Tiene a su cargo más de trescientos seminaristas, con un crecimiento de vocaciones sacerdotales que se mantuvo incluso en los años en los que los atentados contra los cristianos se hicieron más feroces. Sin embargo, a Peter Kamai, rector del seminario de Jos, en la diócesis de Jalingo (Nigeria), “más que la persecución en Cristo” que han sufrido ellos le duele la “fe tibia de Occidente, que nos hace llorar”. Y ha explicado a Benedetta Frigerio para La Nuova Bussola Quotidiana la intensidad con la que los cristianos nigerianos celebran la Semana Santa y la Pascua.
 

-Por la oración. La respuesta es la oración al Señor. Es la única explicación que puedo ofrecer. Cuando la comunidad cristiana aumentó sus súplicas a Dios mediante el Rosario diario, de las ruinas comenzaron a despuntar pequeños brotes de esperanza: el diálogo con los musulmanes mejoró y muchos de ellos están comprendiendo que deben condenar la violencia.
 

-Es nuestra fe: muchas diócesis, parroquias, seminarios y conventos rezan el Rosario diariamente. Un obispo nuestro [Daeshe Doeme, obispo de Mandiguri] recibió de Jesús en una visión el mandato de que todos rezasen. El obispo vio que el Señor tenía un arma en la mano, que se transformaba en una Corona del Rosario, y le decía: “Con esto derrotarás a Boko Haram”. Desde hace tres años el obispo difunde este mensaje y nuestras iglesias lo han acogido.
 

-La Pascua es para el cristiano el tiempo de la gracia. Una gracia que no tiene precio. Por esto celebraremos, solo en mi diócesis, más de doscientos bautizos gracias a las numerosas conversiones al cristianismo. Aquí muchas personas deciden no trabajar para estar en oración toda la Semana Santa: el Domingo de Ramos celebramos misa y luego bailamos y danzamos en agradecimiento al Señor. El lunes y el martes las iglesias revientan de sacerdotes y de fieles para las confesiones. El Jueves Santo celebramos la misa de la Última Cena del Señor a medianoche, y luego hacemos adoración eucarística. El viernes celebramos la pasión con un prolongado Via Crucis en todas las ciudades. El sábado son los bautizos y el domingo es una fiesta de alegría y de alabanzas increíbles.
 

-¡Ningún miedo! Alguien me dijo: “Padre, prefiero estar en la iglesia y morir por Cristo que quedarme en mi casa sin Él”. Para nosotros, la Iglesia no es un lugar como cualquier otro, sino la casa de Nuestro Señor, donde queremos estar por toda la eternidad. Otros me han dicho: “Padre, morir en Jesús es vivir”. Esto solo puede decirse si sabes que la vida terrena es solo una preparación para la eterna. Debemos vencer el miedo con la fe en Jesús.
 

-Al revés, los números crecen. La persecución incrementa la fe y las conversiones de forma inexplicable y milagrosa. Basta pensar que en Maiduguri, centro del terrorismo islámico de Boko Haram, están construyendo una nueva catedral porque en la vieja ya no caben.
 

-Para nosotros el dolor mayor no es la persecución que sufrimos, sino el cristianismo tibio. Vemos en Occidente a cristianos negar el cristianismo. De verdad, nos hace llorar.


El padre Kamai, junto a su seminario. La persecución ha disparado las vocaciones sacerdotales.


-Muchos cristianos, sacerdotes incluso, dicen que está bien que un hombre tenga relaciones con otro hombre. Otros cierran los ojos sobre el aborto. ¡Pero ésta es una cultura de la muerte contra la cultura de Cristo, que quiere la vida! Aparte del sentido común, la Biblia dice que estos hechos son destructivos. Aceptarlos es permitir al hombre vivir en el mal y sufrir en el pecado.
 

-Debéis rezar con nosotros. Os pedimos eso, más que bienes materiales, porque la comunión entre los cristianos no es solo de bienes, sino de oración. Nosotros rezamos siempre por la Iglesia occidental y ofrecemos por ella los sufrimientos de la persecución. ¡Hacedlo también vosotros!

Traducción de Carmelo López-Arias.