El pasado mes de agosto se celebró en Yakarta, la capital de Indonesia, la Jornada Asiática de la Juventud, que congregó a miles de jóvenes católicos de todo el continente. 

Pero junto a esos signos de normalidad conviven otros que anuncian un incremento de los problemas causados por el fundamentalismo islámico.

Cerca del 20% de los estudiantes de las escuelas superiores y de las universidades indonesias prefieren la institución de un califato antes que un gobierno laico, y un 25% estaría dispuesto a combatir por el islam. Así se desprende de un reciente sondeo de Alvara referido al país musulmán más poblado del mundo, con más de 250 millones de habitantes, de los cuales el 86% son mahometanos.

No se trata, sin embargo, de un estado islámico, sino que reconoce la pluralidad religiosa. De ahí que el incremento de la presión fundamentalista preocupe tanto a las autoridades como a las minorías protestante, católica, budista, hinduista y confucionista, que son las otras cinco oficialmente reconocidas.

Uno de los ejemplos de ese auge islamista es el encarcelamiento el 9 de mayo del ex gobernador de Yakarta, Basuki Purnama, popularmente conocido como Ahok, cristiano de etnia china, condenado a dos años de prisión por supuesta "blasfemia" tras ser impedida su reelección, que había conseguido con el apoyo de la mayoría musulmana. Su "blasfemia" fue afirmar en campaña que el Corán no impide a un musulmán votar a un cristiano. 

Grupos como el Frente de los Defensores del Islam piden que se imponga la sharia y que el país solo pueda tener líderes islamistas.


Tras el encarcelamiento de Ahok el 9 de mayo, el día 10 tomó posesión del cargo el subgobernador, Djarot Saiful Hidayat, a quien en este vídeo se ve, con gafas y bigote, junto a la persona que dirige el canto de un hermoso himno indonesio. Numerosos asistentes, entre ellos abundancia de cristianos, tenían lágrimas en los ojos ante el destino de Ahok. Pincha aquí para leer un análisis de José Luis Restán sobre la situación en Indonesia.

Las autoridades, encabezadas por el presidente Joko Widodo, han alzado varias veces la voz de alarma ante la infiltración del islamismo en las organizaciones estudiantiles y en las actividades en los campus. El mes pasado el parlamento aprobó un decreto presidencial que prohíbe las organizaciones civiles contrarias a la ideología secular del país. Hizb-ut-Tahrir, grupo que pide la institución de un califato en Indonesia, fue disuelto en aplicación del decreto. Widodo pronunció diversos discursos en las escuelas islámicas de todo el país, subrayando la importancia de la diversidad y de la unidad nacional. En setiembre organizó una conferencia ante tres mil responsables universitarios para promover la Pancasila, ideología laica oficial del estado indonesio.

Según informa Asia News, el extremismo no se difunde solamente entre las fajas más jóvenes de la población, también entre la clase media de las periferias. Lo afirma un estudio de Setara, organización defensora de los derechos humanos. La investigación, realizada de julio a octubre pasado, descubrió que Bogor y Depok, dos ciudades satélites al sur de Yakarta (Java Oeste), se convirtieron en objetivo preferente de los predicadores radicales. Esa región ha sido considerada por la comisión nacional por los derechos humanos como la menos tolerante. 

En marzo, manifestantes islamistas interrumpieron la función dominical de tres congregaciones protestantes junto al complejo de Griya Parung Panjang (distrito de Parung Panjang, regencia de Bogor), a pesar de que las celebraban en una casa privada porque sus intentos de construir una iglesia habían sido rechazados varias veces.