El Partido Comunista Chino ha realizado una seria advertencia a sus miembros. Deben ser marxistas ateos y no tener ningún tipo de “creencias religiosas”. En caso contrario, serán castigados. Así lo ha dejado de manifiesto Wang Zuoan, jefe de asuntos religiosos del régimen, en un artículo en Global Times, diario oficial en inglés del Partido Comunista.
Las autoridades chinas están preocupadas por la religiosidad de los chinos a pesar del férreo control que intentan ejercer. Sin embargo, lejos de frenarse, la fe va prendiendo en China frente al ateísmo militante que se intenta imponer.
Deben "ser ateos marxistas convencidos"
Según informa Asia News, Wang Zouan escribe que “los miembros del partido no deben tener creencias religiosas, es una línea roja que se marca a todos los miembros”. Y añade que todos ellos deben “ser ateos marxistas convencidos, respetar las reglas del Partido y adherirse a la fe del Partido… no están autorizados a buscar valores y creencias en la religión”.
De este modo, agrega que los funcionarios que pertenecen a algún credo religioso deben abandonarlo, mientras que aquellos que se nieguen y persistan serán castigados por el Partido.
Según Wang, “las religiones deberían “sinizarse” (asimilarse a las costumbres chinas nda.) Debemos guiar a los grupos religiosos e individuos en los valores fundamentales del socialismo y las excelencias de la cultura tradicional china y ayudar a los grupos religiosos a profundizar en sus doctrinas para encontrar partes que sostengan la armonía y el desarrollo social”.
La teoría de la infiltración
Advierte además de que “algunas fuerzas extranjeras han usado la religión para infiltrarse en China y en algunos lados se difundieron actividades religiosas ilegales, que han amenazado la seguridad nacional y estabilidad social”.
Del mismo modo, algunas fuerzas extranjeras, declaró por su parte el Global Times, Su Wei, profesor en la escuela del Partido, han usado las religiones, entre las cuales el cristianismo y el islam para difundir deliberadamente las propias opiniones políticas en China. Y agregó que algunas doctrinas religiosas deberán ser adaptadas para armonizar la ética y las costumbres chinas.
Esta tensión ha quedado patente también en su relación con la Iglesia Católica. Pese a los puentes que se están tendiendo desde el Vaticano, el régimen chino considera una intromisión que el catolicismo en China tenga su referencia en Roma y no en Pekín, y sigue empeñado en realizar un control total sobre la Iglesia.