Patrash Soren es el rostro de miles de catequistas y agentes de pastoral que desempeñan una labor indispensable en los países de misión y sin cuya existencia la presencia de la Iglesia estaría gravemente comprometida.
Este católico de Bangladés lleva 47 años anunciando el Evangelio como catequista y ha preparado para el bautismo a miles de no católicos.
Nacido en la India hace 72 años en el seno de una familia baptista, se mudó a Bangladés cuando sólo tenía dos años. Más tarde, él y sus padres se hicieron católicos. En declaraciones a AsiaNews afirma: "Empecé a trabajar como catequista en 1975, con un sueldo mensual de 900 takas (9 euros, ed.). Llevé el mensaje de Dios a miles de personas y muchos lo acogieron. Predicar el Evangelio siempre ha sido un enorme placer para mí”.
Miembro de la tribu Santal y padre de cuatro hijas y dos hijos, Soren primero trabajó como profesor en la Novara Primary School de Suihari, que forma parte de la diócesis de Dinajpur, en el norte de Bangladés. Dejó este trabajo y eligió la vida de catequista, para predicar la fe directamente a otras personas.
"Generalmente, cuando recibimos una invitación, vamos a cualquier pueblo para anunciar el mensaje de Dios. Les enseñamos la catequesis, los himnos, la Biblia durante al menos tres años, los invitamos a participar en las actividades de la iglesia. Actualmente seguimos a los catecúmenos en 44 aldeas de la parroquia de Suihari, donde las personas, una vez preparadas, recibirán el bautismo", relata.
La diócesis de Dinajpur abarca 18 parroquias y cada una de estas comunidades tiene sus propias aldeas con sus catecúmenos. Fueron los misioneros del PIME quienes comenzaron a predicar el Evangelio en esta región del norte de Bangladés. Incluso hoy, algunos de sus sacerdotes están presentes junto con los Misioneros de la Inmaculada, pero los catequistas locales son los que se ocupan mayormente de la predicación.
"En esta zona hay grandes posibilidades de tocar el corazón de los no cristianos que quieren recibir el bautismo. A algunos les pregunté: ¿por qué quieren unirse a nosotros? Me contestaron que amaban nuestra forma de vida, nuestra cultura y las enseñanzas de Cristo", explicó Soren, que pasa la mayor parte del tiempo predicando entre la comunidad tribal.
Además, este catequista aclara que “jamás le decimos a nadie: 'Si recibes a Cristo, obtendrás algún favor'. Pero la gente de las tribus sigue viniendo a vernos y pide recibir el bautismo. Si vemos que el deseo es sincero y asisten a la oración y a la misa dominical con regularidad, después de completar al menos tres años de enseñanza y predicación, los bautizamos con la ayuda del obispo y los sacerdotes locales".
Soren informa que este año más de 100 adultos tribales recibieron el bautismo gracias al esfuerzo y la predicación de los catequistas: "Tenemos 32 hermanas catequistas, 20 catequistas remunerados a tiempo completo y más de 50 líderes de oración, que son los principales protagonistas de esta labor para llegar al corazón de los nuevos creyentes. Nuestro resultado más hermoso es que, al ver la vida de los nuevos creyentes, otros no cristianos también quieren recibir a Cristo".
Aunque se jubiló hace cinco años sigue desempeñando su servicio. Además de predicar, enseña a los nuevos catequistas: "He observado que los jóvenes de hoy no están muy interesados en ser catequistas. Pero la Iglesia Católica de este país necesita mucho estas figuras. Los sacerdotes o los obispos no pueden hacerlo todo, pero los catequistas podemos vivir con la gente, en el pueblo de los catecúmenos, y estar con ellos como testigos".
En un país en el que el 90% de la población es musulmana, el anciano catequista afirma que, en su trabajo como predicador, nunca ha tenido que enfrentarse a amenazas de radicales islámicos. “En lugar de amenazas, he conseguido el apoyo de mis hermanos musulmanes, que nos han observado transformar la vida de la gente tribal. También vieron que al recibir el cristianismo, las personas abandonaban los malos hábitos, como el alcohol, o el culto a las deidades naturales".
Soren recuerda con particular emoción los años 1976 y 1977, cuando muchísimas personas de tradición hindú recibieron el bautismo. "Ahora que estoy en el último tramo", explica, "creo que he pasado una vida maravillosa como misionero, predicando el mensaje. Era mi vocación: Dios me llamó a hacer esto. Mientras trabajaba para él, Dios también me dio abundantes bendiciones, como las que sigo viendo cada día en la vida de mis hijos".