La misión de los jesuitas en Ankleswar, en el Estado de Gujarat al noroeste de la India, cuenta con una escuela y un internado, en el que viven más de 600 niños y niñas adivasis.

Los adivasis son los indígenas indios, pobladores originarios de aquellas tierras pero, al habérseles asignado la casta ínfima, descastados, fueron desplazados de sus tierras y condenados al estatus de “parias”. Y ser paria en la India equivale a no tener derechos.

Por tanto, la educación es para ellos la puerta a una vida y un trabajo dignos. Y de esto es lo que se encarga esta misión. La mayoría son hindúes, aunque también hay católicos y, una minoría, musulmanes. La religión no es un impedimento para ingresar en el colegio, pues según el padre jesuita Joaquín Castiella, navarro que lleva más de 50 años en la India y dirige la misión junto a otros dos jesuitas indios, “todos son hijos de Dios".


Viendo las sonrisas casi permanentes de estos niños, muchos de los cuales no tienen ni zapatos, uno puede llegar al convencimiento de que vivir una infancia materialista inmersa en la cultura del consumismo es un obstáculo para la felicidad.
 
Pero estos niños dependen de la ayuda que les puedan proporcionar desde el exterior y los misioneros mueven cielo y tierra para dar de comer a estos niños y para hacer presente a Jesucristo y al Evangelio, y que entre los no creyentes, se hace por medio de estas obras de amor.

 
Cientos de niños dependen de la misión y la misión depende de la generosidad de la gente


En esta misión de Ankleswar con un total de 125 euros dan de comer y escolarizan a un niño durante todo a un año. Desde hace ya muchos años el padre Castiella organiza el sistema de apadrinamiento. Para ello hace que cada bienhechor sea el padrino de uno de estos niños y regularmente les envía información sobre su ahijado.
 
En la web de la misión (www.balvikasindia.com) el Padre Castiella recuerda “algo que prometió nuestro buen Jesús, que es en definitiva por quien lo hacemos todo, y es que tengáis la certeza de que vuestro dinero está bien invertido ya que tiene garantizado el "ciento por uno" y ¡para toda la eternidad!”.
 
Para mostrar la realidad de la obra que este misionero navarro lleva a cabo y de lo que se vive allí entre los niños, el padre Castiella relata en un escrito un ejemplo concreto que muestra cómo Dios va penetrando en estos pequeños que tanto han sufrido:


La organización de un internado con más de 300 niños requiere la cooperación democrática de los internos. Cada tres meses ellos eligen a un "Capitán" cuya responsabilidad es que siga con fidelidad el orden establecido: hora de levantarse, de estudio, de clase, de recreo, etc… etc…
 
Cuando me enteré que en noviembre habían elegido a Rahúl, me alegré. El pobre muchacho había perdido a su padre al poco de nacer, a su madre dos años después, y la tía que lo cuidaba se cansó años más tarde y lo encomendó a las monjas de la Madre Teresa de Calcuta que nos lo trajeron aquí el año pasado. Rahúl es alto, bastante oscuro de piel, algo tristón y muy buena persona.
 
Me vino al día siguiente con un problema práctico: Rahúl no tenía reloj y necesitaba uno para ejecutar sus deberes como "capitán". Fácil solución: me lo llevé a una tienda que conozco y le dije al relojero que le enseñara al muchacho relojes rondando las 800 rupias para que escogiera él, el que quisiera… Rahúl se tomó su tiempo, puso a prueba la paciencia del relojero que no es poca y por fin escogió uno de 799 rupias que a mí me pareció horrible con unas correas verdes luminosas, pero que a él le gustaba.
 
Rahúl ha sido un capitán responsable, eficiente, aceptado por sus compañeros… y además feliz con su flamante reloj… hasta que un día, ¡ay qué pena!, alguien se lo robó. Rahúl quedó desolado y a mí me dolió mucho que algún compañero fuera tan mezquino como para hacer una cosa así.


Los niños reciben una educación en la misión que de otra manera sería imposible que tuvieran
 
El 21 de diciembre que era domingo, me toco a mi decir la Misa y como los críos acababan de montar un gran Belén junto a la Iglesia, se me ocurrió decirles que la Navidad es una gran ocasión para ofrecerle a Dios no solo oro y cosas valiosas… sino también todo aquello que nos pesa y nos hunde, nuestros pecados, nuestras pequeñeces… ¿por qué acarrear toda la vida sentimientos de culpabilidad, de envidia, de venganza? Dios nos quiere liberar de todo eso y lo acepta gustoso en ese portal de Belén, abierto a los cuatro vientos, dónde son bienvenidos Reyes, pastores, santos y pecadores…
 
Es posible que muchos se aburrieran o bostezaran ante tan piadosas consideraciones… pero hubo uno que no se aburrió.
 
Esa noche me informaron que en el gran Belén montado en el jardín junto a la Iglesia, ¡alguien había puesto un reloj fluorescente junto a la cuna del Niño!
 
Nunca sabré quien fue el ladrón arrepentido – y prefiero no saberlo – pero me alegro por él, y por Rahúl ¡que sigue ufano luciendo ese horrible reloj de correas verdes fluorescentes!
 
Si tenéis algo que "descargar" en la cueva de Belén… ¡¡no perdáis la oportunidad!!
Feliz Navidad

 

Para colaborar con esta misión puede hacerlo a través de su página web pinchando AQUÍ o en la cuenta en el BBVA cuyo número es: ES48 0182 5003 1002 0154 5636. Para la gestión de los apadrinamientos, el correo de contacto es: info@balvikasindia.com.