Bryce Kathage caminaba rumbo a la biblioteca en la Universidad Católica de Australia (ACU) cuando vio que se celebraba una misa en la capilla. Decidió entonces detenerse a echar un vistazo. "No estaba seguro de que me permitieran entrar, no era católico", dijo.
Sentado en un banco en la parte de atrás, y tratando de no llamar mucho la atención, Bryce fue descubierto por el sacerdote franciscano Harry Chan, quien entonces era el capellán del campus. El padre Chan se acercó a él y entablaron una conversación que cambiaría la vida de Bryce. El fraile le invitó a aprender más sobre la fe católica y le recomendó una parroquia cercana.
Como una esponja nueva
Bryce creció teniendo una educación "normal", se crió en Mackay y se mudó a Brisbane para hacer la escuela secundaria. Trabajó en un hotel y después se unió al Ejército australiano como fusilero. "Tenía una idea realmente romántica del Ejército", dijo en The Catholic Leader. Pasó cuatro años en el Ejército, donde aprendió liderazgo y trabajo en equipo, sin embargo nunca encontró esa aventura que buscaba.
"Durante ese tiempo descubrí que quería ayudar a la gente, y decidí hacer enfermería", señaló. Terminó una licenciatura en Ciencias de la Salud en la Universidad Tecnológica de Queensland, pero el alcohol y los cigarrillos habían comenzado a ocupar una gran parte de su vida. Fue estando en el punto más bajo de su vida cuando tomó la decisión de rezar por primera vez en años.
"Le pedí a Dios una señal y después de la oración vi la señal y pensé que debía tomarlo como una especie de prueba de que había un Dios ahí fuera", explica. Bryce decidió buscar a Dios y éste comenzó a revelarse más y más en su vida. "Yo era como una esponja llena de malos hábitos. La fe me permitió exprimirlo todo y tener un agua limpia: el Espíritu Santo. Teniendo a Dios en tu corazón no sientes la necesidad de llenar eso con otras cosas", relató.
Pero Bryce seguía teniendo dudas, porque buscar a Dios con seriedad significaba que ya no era "libre" para elegir sus viejos hábitos. Sin embargo, una vida sin reglas ni orientación le comenzaba a parecer cada vez más peligrosa. "Todo aquello me llevó a cavar un hoyo, y antes de darme cuenta, ese hoyo era tan profundo que no tenía idea de cómo salir de él", expresó.
Bryce también tuvo que superar ese estigma asociado a convertirse al cristianismo. Recordó haber tenido que armarse de valor para salir y comprar una Biblia, y para defender su decisión cuando su entorno se lo cuestionaba.
En la universidad católica conoció al padre Harry y participó en el programa de iniciación cristiana para adultos. Bryce apuntó que la parte más increíble de las Escrituras era lo "interminables" que eran. "Podías leer el mismo pasaje dos veces seguidas y extraer ideas completamente nuevas cada vez".
Un plan orquestado
Reflexionando sobre su camino de fe, el joven aseguró haber visto la presencia del Espíritu Santo en su vida. "Los eventos y encuentros aparentemente aleatorios fueron parte de un plan mayor orquestado por Dios para llevarme a ACU".
Fue recibido en la Iglesia Católica en la pasada Vigilia Pascual, en la capilla de ACU Banyo, junto a familiares y amigos. "Resultó estresante recibir los sacramentos frente a todas esas personas tan cercanas, pero después de hacerlo, sientes una sensación de logro. Es increíble que todos comenzaran a darme la bienvenida a esta nueva familia. Fue uno de los mejores momentos de mi vida, sentir esa calidez", expresó.
Bryce pudo viajar recientemente a Lisboa para la Jornada Mundial de la Juventud 2023. "La historia de los santos es realmente interesante. Los santos eran esas personas que se dedicaron por completo durante toda su vida a acercarse a Dios. Caminar por donde ellos caminaron tiene un sentido muy especial", concluyó.