Canadá se ha convertido en la vanguardia en cuestiones como la imposición de la ideología de género mientras adopta otras polémicas medidas como el suicidio asistido, en una serie de políticas que están siendo impulsadas por el actual primer ministro Justin Trudeau.

Lo que se ve en Canadá ahora se irá viendo en el resto de países. Así lo alerta Andrew Bennet, que entre 2013 y 2016, ejerció como primer y también único embajador de Canadá para Libertad Religiosa. En una entrevista con The Catholic Register, que recoge Gaudium Press, asegura que aunque no se produce persecución como en muchos países, en Canadá y otros países occidentales los creyentes se enfrentan a desafíos notables para los que deben estar preparados.


“Podremos no tener martirio rojo en este país pero vamos a experimentar el ‘martirio blanco’: la vergüenza y la desaprobación”, asegura Bennet.

Durante una ponencia en el Instituto de Bioética Católica Canadiense, afirmaba que “mi temor es que la dimensión pública se está haciendo cada vez más una comunidad cerrada, donde las únicas personas que pueden habitarla sean las que se adhieran a este nuevo tipo de ortodoxia secular".


Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, es un entusiasta de la ideología de género


Es aquí donde Bennet denunció como la religión en general y el cristianismo en particular está siendo marginados en la política y los medios de comunicación.

Según su argumentario, el problema es que los canadienses ya no tienen la capacidad de comprender o respetar la contribución de la religión a la sociedad. Si bien encuestas recientes como la realizada por el Instituto Angus Reid afirma que sólo un 14 por ciento de los encuestados cree que la religión hace daño a la sociedad, Sin embargo, existe un 48 por ciento que considera que la contribución es una mezcla de bien y mal.

Para interpretar estos datos, David Seljak, sociólogo de la Religión de la Universidad de San Jerónimo aseguraba: "Usted tiene que preguntarse cuando las personas contestan esta pregunta ,'¿qué es lo que se están imaginando? Creo que ellos piensan en los hospitales, servicios de salud, servicios sociales, educación. Y ellos piensan en el hecho de que la religión le ofrece a las personas un sentido, una dirección y un compás moral", declaró.


Sin embargo, esto no significa que las personas aceptan las enseñanzas de la Iglesia en materias como el cuidado la final de la vida, la sacralidad de la vida desde la concepción y la apertura a la vida. "La gente está menos interesada en lo que la Iglesia enseña y lo que afirman los teólogos, pero están atentos a lo que hagan las Iglesias".

La aversión al cristianismo no se encontraría en la base de la sociedad canadiense. "Mi preocupación está al nivel de la élite", denunció Bennet. Mientras el estado proclama "una cierta moralidad" a través de las leyes, los medios de comunicación promueven la marginación de las visiones tradicionales sobre la vida, la familia y la identidad.