Tras años lejos de sus casas, expulsados con lo puesto de Estado Islámico, cuyos miembros destrozaron sus iglesias y sus hogares, los cristianos han podido celebrar de nuevo la Navidad en Mosul, reconquistada hace pocos meses.

En una emotiva y simbólica ceremonia, el patriarca caldeo, Louis Raphael Sako presidió la Misa de Navidad en la iglesia de San Pablo de Mosul. Lo hizo entre los escombros de un templo destruido por los yihadistas, y que jóvenes musulmanes han ayudado ahora a limpiar para que se pudiera celebrar la Eucaristía.


Junto al patriarca estaban otros obispos iraquíes de rito caldeo, siro católico e incluso uno siro ortodoxo. Y como fieles las 70 familias cristianas que han podido regresar a su casa, aunque estén dañadas o completamente destruidas. También les acompañaron en este momento tan especial, autoridades iraquíes, militares, líderes tribales y vecinos musulmanes.

“Estamos aquí reunidos para rezar por la paz y la estabilidad en esta antigua ciudad, en nuestro país y en el mundo entero”, afirmó en su homilía monseñor Sako. Además hizo un llamamiento al asegurar que “desde aquí apelamos a todos los musulmanes a hacer sentir su voz, para extinguir las tinieblas del extremismo, de la discriminación y del conflicto, para promover la paz, la tolerancia, la fraternidad y la dignidad”.


Sako puso como ejemplo el templo en el que se celebraba la misa: “es lo que estos jóvenes musulmanes han hecho al restituirnos esta iglesia; invitamos a los jóvenes cristianos, yazidíes y los pertenecientes a las demás minorías a unirse a ellos. Y esta solidaridad nos haga esperar que los dispersos puedan retornar a Mosul y vivir en paz”.

Mosul, segunda ciudad de Irak, y las ciudades de alrededor, es la zona de Irak que más cristianos congregaba y que tuvieron que huir en 2014 con la llegada de Estado Islámico. Decenas de miles de cristianos tuvieron que dejar sus casas, otros fueron asesinados por no renunciar a su fe. Otros pocos se quedaron en Mosul pagando el impuesto de sumisión”.