como recoge La Nuova Bussola Quotidiana, que si se acepta el principio subyacente de este proyecto de ley “nada será igual, ya que habríamos comenzado a definir el valor de una vida”.
Dominic Perrottet, con su esposa y cinco de sus seis hijos.
En este sentido, el proyecto presentado por Greenwich y firmado por 28 diputados de distintos partidos prevé la garantía del suicidio para las personas con una enfermedad terminal con una esperanza de vida menor de seis meses o de doce meses si sufren una enfermedad neurodegenerativa. La solicitud debería estar firmada además por dos médicos.
En estos momentos, Nueva Gales del Sur es el único estado australiano en el que no está legalizado el suicidio asistido por lo que la presión es muy alta. En 2017, una propuesta similar fue rechazada por la Cámara pero por un solo voto de diferencia.
En esta ocasión, pese a la oposición firme del primer ministro, el resultado es bastante incierto. El líder de la oposición Chris Minss, del Partido Laborista, también está en contra de esta ley, pero está en minoría en su propia formación. En el caso del partido de Perrottet la división es también palpable, aunque los grupos próvida están esperanzados por el claro posicionamiento del primer ministro.
En una reciente intervención, Perrottet recordó que “este debate trata fundamentalmente sobre cómo tratamos esa cosa preciosa que se llama vida humana”, por lo que insistió en que “nuestra respuesta a esta pregunta define qué tipo de sociedad seremos. Este proyecto de ley, en su corazón, establece un nuevo principio: que podemos ayudar intencionalmente a acabar con la vida de algunas personas”.
Sin embargo, este político australiano insistió en que “dar la muerte” no es la respuesta al sufrimiento sino que pasa por el “cuidado, el consuelo y la compasión”. De hecho, dejó claro que esta cuestión no es para él una mera cuestión abstracta y por ello habló del caso de su abuela materna que padecía cáncer.
Por ello, Perrottet dejó muy claro que el “suicidio asistido” no es la solución sino la mejora de los cuidados paliativos hasta tener el mejor sistema de paliativos “no sólo de la nación sino del mundo”.