La guerra civil puede convertirse así en un conflicto internacional que enfrente a su vez a grandes potencias con diferentes intereses en la zona como son Rusia, Estados Unidos, Israel, Arabia Saudí o Irán, entre otros.
Ante esta situación de tensión extrema, el cardenal Mario Zenari, nuncio en Siria, ha criticado duramente el papel de Naciones Unidas y considera que el conflicto en el país es el signo del más “absoluto fracaso” del organismo, plagado de “resoluciones vetadas y otras votadas, pero jamás adoptadas”.
Para el purpurado, “las reiteradas divisiones” en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU son “deplorables” porque, de hecho, han impedido cualquier intento de resolución del conflicto y de búsqueda de una paz estable y duradera en Siria.
En un contexto de crecientes amenazas y violencia, afirma Zenari a AsiaNews, sigue siendo central el llamamiento a la paz efectuado por el Papa Francisco, que en los últimos días también ha vuelto a rezar por Siria.
En las últimas horas, Moscú y Washington han continuado una guerra verbal que encierra el creciente riesgo de transformarse en un conflicto abierto con el lanzamiento de misiles y bombardeos, en tanto la ONU sigue paralizada, reflejando la impotencia del máximo órgano mundial en relación a la cuestión de Siria. Mientras esto sucede, Damasco ha completado la ofensiva en Guta Oriental, con la conquista de Duma, donde se habría consumado el ataque químico –aunque no hay confirmaciones independientes de ello- que desató la escalada de tensión.
El nuncio en Damasco habla de “fisuras” inaceptables dentro de un organismo que tiene entre su tareas primarias “la de bloquear conflictos y buscar, como sea, la vía de la paz”. La última de estas “divisiones” se ha registrado “hace apenas un par de días, en torno a medidas importantes que debían tomarse” para tratar de contener la escalada de tensión.
El religioso cree que se debe analizar a fondo “el trabajo realizado por el Consejo en estos últimos siete años” para evaluar el alcance del desastre: “Una docena de resoluciones vetadas, en momentos clave para el futuro del país”, para hacer que se detenga el estruendo de las armas, y garantizar el sostén a una población devastada por un conflicto sangriento.
En Consejo de seguridad de las Naciones Unidas hay cinco países que son miembros permanentes: éstos son Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido. En base al estatuto de la ONU, cada uno de estos países puede ejercer el derecho al veto e impedir que sea adoptada una decisión que ha sido votada por la mayoría. Un poder que Moscú y Washington han ejercitado en reiteradas oportunidades a lo largo de estos siete años de guerra en Siria.
“El derecho al veto –recuerda el cardenal Zenari- fue nuevamente utilizado hace un par de días, para ejercer un bloqueo cruzado de dos proyectos de resolución opuestos entre sí [uno de los Estados Unidos y el segundo, de Rusia)”. Y aún más, el 24 de febrero pasado “una resolución que apuntaba a una tregua murió antes de ver la luz, y ni siquiera duró algunas horas”, prosigue el purpurado. “Cuando había pasado poco tiempo desde la conclusión del encuentro en el Palacio de Vidrio de la ONU en Nueva York –agrega- ya se veían, sobre los cielos de Siria, los aviones de caza en acción”.
La realidad, acusa el purpurado, es que en Siria se ha perpetrado “el fracaso más absoluto” de las Naciones Unidas “sumando las resoluciones vetadas antes de nacer y las otras votadas, pero jamás adoptadas”. Sólo se salvan “algunas medidas” marginales –agrega- referidas a los “convoyes humanitarios transfronterizos, que desde la frontera jordana o turca, han llevado ayuda a Siria. Demasiado poco”.
“No puedo sino deplorar las continuas divisiones que se han consumado en la sede del Consejo en estos años. Un organismo que nació para bloquear los conflictos –concluye el purpurado- y que hasta ahora, no ha hecho nada”.