Hoy en día... si un padre quiere leer un cuento a su hijo o ponerle unos dibujos en la televisión deberá antes hacer un estudio pormenorizado de cada hoja o de cada fotograma. No hay rendija por la que no se intente colar el adoctrinamiento de género.
"Mi corazón dice que como me siento más a gusto es usando el nombre de Fred porque soy no binario y Fred es el nombre que más me va. También uso 'elle' y 'elles' porque cuando me llaman 'ella' o 'él' no siento que sea lo correcto", dice el nieto bisonte.
"Eso no lo sabía, no me extraña que te cueste centrarte. ¿Cómo vas a liderar la manada sin ser tu verdadero tú? Siento mucho no haber utilizado el nombre y los pronombres correctos. Gracias por mostrarme tu corazón", contesta la abuela.
Se trata de la conversación que mantiene una abuela bisonte con su nieto, en el octavo episodio de la quinta temporada de 'Ridley Jones, la guardiana del museo'. Una serie recomendada por Netflix desde los cero años.
El fragmento fue finalmente suspendido, después de que los espectadores se quejaran de "adoctrinamiento" y sometimiento a la "agenda 'woke'". Sin embargo, no ha sido eliminado del catálogo de la plataforma.
Una intrusión absurda
"Les estamos inyectando a los niños unas exigencias que no corresponden a la infancia. Los niños no tienen tampoco por qué entender todo lo que pasa en una ficción", comenta al diario ABC José Ramón Ubieto, profesor de Educación de la Universidad Oberta de Cataluña (UOC).
Carmen Sánchez Maíllo, del Instituto CEU de Estudios de la Familia, tiene claro que se busca "generar una nueva visión del mundo, sin tener en cuenta que forzar la inclusión es una intrusión que resulta absurda, ridícula. Cada familia educará a sus hijos según su modo de entender la vida. No todas tienen que ser iguales; no se respeta la libertad educativa de los progenitores si se producen este tipo de adoctrinamientos", afirma la experta al diario.
Es lo que ocurre con el movimiento 'woke', que también ha descubierto una mina en las tiernas mentes de los niños. Este fenómeno político aboga por dar un mayor protagonismo a cualquier grupo considerado minoritario o marginado en la ficción. Es el caso de la nueva versión de 'La Sirenita', que olvida el origen nórdico de Ariel y cambia el color de piel de la protagonista, de algunas sirenas y casi de la gaviota parlante.
Así ocurre también con la nueva Peter Pan (que ahora es 'Peter Pan & Wendy'), con una Campanilla negra. Si alguien quiere ver la original en Disney+, un cartel le advertirá de que contiene "representaciones negativas o tratamiento inapropiado de personas o culturas".
La carrera por ver qué plataforma es más "inclusiva", tanto en el tema sexual como en el racial, está desatada. En 2020, la plataforma Netflix apostó por un Drácula bisexual. El famoso personaje de Bram Stoker se interesaba tanto por mujeres como por hombres, y entraba en páginas de contactos, accediendo a distintos hombres.
Una de las grandes apuestas de Netflix fue The Half of It, de la directora Alice Wu. La tímida estudiante Ellie es contratada por el deportista Paul que necesita ayuda para cortejar a la chica más popular del colegio. Pero su nueva e improbable amistad se vuelve complicada cuando Ellie descubre que siente algo por la misma chica.
En los últimos cuatro años, los contenidos de Netflix "mejoraron en lo que respecta a la representación de la comunidad Lgtbiq+", según presume la compañía en un informe. "Incorporar más personajes en series y películas es una forma clave de aumentar la representación Lgtbiq+ en general", enuncia el estudio.
El lobby gay... lo puede todo
Pero, si hay alguien presionando por detrás a estas compañías, para que se plieguen a los postulados de género, ese es el lobby homosexual GLAAD. Que desde 1985 se especializa en contar personajes LGTB en teleseries americanas y en exigir que aparezcan más.
En 2019, GLAAD manifestó que había ya un 10 por ciento de personajes gays en las teleseries. En la sociedad, en cambio, las personas que se autodeclaran LGTB oscilan entre el 2 y el 4%. Por lo tanto, con un 10% de personajes LGTB, las teleseries norteamericanas multiplican por 3 la proporción real de población LGTB.
Sin embargo, al lobby gay, un 10% les parece poco. Así, en su informe (en la página 4) exigen "un nuevo reto, GLAAD llama a la industria a asegurarse que un 20 por ciento de los personajes estables en las series en abierto en hora principal sean LGTBQ para 2025". Dicen que tienen un estudio (llamado GLAAD Harris POll's Accelerating Acceptance) según el cual el 20% de los norteamericanos de 18 a 34 años son LGBTQ.
Lo que está claro es que Netflix es uno de los más potentes altavoces de la ideología de género: tiene 121 personajes LGTB en sus series, 33 más en 2019 que en 2018. Y lleva en el "número 1" desde que GLAAD empezó a estudiar los canales de streaming (puedes leer aquí más sobre el tema).
En 1989, dos homosexuales especializados en psicología y persuasión, Marshall Kirk y Hunter Madsen, publicaron su famoso libro After the Ball, explicando los pasos a seguir para normalizar la homosexualidad en la sociedad. "Esta es una campaña de propaganda descarada firmemente basada en principios de psicología y publicidad", declaraban en el libro.
Puedes ver aquí la conversación "no binaria" entre bisontes en Netflix.
Entre sus 6 pasos a seguir, uno era "parecer muchos". Y, efectivamente, colocando personajes gays en teleseries, canciones, tertulias, comics y hasta dibujos animados, se ha conseguido que un colectivo que según las encuestas es de un 3 o 4% de la población parezcan muchos más.