China, Estado comunista, supuesta separación radical del Estado y las religiones... en la práctica, control del Estado sobre las religiones, que empiezan a usarse como una oficina más del sistema.
Pero la novedad es que ahora se visualiza con el hecho de que tres obispos católicos han participado el 11 de marzo, con voto y voz en la Asamblea Nacional que acaba de cambiar la Constitución para concentrar todo tipo de poderes sin límite de tiempo en el actual presidente del país, Xi Jimping. Es el mayior cambio constitucional en 36 años.
El analista de la agencia misionera AsiaNews, Wang Zhicheng, explica qué obispos son:
- Joseph Huang Bingzhang de Shantou, excomulgado públicamente por Roma desde 2011
- Guo Jincai, de Chengde, ordenado ilegítimamente (sin permiso del Papa)
- Fang Jianping, ordenado ilícitamente; tras haber recibido el perdón de Roma, participó en tres ordenaciones episcopales ilícitas como consagrante o como con-celebrante (en desobediencia a Roma).
Xi Jinping, nuevo emperador eterno
En China muchos hablan (cuando nadie les puede ver o denunciar) del presidente Xi Jinping como un nuevo "emperador eterno", debido a las nuevas enmiendas de la Constitución: se permite ahora una duración ilimitada para el cargo de presidente de Estado. Y la Constitución agregar en el Preámbulo un texto llamado “Pensamiento de Xi Jinping”.
La nueva enmienda número cinco establece el llamado "sanweiyiti": tres cargos en una sola persona, es decir, que Xi Jimping sea a la vez:
-Secretario general del Partido,
- Presidente del Estado
- y Presidente de la Comisión militar central,
Además, si antes se establecía un límite de dos mandatos de 5 años, ahora no ha límite de tiempo: el líder puede ser vitalicio.
Tres obispos-funcionarios dóciles al poder
Uno de los tres obispos en la Asamblea que votó la normativa es el obispo de Shantou, Joseph Huang Bingzhang, que fue excomulgado públicamente por la Santa Sede en el año 2011. Se trata de un obispo nombrado por el gobierno y por el cual -en octubre y diciembre pasados- la Santa Sede solicitó al obispo ordinario de la diócesis, Zhuang Jianjian, que presentase su renuncia.
El segundo obispo es Guo Jincai, de Chengde, que fue ordenado ilegítimamente, sin el mandato papal, en el 2010. En ese entonces, cuando se anunció su ordenación episcopal, el Vaticano afirmó que no había una diócesis de Chengde en la jerarquía católica, y que por ende, no podían reconocerlo como obispo. Guo, secretario general del Consejo episcopal -controlado por el gobierno- aún espera que la Santa Sede lo reconozca junto a la diócesis de Chengde.
El tercero en cuestión es el obispo Fang Jianping, que fue ordenado ilícitamente en el año 2000 y luego fue perdonado por la Santa Sede. Muchos católicos chinos han criticado un perdón que llegó demasiado pronto, visto que Fang no ha mostrado ningún remordimiento y tras haber recibido el perdón, ha participado en tres ordenaciones episcopales ilícitas como consagrante o como con-celebrante.
Hace dos días, cuando hablaba con los periodistas al margen de la asamblea, ante la pregunta de si los católicos chinos necesitan apoyar a Xi Jinping, la respuesta del obispo Fang fue “naturalmente que sí”, subrayando que “siendo ciudadanos de una país, la ciudadanía debiera estar antes de una religión y de un credo”.
Cuando le preguntaron qué era más importante, si Dios o el Partido comunista, Fang, el vicepresidente de la conferencia episcopal, el 9 de marzo declaró que “lo que es de Dios pertenece a Dios, y lo del país, al país”.