Las hermanitas de Jesús se han quedado junto a los afganos todo lo que han podido y ahora su misión termina a causa de la falta de vocaciones. Lo narra a AsiaNews Giuseppe Moretti, capellán de la embajada italiana en Afganistán durante 33 años, y responsable de la “missio sui iuris” de este país hasta 2015.

Fundada por Magdaleine Hutin e inspirada en el mensaje de Charles de Foucauld, la congregación está presente en 60 países. La Madre general, ahora en proceso de beatificación, visitó Kabul para preparar la llegada de las hermanas. Ellas se establecieron en 1956, sirviendo como enfermeras en los hospitales estatales.


El padre Moretti ha vivido más de 30 años en Afganistán

El padre Moretti narra su dedicación: “Recibíamos muchas ayudas internacionales y ellas siempre trataban de hacérselas llegar a las personas de las cuales se ocupaban. Durante 2013, un general de la Otan enviaba cada domingo paquetes de víveres, pero las hermanas, aunque vivían en la pobreza, se privaban de ellos para dárselos a los más necesitados”.


“Hablaban la lengua farsi, vivían como afganas, dormían sobre simples alfombras en el suelo y vestían los trajes tradicionales”. Por esto las hermanitas eran amadas y estimadas por la población de mayoría musulmana. De hecho, hace poco obtuvieron la ciudadanía afgana: “Bromeaban diciendo que ahora sí que hay ciudadanos afganos cristianos”.

Las hermanitas eran respetadas también por los talibanes: “En 1993 iban todos los viernes a la capilla de la embajada a rezar, incluso durante la guerra civil, que estaba cerrada. Los talibanes sabían quiénes eran, pero siempre las dejaron entrar. En la fachada de la capilla había una cruz bien visible. La sede central de la policía religiosa estaba justamente allí cerca. Habrían podido destruir la capilla, pero no lo hicieron”.


Las monjas se ponían el velo a modo de "hijab"

“Además - continúa el párroco- en los primeros años del 2000, la policía religiosa fue a buscar a las hermanitas a su casa. En aquel momento, ellas vivían en un galpón construido por los soviéticos. El responsable del edificio, un mullah, detuvo a la policía religiosa y les dijo: “a las hermanas no se las toca. Estas mujeres deben ser respetadas”. Los talibanes se limitaron a inspeccionar el departamento para luego irse, dejándolas en paz”.


Según Moretti, llamaba la atención como atendían las hermanitas a los pobres, “en silencio”: “Cuando llegaron las tropas de la OTAN en 2002, rechazaron con gentileza todas las entrevistas. No sólo para no ser consideradas espías, sino por su dedicación y reserva. Muchas mujeres se dirigieron a ellas, en busca de apoyo, consolación y fuerza, atributos que han conservado desde siempre”.

La misión de las hermanitas de Jesús terminó el febrero pasado con la partida de las últimas dos hermanas, Marianne y Catherine. Estaban en Kabul desde hacía 40 años. “Mi ayudante afgano me dijo: “las hermanas se van llorando”, relata Moretti.

Ahora en Afganistán las han sustituido las hermanas de la Madre Teresa y otras congregaciones que se ocupan, junto a maestras afganas, de niños con discapacidades. Según el padre Moretti, la misión ejercida por las hermanitas de Jesús facilitó la entrada de estas congregaciones.

“Las hermanitas eran afganas entre los afganos”, concluye el p. Moretti. “Ante su historia y dedicación uno no podía hacer más que admirarse”.