El cardenal Peter Ebere Okpaleke tiene 60 años, es uno de los "príncipes de la Iglesia" más jóvenes de África y dirige la diócesis de Ekwulobia, en el sur de Nigeria, en el país del mundo donde más van a misa los católicos.
Según el Centro de Investigación Aplicada en el Apostolado (CARA), de la Universidad de Georgetown (EE.UU), el 94% de los 30 millones de católicos de Nigeria asiste a misa al menos semanalmente, mientras que en países como EE.UU. solo se alcanza el 17%.
Una cosmovisión tradicional de la vida, la importancia de la familia y el sentido de pertenencia a una comunidad dentro de la Iglesia, ha mantenido a los nigerianos cerca de los sacramentos generación tras generación.
Familia y comunidad
"Hay una conciencia general del papel de lo divino en la vida cotidiana", apunta el cardenal en una entrevista reciente en CNA. Ricos, pobres, gente con educación o sin apenas formación... acuden cada domingo a misa en las iglesias de Nigeria. Algo que tiene mucho que ver con el concepto de familia que tienen los propios nigerianos.
Por un lado, la familia es, para los católicos de Nigeria, esa "Iglesia doméstica" que tanto enfatizaba San Juan Pablo II. Es justamente en la relación de los padres con los hijos donde se entrega la fe a las próximas generaciones. Y, por otro lado, el sentido de pertenencia a una comunidad eclesial. Okpaleke lo ha comprobado en su propia diócesis, que tiene solo 3 años, se creó en 2020, en plena pandemia.
El cardenal confiesa que en la diócesis de Ekwulobia las discusiones del Sínodo sobre la sinodalidad se llevaban a cabo en las mismas plazas de los pueblos. Donde, en círculo, como si de un consejo tribal se tratara, los católicos de la comunidad hacían sus aportaciones.
Okpaleke reconoce que la fe vibrante de los nigerianos es gracias a los misioneros extranjeros que un día dieron su vida por llevarles el Evangelio. Algo, que hoy se ha visto invertido, y que son ellos los que envían sacerdotes para servir en Europa y Estados Unidos (donde el número de curas se redujo en un 70% entre 1970 y 2020).
Con el clero en contra
La historia de este joven y dinámico cardenal tiene algún detalle poco común entre sus hermanos en el episcopado. Y, es que, Okpaleke fue nombrado cardenal por el Papa Francisco en 2022, pero, en 2012, había renunciado como obispo de la diócesis de Ahiara. Nunca pudo tomar posesión de su diócesis debido a la oposición tribal del clero.
En 2018, el Papa Francisco decidió aceptar su renuncia, sin nombrar a un nuevo obispo, y le asignó la nueva diócesis de Ekwulobia. "El Santo Padre no me explicó los motivos de mi elección como cardenal. Y yo no se los pregunté. Todo lo que sé es su preocupación por la Iglesia en Ahiara, donde nunca pude ejercer mi ministerio", comenta en Avvenire.
Aquella experiencia de rechazo, al cardenal le fortaleció. "Nunca me he sentido una víctima. El Señor usó este tiempo para purificarme y acercarme más a Él. Sin deberes, tuve más tiempo para rezar, leer y descansar. Fue un período muy productivo para mí y los considero unos años de gracia. Estaba en paz, sabía que esta crisis no dependía de mí. Habría sucedido lo mismo con cualquier obispo designado que no fuera originario de la diócesis", relata.
Okpaleke precisa que aquel incidente fue una cuestión de identidad más que de tribalismo. "Todos nosotros, yo mismo y la gente de la diócesis de Ahiara, pertenecemos al grupo étnico Igbo. Venimos, por así decirlo, de la misma tribu. Lo que sucedió en Ahiara sucede todos los días en el mundo", asegura el cardenal.
El purpurado termina advirtiendo de que el momento actual para los cristianos en Nigeria no es nada fácil. "La situación es simplemente crítica. Hay tanta violencia, no solo contra los sacerdotes sino contra la gente en general: cristianos, musulmanes... Cualquiera puede ser secuestrado. Algunos son delincuentes comunes, otros tienen motivaciones ideológicas. Estos últimos utilizan las sumas obtenidas para comprar armas y perseguir así sus objetivos", concluye.
Muy ricos... y mucha violencia
Independiente desde 1960, tras la colonización británica, Nigeria es el Estado más poblado de África, con más de 200 millones de habitantes, y con aproximadamente el mismo número de cristianos que de musulmanes. Es un Estado muy diverso, con distintas regiones geográficas que van desde el Golfo de Guinea hasta el Sahel, y con más de doscientos grupos étnicos.
Su situación es extremadamente difícil: aunque Nigeria posee recursos petrolíferos y una situación comercial ventajosa (el puerto de Lagos es el centro neurálgico de África Occidental), los ingresos son acaparados por una opulenta élite, mientras que la mayoría de la población vive en la pobreza y sobrevive gracias a la economía sumergida. Las infraestructuras son deficientes y la economía está estancada mientras la población se dispara.
La persecución de los cristianos se concentra en el norte de Nigeria. La más visible es la de los grupos yihadistas. Estos han arraigado en Nigeria con el paso a la lucha armada del grupo Boko Haram, que puede traducirse como "la educación occidental es un pecado".
Boko Haram y el Estado Islámico llevan ensangrentando el noreste de Nigeria desde 2015. Aunque los grupos yihadistas tienen como objetivo a todos los nigerianos, ya sean cristianos o musulmanes, hay una diferencia en la naturaleza de su proyecto: mientras que, según su lógica, los musulmanes que no se adhieran a él deben morir o unirse a ellos, a los cristianos no se les permite vivir en los territorios por ellos controlados.
Los enfrentamientos entre pastores y agricultores constituyen una segunda amenaza para los cristianos. El crecimiento demográfico ha llevado a los pastores nómadas, principalmente fulani en el Norte, a ampliar sus rutas de trashumancia cada vez más hacia el sur, invadiendo tierras agrícolas. Esto ha provocado enfrentamientos y conflictos.
Aquí puedes ver una información sobre la renuncia del obispo a la diócesis de Ahiara.
Aunque los motivos son principalmente económicos, también tienen una dinámica étnica y religiosa, con pastores pertenecientes a grupos étnicos casi exclusivamente musulmanes en el norte profundo y agricultores sedentarios pertenecientes a grupos étnicos menos numerosos y a menudo cristianos.