El primer zimbabuense que fue sacerdote católico fue Miguel, el hijo del Rey Kapranzine de la dinastía Monomotapa. Cuando los portugueses tomaron control del país en 1629 (aún dentro de la Monarquía hispánica, de la que Portugal no se separaría hasta 1640) tomaron como rehén al joven príncipe y lo enviaron a estudiar con los dominicos a Goa, en la India. Fue ordenado sacerdote dominico en Lisboa y volvió a la India como predicador y sacerdote de devoción sincera y buena fama. Nunca se animó a volver a Zimbabue.
Hay que tener en cuenta que los portugueses ordenaban algunos sacerdotes africanos (de Congo y Angola) y también de la India, desde el siglo XVI: ya en 1518 un documento papal autorizaba a la capellanía real en Lisboa que ordenase a "etíopes, indios y africanos, que puedan alcanzar el estándar moral y educacional requerido para el sacerdocio".
La evangelización en Zimbabue tardó en despegar. Los jesuitas lo intentaron sin gran éxito entre 1607 y 1759. De 1775 a 1879 no hubo ni un solo sacerdote en el territorio de Zimbabue. En esa época empezaron a llegar otra vez misioneros católicos, no del Mozambique portugués, sino de la Sudáfrica británica. Los misioneros protestantes, sobre todo anglicanos, con el famoso Doctor Livingstone a la cabeza, habían llegado veinte años antes, desde 1859.
Los habitantes de Zimbabue siguieron con gran atención el discurso de dimisión de Mugabe
Hoy Zimbabue tiene unos 13 millones de habitantes, de los que aproximadamente un 80% son cristianos protestantes y un 7% (aproximadamente 1 millón) son católicos, incluyendo, al menos nominalmente a Robert Mugabe. La Iglesia cuenta con 12 diócesis.
En la de Gokwe acaba de retirarse el obispo misionero español Ángel Floro Martínez, natural de Ayna, Albacete, que lleva más de 50 años en el país. Otro obispo español en el país es el zaragozano José Alberto Serrano, obispo de Hwange desde 2006. Una misionera española en Dete, Rosa Abad, de las Hijas del Calvario, recibió en 2007 la Medalla del Mérito de Isabel la Católica por su trabajo caritativo con ancianos.
Ahora el país vive un momento histórico, pero también de gran incertidumbre, tras los sucesos que se han producido durante los últimos días que han provocado la intervención del Ejército y la posterior renuncia de Mugabe, que ha ejercido el poder de manera autoritaria durante los últimos 37 años.
El ex mandatario desató una gran polémica tras destituir, a inicios de noviembre, al vicepresidente Emmerson Mnangagwa para darle el puesto a su esposa. Esta decisión provocó que el 15 de noviembre los militares llevaran a cabo un golpe de estado y pusieran a Mugabe bajo arresto domiciliario. Finalmente, ha tenido que ceder y al renunciar no ha nombrado sucesor por lo que se abre un periodo nuevo en el país africano.
En toda esta crisis, los líderes cristianos del país, ya sean los obispos católicos como los representantes de las iglesias protestantes, han seguido una misma línea. El pasado 30 de octubre, antes de que se produjese la crisis que acabara con el poder de Mugabe, emitieron un comunicado en el que pedían la “formalización de un gobierno de transición de unidad nacional que supervise la transición sin problemas a unas elecciones libres y justas”.
“Vemos la situación actual no solo como una crisis en la que estamos indefensos. Vemos el acuerdo actual como una oportunidad para el nacimiento de una nueva nación. Nuestro Dios creó todo del caos. Para que algo nuevo nazca necesitamos definir claramente nuestro problema”.
El pasado domingo, ya en plena crisis, los obispos católicos del país incidieron en que la estabilidad de la nación “sólo se puede alcanzar a través de personas inclusivas y de procesos de participación en una vía democrática” que lleve al país a una “cultura de elecciones libres y justas, referéndums y consultas”. Además, pedía que los acusados por los distintos crímenes sean juzgados por los tribunales.
¿Qué papel puede jugar la Iglesia Católica en Zimbabue a partir de ahora? El analista católico John L. Allen apunta en Crux la posibilidad de que la transformación del país pueda estar impulsado por los católicos.
En el pasado siglo XX, recuerda Allen, líderes católicos lograron impulsar la transformación de sociedades enteras cuando no parecía posible. La construcción europea tras las II Guerra Mundial tuvo como protagonistas a estadistas católicos. En Polonia, Juan Pablo II y el movimiento Solidaridad, de inspiración católica, fueron fundamentales en el colapso y caída del bloque soviético así como otros ejemplos como Filipinas o países de América Latina.
Según su tesis, existe una posibilidad de que la transición del país pueda tener un liderazgo católico. Aunque reconoce que en Zimbabue la Iglesia es una minoría, en cambio sí que es muy respetada tanto por el pueblo como por las élites.
Pese a la complejidad de la situación en el país, que podría dar al traste con cualquier mediación, lo que sí parece ya claro es que se abre la etapa post-Mugabe y que en este proceso todavía él tiene una influencia tras décadas de poder.
Los obispos de Zimbabue, con el Papa Francisco, durante la visita ad limina que realizaron a Roma
Allen afirma que Mugabe “habla católico”, es decir, ha sido criado y educado en el catolicismo pese a que posteriormente sus hechos no se correspondan como tal. Nació cerca de una misión jesuita, creció en un hogar católico y fue a escuelas maristas y jesuitas, incluida a una universidad igualmente católica.
Uno de sus asesores y personas más cercanas durante años ha sido el jesuita Fidelis Mukonori, y está liderando un equipo de negociación entre el propio Mugabe y los militares.
De este modo, la trayectoria de Mugabe sí indica, según Allen, que el dictador está familiarizado con el pensamiento y el argot católico, y que podría tener puntos de contacto con la iglesia local, que podrían servir de intermediarios.
Por otro lado, los obispos de Zimbabue han dado siempre muestras de firmeza ante el régimen, denunciando con valentía sus tropelías y buscando siempre el bien común. Esta posición les da credibilidad en estos momentos tanto ante los militares como el pueblo, por lo que desde ya pueden estar listos para desempeñar un papel de liderazgo en esta transición que se está abriendo.
Y los comunicados que han publicado indican, sin lugar a dudas, que el camino a seguir indicado por la Iglesia pasa por la libertad y la democracia.