Con apenas 200 católicos, la inmensa mayoría personal diplomático, y sin relaciones con la Santa Sede, Afganistán es uno de los países con un menor número de cristianos. Aún así, la Iglesia, a través de una misión sui iuris, y un pequeño número de religiosas, quiere estar presente en este páís completamente inestable e inseguro. Y tal como recoge Cari Filii News, han decidido encomendarse a la Virgen María.
Este país, considerado el ‘corazón de Asia’ acaba de ser consagrado a la Virgen de Fátima para que pueda obtener “la paz anhelada”. Con este espíritu, el pasado 13 de noviembre se llevó a cabo la ceremonia de consagración de la misión sui iuris y de Afganistán al Inmaculado Corazón de María, en ocasión del centenario de la última aparición de Fátima.
La ceremonia de consagración se hizo en la capilla de la embajada italiana en Kabul. El presbitero Giovanni Scalese, ordinario de la misión sui iuris de Afganistán, afirma que “la participación fue buena” –teniendo en cuenta la “pequeña grey” cristiana que vive en el país.
En declaraciones a AsiaNews afirmaba “ha concelebrado el capellán católico (un dominico checo) de la base de la OTAN, que ha venido junto a algunas personas, militares y civiles, que se desempeñan en la base”, cuenta el padre Scalese. “También estuvieron presentes el primer consejero de la Embajada de Italia, y como es natural, todas las religiosas de la Misión y no pocos fieles. Muchos, en todas partes del mundo, se unieron a nosotros espiritualmente”.
La iniciativa nació porque “quien vive aquí no puede sino experimentar una fuerte sensación de frustración. Hace años que se trata de resolver la situación en Afganistán, no sólo con esfuerzos de tipo militar, sino también con la actividad diplomática y el socorro humanitario, pero no se ha llegado a ningún resultado. Es más, la situación se está deteriorando a medida que pasan los días. Es por eso que surgió la idea de dirigirse al Cielo, como última esperanza. Este año se cumple el centenario de Fátima, y hoy es el aniversario de la última aparición: ¿por qué, entonces, no consagrarnos (como individuos y como comunidad cristiana) y consagrar este país al Inmaculado Corazón de María?”.
“Nos empuja la convicción de que las situaciones más difíciles e intrincadas pueden resolverse de un momento a otro, sin el más mínimo esfuerzo humano. Quien dirige la historia está más allá y va fuera de la historia”. Y cita el recuerdo de la consagración de Rusia, pocos años antes de la caída del muro de Berlín y en la etapa final de la Unión Soviética: “Si [esta] condujo al fin del comunismo, ¿no podría entonces la consagración de Afganistán traer algo de paz a este atormentado país?”
Para el sacerdote, el hecho de que el país sea totalmente musulmán no es un problema. Como se recita en el acto de consagración: “los afganos no pertenecen a nuestra grey, pero son nuestros hermanos e hijos tuyos; también ellos han sido redimidos por la sangre de Tu Hijo”. “Vivimos un momento histórico importante; quizás incluso ni siquiera nos damos cuenta de los cambios de época que estamos viviendo”, concluye el padre Scalese. “La consagración al Inmaculado Corazón nos ayuda a vivir nuestro tiempo de un modo más consciente y con una disponibilidad total a la voluntad de Dios”.