El papel activo del imán de Ripoll (Gerona), Abdelbaki Es Satty, en la ideación, planificación y ejecución de un atentado islamista en Barcelona de dimensiones devastadoras, cuya frustración al explotar la casa en Alcanar (Tarragona) le costó a él la vida y desencadenó los de Barcelona y Cambrils (Barcelona), ha vuelto a lanzar al debate público el papel de las mezquitas en la difusión del yihadismo.
Según informa OK Diario, fuentes policiales sitúan en Cataluña más de doscientos lugares de culto islámico, de los que 80 predicarían la doctrina salafista, la yihad y la implantación de la sharia y el califato.
¿Debería intensificarse entonces el control sobre esas mezquitas para prevenir o, en su caso, impedir la difusión del islamismo radical?
"Es necesario controlar las mezquitas. A primera vista esto es contrario a nuestro espíritu europeo, a la distinción entre Estado y religión. Pero las mezquitas en el islam no son sólo un lugar de oración. Son un lugar de adoctrinamiento y de indicaciones políticas, algunas veces dañinas hacia la comunidad. Por esto el Estado europeo debería controlarlas, como se hace en todos los países musulmanes. En el mundo islámico las mezquitas son la primera realidad en ser controlada": así se expresa el islamólogo y jesuita egipcio afincado en Líbano Samir Khalil Samir en un análisis en la agencia AsiaNews.
El padre Samir Khalil explica que el Islam se encuentra en una guerra civil cada vez más dura entre chiíes (como Irán y Hezbolá y ciertas élites con poder en Irak) y los suníes (que incluyen al Estado Islámico que ocupa partes de Siria e Irak y a los wahabíes de Arabia Saudí), con estos últimos compitiendo también con alauitas (etnia principal que gobierna en Siria).
En este contexto de guerra civil por el poder, el daño a cristianos locales, a los yazidíes e incluso los atentados contra Occidente son productos secundarios dentro del gran esquema de los líderes de las facciones, dice este experto. Y añade que, puesto que las mezquitas en Occidente incorporan imanes, líderes y financiación de las distintas facciones en guerra, Occidente debe aprender a controlar las mezquitas y a buscar formas de integrar a los musulmanes, algo que hace cincuenta años sabía hacer mucho mejor que hoy.
Recuperamos a continuación el artículo del padre Samir Khalil Samir.
por Samir Khalil Samir, SI
Inmediatamente después del ataque de París, al semanario Charlie Hedbo, las comunidades musulmanas de Francia emitieron un comunicado muy equilibrado y razonable. Pero todas estas declaraciones muestran un cierto desconcierto: ellos saben que no basta decir que estuvo mal.
Al menos el 80% de los ataques terroristas en el mundo se realizan en nombre del islam, para defender la fe y al profeta, y esas prácticas se difunden cada vez más, también en Occidente.
Hablé ayer con un imán de París y me dijo que en la capital francesa han iniciado una escuela para imanes y ya hay más de mil inscritos. En esta escuela se quiere orientar a los imanes a conocer la cultura occidental, a integrarse.
Esta es una noticia importante porque, en el islam, todo parte de los imanes.
En Europa los imanes y los predicadores de las mezquitas son pagados por sus países de origen. Ahora en Francia quieren crear un islam autóctono, que asimile los valores occidentales de Francia.
Pero esto contrasta con la mayoría de los islamistas activistas, según los cuales Occidente es un enemigo, y el islam es un sistema que se difunde también con la violencia.
De hecho, en Oriente Medio y en Europa se enfrentan dos modos de ver al islam.
Si miramos a Oriente Medio y más allá, nos damos cuenta de lo fuerte que es la contraposición y la violencia entre suníes y chiíes.
Conocí a un imán que era de Mosul. Es un chií cuya familia fue asesinada por los fundamentalistas suníes. Ahora emigró a Najaf, donde el gran ayatolá Ali al Sistani construyó un pueblo para recibir a los chiíes y cristianos que tuvieron que huir de Mosul.
El odio entre suníes y chiíes aumenta sin parar, sobre todo el de los suníes contra los chiíes, considerados apóstatas.
En medio de estos dos están las minorías: cristianos, yazidíes, kurdos, etc.
Es una lucha de los suníes para reconquistar lo que han perdido: Irak, guiado por los chiíes; Siria, guiada por los alauitas; los Hezbollah chiíes, en Líbano, más poderosos que el ejército regular.
Los suníes intentan recuperar terreno, pues se consideran como la auténtica forma del islam.
Es una lucha sobre todo interior del islam, que luego se vuelca sobre las minorías y sobre Occidente, acusado de ser quien promovió a Israel, que se secularizó, etc. Pero Occidente es el enemigo más lejano. Lo que más les interesa es la lucha interna por ser "el islam más auténtico".
Hasta en Líbano existe esta fuerte tensión. Tanto que ambas comunidades musulmanas piden a los cristianos que se queden, para que sirvan de colchón. Si en Líbano no hubiese cristianos, ya se habría iniciado la guerra entre suníes y chiíes.
El islam debería afrontar en profundidad las temáticas de la modernidad: la interpretación a fondo del Corán, la no violencia, la libertad de conciencia... pero ninguno se anima hacerlo.
Una primera cosa que valdría la pena aceptar por parte de todos es el principio de la no violencia. Todos los musulmanes afirman que "el islam es paz", que no es violento, etc.
Las viñetas de Charlie Hedbo, por ejemplo, son una cosa vieja, de hace unos meses. De acuerdo, los dibujos son irónicos, sarcásticos, hasta vulgares, pero ustedes musulmanes, ¿por qué deben responder con la violencia? ¿Por qué a una cosa escrita no responder con otro escrito?
En el pasado (2006) Charlie Hebdo presentó a Mahoma con una bomba en lugar del turbante. Pero yo les digo a mis amigos musulmanes: ¿cómo representáis vosotros a Mahoma? Con la espada. En el museo de Estambul existen dos espadas que se considera pertenecieron al profeta. Y Arabia Saudita, el país que custodia los lugares santos y sagrados del islam, ¿qué tiene en su bandera? ¡Dos espadas! Entonces yo digo: los de Charlie Hebdo sólo han modernizado la figura de Mahoma. Antes había dos espadas, ¡ahora hay dos bombas!
Mientras el islam, en vez de pelearse con los demás (apóstatas, cristianos, occidente, ateos), no haga una autocrítica y reconozca que el problema está en su interior, no se saldrá de todo esto y los países islámicos estarán siempre caracterizados por la guerra entre ellos.
También los enfrentamientos que suceden en África, en los países árabes del Mediterráneo y en las fronteras con el desierto del Sahara son enfrentamientos internos del islam.
Quisiera decir a los amigos musulmanes: afronten el reto, hagan autocrítica, repiensen al islam para hoy, reinterpreten las palabras del profeta.
También en la Biblia hay versículos que alaban la guerra. Pero todos nosotros comprendemos que es necesario reinterpretarlas y no tomarlas al pie de la letra.
Es necesario tener en cuenta que estamos en el siglo XXI. Quienes pagan estas guerras son los sencillos y las minorías que no pueden defenderse.
El enfrentamiento entre suníes y chiíes se plasma también en la lucha entre Arabia Saudita e Irán. Aquí a la religión se agregan los problemas económicos, estratégicos, geopolíticos, de dominio...
Es necesario decirle a Arabia Saudita que ya vivimos en el siglo XXI. ¿Cómo es posible, por ejemplo, negar a las mujeres el derecho a conducir solas un vehículo? ¿Por qué las mujeres saudíes no pueden votar a nivel nacional?
¿Quién hace estas cosas? Arabia Saudita. Y lo hace declarándose auténtica intérprete del islam. Y esto desagrada a todos, también a los musulmanes.
Si tú haces estas cosas en nombre de la religión, entonces no protestes si yo ataco tu religión que te lleva a humillar tanto a un ser humano.
Si tú hablas con los musulmanes, te dicen: Sí, cierto, pero como Arabia Saudita ofrece billones de dólares a los otros países, al final todos dicen: "¡Dios bendiga a Arabia saudita!"
¿Y Occidente? El problema de la relación con los musulmanes, existe porque muchos de ellos no se quieren integrar, dado que el islam es un sistema, no sólo una religión. Muchos musulmanes -la mayoría- tratan de integrarse, pero lo hacen lentamente.
En Francia estaban más integrados los argelinos de hace 50 años atrás que los emigrados de hoy.
Ahora en Francia, en casi todo el país hay supermercados que venden alimentos halal. Y para simplificar, ya también en las escuelas y en los supermercados a menudo se venden sólo cosas halal, que es comible también por los no musulmanes.
Esto lleva a ver a los musulmanes como una amenaza que podría anular los propios valores occidentales (entre los cuales también está el comer carne de cerdo). Y viendo que los musulmanes se organizan en grupos activistas, también los occidentales se organizan en grupos con tendencias anti-islámicas.
Hay que decir que los políticos europeos no saben afrontar bien el problema.
Ellos tendrían que decir a los emigrantes: son ustedes bienvenidos. Nosotros los recibimos fraternalmente, porque somos de tradición cristiana. Si quieren, pueden estar aquí, pero tienen que integrarse. Pueden practicar la religión que quieran o también pueden ser ateos, pero deben entrar en el sistema existente aquí, integrándose desde el punto de vista económico, político y social.
Lamentablemente los políticos prefieren no comprometerse y predicar sólo una vaga acogida, dejando la cultura europea al nivel de algo privado.
En general veo que en muchas partes de Europa existe una acogida muy fuerte hacia los emigrantes. Y también entre los musulmanes hay una apertura. Pero existe también un grupo o núcleo de islámicos que rechaza la integración y que la combate. Para vigilar este aspecto, es necesario controlar las mezquitas.
A primera vista esto es contrario a nuestro espíritu europeo, la distinción entre Estado y religión. Pero las mezquitas en el islam no son sólo un lugar de oración. Son un lugar de adoctrinamiento y de indicaciones políticas, algunas veces dañinas hacia la comunidad. Por esto el Estado europeo debería controlarlas, como se hace en todos los países musulmanes. En el mundo islámico las mezquitas son la primera realidad que es controlada.
Este último ejemplo muestra que lamentablemente, frente a las pretenciosas certezas de los grupos islámicos organizados, existen todavía muchas incertidumbres en el mundo occidental.