En 2017, pidió colaboración a la Fundación para construir una iglesia en la aldea de Nsadop, en la localidad de Boki. La parroquia tiene una población de 700 católicos de aproximadamente 3.000 personas que viven en Nsadop.
Esta comunidad católica trabaja por la paz, por construir una iglesia devastada por la guerra en 2010, que también causó enormes pérdidas de vidas, viviendas y granjas.
“El obispo pensó que la creación de una comunidad cristiana autónoma, con un sacerdote residente, facilitaría el proceso de reconciliación y restauración, además de atender sus necesidades espirituales”, afirma el padre Abem.
El sacerdote pidió apoyo a CARF: “Su ayuda aliviará los sufrimientos de los campesinos que luchan por reasentarse después de la guerra. Es nuestra oración pedimos a Dios que nos conceda la ayuda necesaria para llevar a término este proyecto ya iniciado, como así también por todos los benefactores y sus familias que sin conocernos estarán presentes en el presente y futuro de esta comunidad. ¡Muchas gracias y que Dios los bendiga!”.
Al finalizar 2017, CARF pudo enviar a la diócesis de Ogoja en Nigeria una cantidad donada por los benefactores y amigos de la Fundación, aunque todavía no es suficiente.
El padre Abem explica: “Estamos en la etapa de techar la Iglesia ahora. Con el valor económico actual de las cosas en Nigeria, se requieren alrededor de 20,000 euros para completar el techado de esta Iglesia. También se buscan contribuciones locales de los feligreses”.
La parroquia es un proyecto en curso, pero lograr que la iglesia se termine y se dedique depende de la cantidad de fondos y apoyo que tengamos disponible. Estimamos que, si los fondos están listos, el techo y el mobiliario de la iglesia pueden estar en un año.
Fr. Patrick Abem explica las ventajas de construir una parroquia en esta comunidad devastada por la guerra:
“Primero, con la realidad de una parroquia, se mejora el proceso de reconciliación y reintegración de las personas. En segundo lugar, la parroquia significa la presencia de Dios y el apoyo después de un momento oscuro de devastación causada por la guerra. En tercer lugar, la parroquia es un agente de paz entre la gente. Mi trabajo en esta comunidad como sacerdote ha continuado tranquilizándome sobre los impactos positivos que una parroquia puede tener en las personas que tienen un historial de conflictos comunitarios. Restringe a las personas de la violencia y otros crímenes. La parroquia atrae a la gente a redescubrir la alegría de vivir en paz sin guerra”.