La persecución contra los cristianos en el norte de Burkina Faso es ya sistemática y organizada. Así lo aseguran fuentes cercanas a la Fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada, que relatan que la población cristiana está siendo exterminada o expulsada de sus pueblos por extremistas islámicos.
Según explican desde esta fundación pontificia, las últimas en ser abandonadas han sido las poblaciones de Hitté y Rounga, que recibieron el ultimátum de los terroristas de convertirse o abandonar sus casas. “No son casos únicos, sino que forman parte de un plan de avance para sembrar el terror, asesinando a miembros de las comunidades cristianas y haciendo huir al resto después de avisarles que en un plazo de tres días volverán y no quieren encontrar ni un cristiano ni un catecúmeno”, cuentan estas fuentes.
La primera población atacada fue Toulfé, cuando a finales de mayo los yihadistas mataron durante la celebración religiosa a cinco personas, entre ellos un catequista, e hirieron a un segundo catequista. “De Touflé los extremistas avanzaron a la localidad de Babo, que también recibió un ultimátum. Muchos huyeron, los que se quedaron vieron como los terroristas asesinaban a tres personas, entre ellos a Jean-Paul, que había quedado como responsable de la comunidad y organizaba los grupos de oración”.
La última localidad amenazada ha sido Hitté. “A principios de septiembre, 16 hombres llegaron al pueblo e interceptaron a la gente que regresaba de los campos. Mientras unos les obligaban a meterse en la iglesia y amenazaban a los cristianos para que abandonaran sus casas en un plazo de tres días, otros quemaban lo que encontraban por el camino. Hitté ha quedado sin cristianos o catecúmenos”, confirman las fuentes. Después los hombres armados siguieron su avance a Rounga, que también ha sido evacuada.
7.000 desplazados por los ataques
Según cuentan a ACN, “sólo de estas dos poblaciones han huido casi 2.000 personas, que han sido recogidas en una escuela primaria de Ouindigui”. También Titao, otra ciudad cercana, ha estado acogiendo desplazados desde los comienzos de la persecución. Ahora acoge a casi 7.000 víctimas de la violencia y el destierro.
En Titao la Iglesia Católica por medio de Cáritas se encarga de organizar la ayuda social y pastoral, la atención medica de enfermos y ancianos, además de acompañar a la población que está muy traumatizada. “Es una situación muy difícil de manejar pero que ha traído la solidaridad del resto de la población de Titao, incluso la musulmana, que no comparte el extremismo radical de los terroristas y aporta comida y agua para ayudar a la iglesia local a paliar las necesidades más básicas de los refugiados”.
Las autoridades locales de Titao están conmovidas por la situación dolorosa y dramática que está sufriendo la región. Sin embargo, ”los informes a las instancias superiores son acogidos con silencio. No hay respuestas”.
Otro gran problema es la falta de colaboración de las fuerzas del orden, la gendarmería y la policía, a la hora de colaborar para recuperar los cuerpos de los cristianos asesinados, reprochan las fuentes consultadas. “Ponen muchas dificultades para acompañar a recoger los cuerpos y enterrarlos, dicen que no es seguro, así que es muy difícil. En algunos casos las fuerzas de seguridad se han negado. Una vez las hijas de los asesinados se llenaron de valentía y fueron con un triciclo para obtener los cuerpos y poder enterrarlos. Tampoco en Babo ha sido sencillo. Tuvieron que ir de noche con motos a recoger los cuerpos entre dos personas, robaron los cuerpos y los trajeron a Titao. Los cuerpos habían empezado a descomponerse. Después de eso, muchos tuvieron problemas de salud. Todo esto es inhumano.”
Terroristas locales, armas extranjeras
Las fuentes consultadas advierten que “si bien la mayoría de los terroristas son de la etnia fulani (peuls) no se debe estigmatizar a todos los fulani (peuls)” porque hay una fuerza mayor detrás de los atacantes. “Alguien empuja a estas personas a tomar armas, les da las armas para matar a sus hermanos con quienes han vivido durante mucho tiempo. Y es que aunque hay extranjeros entre los terroristas, la mayoría no son extraños. Son personas que vivieron durante mucho tiempo en la zona, se conoce a su familia, y de la noche a la mañana se han convertido en enemigos de la población. Esas personas están siendo manipuladas.”
Por eso el primer culpable de la crisis y el aumento de la violencia en el país habría que buscarlo fuera: “Estas armas no se fabrican en Burkina Faso. Sabemos que quienes dan estas armas son compañías internacionales que realmente cuidan solo de sus intereses. Los que suministran las armas desconocen el valor de la humanidad. Pedimos que estas armas sean eliminadas y la paz volverá a Burkina”.
En caso contrario las consecuencias pueden ser gravísimas, explican las fuentes: “La paz debe llegar de inmediato, de lo contrario pueden empezar las represalias. La gente sabe ‘ese es el que mató a mi padre, o a mi hermano’. Es muy difícil. Después de tanta barbarie se es insensible a la paz. Además la gente lo ha perdido todo y van a perderse también las cosechas, la consecuencia será el hambre. La situación es crítica. Por favor recen para que Dios pueda tocar los corazones y la paz regrese”.
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