El gobierno de la muy pobre comarca de Yugan (provincia de Jiangxi, al sur de China) ha lanzado una campaña para quitar iconos e imágenes religiosas de las casas cristianas y poner en su lugar fotos del nuevo presidente y hombre fuerte de China, Xi Jinping. Es un caso clásico de sustituir a Dios por el poder político o mandamás de turno.
En China recuerda al exagerado culto a la personalidad de Mao Zedong, fundador de la China comunista (y responsable de 70 millones de muertos en tiempos de paz, según la biografía de 2005 de Jung Chang y Jon Halliday).
La agencia AsiaNews se hace eco de informes a través de las redes sociales que cuentan que, en la pequeña localidad de Huangjinbu, algunos funcionarios han visitado a familias cristianas con la excusa de promover las políticas de gobierno contra la pobreza. Una vez en la casa, buscan “derretir el duro hielo de su corazón” y “transformarlos, pasando de creer en la religión a creer en el Partido”.
Según estas informaciones, surgidas de funcionarios satisfechos, más de 600 habitantes “voluntariamente” retiraron de sus hogares los textos y pinturas religiosas, para reemplazarlos por -exactamente- 453 retratos de Xi. Una publicación con estos datos fue luego retirada de la red, pero la campaña en cuestión ha sido confirmada por los habitantes y por funcionarios locales.
Una persona que reside en otra municipalidad de la comarca declara que las familias retiraron sus iconos e imágenes cristianas porque fueron obligadas a ello. “Todos tienen su credo, y por cierto, no querían quitarlos. Pero no había salida. Si no aceptan, no les entregan la cuota de fondos para la lucha contra la pobreza”.
Qi Yan, jefe del congreso popular de Huangjinbu y responsable del programa de apoyo a la población, niega que las personas hayan sido obligadas, y detalla que la exigencia se aplicaba solo en el núcleo central de la casa: en el dormitorio de la casa aún se permite tener devociones privadas, por ejemplo.
Qi Yan también refiere que la campaña tiene una larga duración: se está desarrollando desde el mes de marzo y enseña a las familias cristianas que quien les ayuda contra la pobreza es el Partido, no Dios. “Creen que Dios es su salvador; después del trabajo de nuestros funcionarios, se darán cuenta del error, y pensarán: no debemos encomendarnos más a Jesús, sino al Partido”, explica este responsable de la "caridad" gubernamental.
Situado junto al lago Poyang, la comarca de Yugan es conocido por la difundida pobreza y por la gran comunidad cristiana que lo caracteriza: más del 11% del millón de habitantes vive por debajo de la línea de pobreza, y casi el 10% de la población es cristiana.
Aquí, al igual que en el resto del país, el Partido Comunista trata de contrasresta la influencia del cristianismo, que ha ido creciendo rápidamente desde el fin de la Revolución Cultural, hace más de 40 años. Según algunas estimaciones -de comprobación imposible-, en China, el número de cristianos ya habría superado el número de afiliados al Partido, que se calcula en 90 millones, en un país de 1.380 millones.
En este vídeo de HM Televisión, un sacerdote de la Iglesia clandestina en China cuenta cómo es la vida de los fieles que tratan de evitar el control del Partido Comunista