Ahora, derrotado en el plano militar el movimiento yihadista, el fraile dominico Najeeb Michaeel ha decidido enseñar a otros apasionados y estudiosos sus propios conocimientos en materia.
“Mi tarea es salvar nuestro patrimonio, un tesoro significativo”, afirma a AsiaNews desde Erbil. En su opinión, no es posible “salvar un árbol, si no se salvan sus raíces”. Y un hombre “sin cultura es un hombre muerto”.
En agosto de 2014, mientras los terroristas de Estado Islámico avanzaban hacia Qaraqosh y a otras ciudadelas cristianas de la llanura de Nínive, el fraile llenó su propio automóvil con manuscritos raros y volúmenes preciosos. Algunos de éstos son del siglo XVI y son textos únicos e insustituibles de la tradición cultural (cristiana y no) de la región.
Para poder cumplir su propia misión de salvaguardia del patrimonio de Irak, el padre Najeeb decidió trasladarse al Kurdistán, junto a otros dos frailes de la Orden de Predicadores, y ayudar en el centro para la digitalización de los manuscritos de la tradición oriental OMDC. Fundado en 1990, el centro trabaja en cooperación con los monjes benedictinos para preservar o restaurar documentos, textos y manuscritos antiguos o en mal estado de conservación.
En su interior son recuperados también los documentos y los manuscritos que se encontraron dentro de las iglesias o en los pueblos esparcidos en el norte de Irak.
Gracias a la obra meticulosa de los religiosos y del personal que trabaja en su interior, en estos años han sido salvados en archivos digitales hasta unos 8.000 textos de la tradición caldea, siria, armenia y nestoriana. Una parte del personal del OMDC está formada por “refugiados” (cristianos y musulmanes, precisa con una punta de orgullo) que lograron escapar durante la avanzada de Estado Islámico y que, con el tiempo, se transformaron en “profesionales” de la conservación.
Estos últimos han abierto también las puertas de sus casas, para hospedar a los estudiosos e investigadores provenientes de Francia, Italia y Canadá. “Trabajan para el futuro- nos cuenta el padre Najeeb- y lo saben. Y lo hacen con todo el corazón”.
En estos años de locura yihadista, los milicianos del Estado islámico han devastado o vendido miles de objetos y tesoros pertenecientes al patrimonio artístico, cultural y religioso de Irak. En estos años diversas personalidades de la Iglesia iraquí, como el patriarca caldeo Louis Raphael Sako han lanzado llamamientos en defensa de “tesoros que valen más que el petróleo”.
Hoy el centro está trabajando en la producción de diversas copias de los manuscritos, para garantizar la conservación. Los originales son restituidos a sus propietarios, mientras que la gran parte de los duplicados son publicados en la red y están a disposición del gran público local e internacional para su consultación.
El archivo, hasta 2017 contenido dentro de Al-Saa en Mosul, estaba compuesto por cerca de 850 manuscritos en arameo, árabe y otras lenguas, junto a cartas viejas de tres siglos y cerca de 50.000 libros.
“Mi nombre -confiesa el fraile dominico - estaba contenido dentro de una lista negra de los yihadistas, con las personas que había que matar”. Volvió a Mosul a finales del año pasado, para participar en la misa de la era post-Daesh y encontró su iglesia completamente destrozada. La torre que tenía el reloj fue totalmente destruida, el convento transformado en prisión y las habitaciones en centros para la fabricación de bombas artesanales y cinturas explosivas. “Soy optimista -concluye- la última será una palabra de paz, no de violencia”.