Desde hace décadas, el sacerdote Silvano Galli es misionero en África. Durante 30 años estuvo en Costa de Marfil, después llegó a Kolowaré (Togo) en 2004, donde se encuentra actualmente acompañando a jóvenes aspirantes a integrar las filas de la Sociedad de Misiones Africanas, a la que pertenece. En los más de 50 años que han transcurrido como misionero, no ha dejado de acopiar cuentos populares, historias y leyendas de sus destinos, con los que trata de transmitir la fe.
"La fe debe ser anunciada, y luego narrada", y dar testimonio de la fe también puede ayudar la familiaridad con las formas narrativas utilizadas en los cuentos populares locales, explicó en un reciente encuentro en Lomé (Togo) del que se hizo eco Agencia Fides.
Durante el mismo, desarrolló esta peculiar forma de evangelizar en misión, idea que obtuvo gracias a un colaborador marfileño, Simón Amorofi.
"Me introdujo en la recopilación de cientos de historias, enseñándome a escuchar a la gente, especialmente en Koun-Fao, una localidad de Costa de Marfil, en la región de Gontougo, donde conocí a un gran artista de la palabra, François Kwakou", relató.
Antes de instalarse en Togo, el misionero pasó más de 30 años en Costa de Marfil, en la parroquia católica de Koun-Abronso, al noreste de Abiyán. En 2004, el padre Silvano llegó a Kolowaré, en la diócesis de Sokodé, donde siguió escribiendo antes de llegar a su actual misión en Lomé, donde acompaña a los jóvenes aspirantes al SMA, inspirándose también en las historias y relatos de los misioneros pioneros en el anuncio de la fe cristiana.
El sacerdote misionero Silvano Galli, bautizando en Togo.
Guerra, enfermedades y epidemias, el día a día
Durante medio siglo como misionero, Galli ha enfrentado grandes dificultades que no le han impedido continuar ejerciendo su labor. Las enfermedades y epidemias, como la fiebre amarilla que mató a los primeros misioneros que llegaron a Sierra Leona son una de sus principales dedicaciones que atiende desde el Centro Médico y Social Mons. Joseph Strebler, fundado en agosto de 1953 por el entonces vicario apostólico de Lomé Joseph Strebler de la Sociedad Africana de Misiones.
Situado a pocas manzanas de la iglesia, ofrece servicios básicos a los necesitados así como frecuentes consultas y ayuda a pacientes con sida, malaria, anemia, gastroenteritis, parasitosis digestivas, dermatosis, reumatismo articular, úlceras traumáticas o infecciones neonatales. El misionero ha vivido incluso una guerra civil por la que vio su ciudad de Togo sitiada por el ejército, pero todas estas dificultades son contempladas por él como algunos “obstáculos” que forman parte del día a día de quienes dedican su vida a la misión.
"Pero las dificultades hacen crecer la fe", secundan los jóvenes a los que se dirige y acompañan.