Miao es una diócesis del noreste de la India, en la frontera con China, que en 1979 tenía apenas unos 900 católicos y que hoy cuenta con cien veces más, 90.000. Los católicos ya son uno de cada cinco habitantes de la zona, cuando hace 40 años eran apenas perceptibles.
Su obispo, George Pallipparambil, explica que cuando él llegó a la diócesis hace cuatro décadas no tenía ni planes, ni había iglesia, "ni nada". "Dios lo hizo", explica a en una entrevista en inglés a CNA (agencia en inglés del Grupo ACI).
El obispo de Miao se toma un té...
Inicios: una zona remota y bajo control del ejército
Hasta hace muy poco tiempo, Miao, en el estado noreste de Arunachal Pradesh, frontera con China, era considerada remota y casi inaccesible. Hace 40 años, cuando llegó Pallipparambil, la región la administraba el ejército indio. Era, dice, como un “estado dentro de otro estado”. Poblada por tribus en conflicto, se consideraba un espacio inaccesible para la Iglesia.
Pallipparambil ya tenía entonces experiencia trabajando en el sur de la India, en Kerala, con hijos de familias no cristianas, de otras regiones, que estudiaban en colegios cristianos. Cuando los pequeños regresaban a sus tribus bien alimentados, leyendo, escribiendo y con fe cristiana, los mayores preguntaban: “Querido Padre George, por favor venga y cuéntenos más sobre este Dios Jesús, que ha hecho tanto por nuestros niños”.
Cuando llegó al moreste en 1979 comprobó que en la región los sacerdotes y la evangelización estaban prohibidos. Un día, cuando iba de pueblo en pueblo anunciando el Evangelio con un laico, fue arrestado y llevado al cuartel de la policía local para interrogarle durante horas. Era la Navidad de 1980 y los habitantes del pueblo donde había estado predicando acudieron (varios cientos, con espadas y antorchas) al cuartel de policía pidiendo "devuélvannos a nuestro padre". Lo soltaron en pocas horas.
Hambre de Evangelio porque libera y da dignidad
Pallipparambil descubrió que la gente tenía hambre por el Evangelio. “Vivían al nivel del animismo. Para ellos el Evangelio era algo muy significativo y les daba la liberación en un sentido muy amplio, ya que les otorgó una dignidad que no habían conocido antes”.
Por ejemplo, el sacrificio ritual de animales les mantenía en la pobreza. “El cristianismo, la libertad del Evangelio, también fue una forma de liberación económica”, indicó, ya que de esa forma se abrieron a cosas como la medicina, la educación y varias otras más que no tenían antes.
“La conversión, debidamente entendida, especialmente en India, es como un niño que está creciendo: es natural. Para ellos fue tan simple como esto: nacieron y vivían una forma primitiva de religión, pero luego encontraron algo mejor”. “La religión es algo de la vida de todos los días de la persona, y ellos estaban esclavizados por estas creencias animistas que eran todo lo que conocían”, explica el obispo.
“Nunca nos concentramos en poner el Evangelio en la cabeza de nadie. Nuestra meta primaria era ayudarlos con lo que se necesitara: educación, medicina, lo que fuera. Estos eran los trabajos que hacíamos, y ellos comprendían. Veían que estábamos allí, viviendo con ellos, entre ellos, vieron el testimonio. Aceptar el Evangelio fue fruto de nuestro trabajo de amor, dado libremente”.
40 escuelas en 30 años... una región sin castas
El obispo ha abierto unas 40 escuelas en los últimos 30 años y con eso impulsa la dignidad de sus fieles. Pero dice que el crecimiento de los bautizados no se debe solo a eso. “Es una intervención real y directa del Espíritu Santo en sus vidas, no somos nosotros”, considera el obispo.
“Aquí no hay sistema de castas, por eso han aceptado la dignidad en el Evangelio y han rechazado el hinduismo”, precisó.
Con el cristianismo han ganado además mucha libertad y dignidad las mujeres.
“Esta era una sociedad donde las mujeres solo eran criadas para las labores de la casa y los niños” y en muchos sitios era común la poligamia. Además, los padres vendían a sus hijas para el matrimonio.
Ante esta realidad, explicó el obispo, “no la peleamos directamente ni insistimos en que estaba mal. En vez de eso comenzamos a educar a las niñas más pequeñas, organizamos cursos para ellas y les enseñamos... y ahora estas mujeres han florecido”.
“Poco a poco el mundo se fue transformando completamente para estas mujeres” que ahora son líderes en sus pueblos, apoyadas por grupos católicos de mujeres y alentando a la comunidad en la vida cotidiana.
El obispo dijo a CNA que ahora las mujeres, cuando eligen esposo, siempre insisten en que sean hombres cristianos u hombres que se van a convertir en cristianos. “En el cristianismo el matrimonio es de iguales, basados en el amor. Esto fue transformador para las tribus y ahora se ha difundido en todo el estado” de Arunachal Pradesh.
Los seminaristas son hijos de misioneros laicos
Pallipparambil fue designado obispo cuando se creó la diócesis en 2005 y fundó un seminario. Sus estudiantes “están realmente comprometidos con la misión porque sus padres fueron laicos misioneros. Son quienes trajeron la Iglesia aquí, plantaron la Iglesia, sufrieron por ella”.
Puesto que los clérigos misioneros estaban prohibidos hace 40 años, hubo una primera generación de laicos misioneros locales evangelizadores. “Predicaban, convertían a la gente, bautizaban y –dado que la Misa era imposible y no se permitía que hubiera sacerdotes– alguno de ellos reunían a la gente en los pueblos una vez a la semana y los hacían rezar juntos, hacer las lecturas del día y cantar los himnos”.
Hoy hay 28 sacerdotes diocesanos y 68 de órdenes religiosas que sirven a los 90.000 católicos. Están en un territorio de 44.000 kilómetros cuadrados (algo más grande que Extremadura), muchas veces en zonas inaccesibles para vehículos. “Nadie deja nada para que lo haga el sacerdote. Ellos (los laicos) son la Iglesia, ellos tiene que llevar el Evangelio. Lo saben porque la construyeron”, dijo el Prelado a CNA.
Cuando una comunidad comienza en un pueblo, se hace con reuniones en la casa de algún catequista laico y, cuando crecen al punto de necesitar una iglesia, la construyen físicamente ellos mismos. Los sacerdotes son esenciales, claro está, para escuchar confesiones y celebrar Misa, pero son los laicos los que evangelizan, los que forman la Iglesia. En los pueblos remotos, los misioneros laicos no llevan a la gente a otro lugar donde haya iglesia: se quedan allí construyéndola”.
¿Sólo para la India remota? No: confiar en laicos funciona
Al ser preguntado sobre si considera que este tipo de evangelización puede ser un modelo para otros lugares, el obispo explicó que “sin ninguna duda. Tenemos que darle más espacio al Espíritu Santo y su acción, y menos a la ‘artillería pesada’ en la que generalmente los católicos confiamos”.
“Sí, los catequistas tienen que recibir ciertos cursos, pero eso es pura teoría. ¿Cómo ayuda eso a difundir el Evangelio? Para lograr esto se necesita una verdadera experiencia de Dios en tu vida y llevar eso al contacto con los otros”. De esa forma la Iglesia crece, agregó.
Cuando le preguntan sobre el debate acerca de la posibilidad de ordenar sacerdotes a hombres casados, explica su experiencia. "Siempre que tengo una reunión con jóvenes en edad universitaria, les pregunto: ‘¿Creen que más de ustedes se harían sacerdotes si les permitieran casarse?’. Y la respuesta es la misma y con claridad: ‘No queremos sacerdotes casados’”. “De una cosa estoy seguro: por el bautismo todos somos sacerdotes, así que abracemos este ‘sacerdocio’ en el laicado y dejemos de insistir en esta solución clerical para todo”, resaltó el obispo.
En general, dijo, “los sacerdotes tienen que estar más disponibles para que puedan llegar a más personas con menos miembros. Tenemos que cambiar ciertas cosas con nuestro pensamiento, nuestros horarios de vida sacerdotal y hacernos mucho más flexibles”.
El obispo añade: "Crecemos por interacción. Todos podemos pasar nuestras vidas encerrados en bibliotecas o en sitios web leyendo de todo, haciéndonos expertos gigantes... pero solos. ¿No sería más útil a Dios si supiera la mitad de eso pero viviéramos toda la vida compartiendo con los demás?”.
(Adaptado de la traducción de Walter Sánchez Silva en Aciprensa, a partir del original inglés del CNA)