Ha muerto en Beirut este sábado, con 87 años, Peter-Hans Kolvenbach, que fue durante 24 años, hasta 2008, el superior mundial de los jesuitas, la congregación masculina más numerosa de la Iglesia católica. Su predecesor fue el español Pedro Arrupe, de 1965 a 1983.
Cuando fue elegido para el cargo, en 1983, había casi 26.000 jesuitas, entre sacerdotes, hermanos, novicios y estudiantes. Cuando lo dejó, eran unos 18.800 (13.300 sacerdotes, 2.300 estudiantes para el sacerdocio, 1.760 hermanos y 830 novicios). Le sustituyó otro español, Adolfo Nicolás, hasta 2016. Hoy los jesuitas son unos 16.700 (casi 12.000 sacerdotes, 2.700 estudiantes, 1.270 hermanos y 750 novicios, según datos de enero de 2015).
Peter-Hans Kolvenbach nació en 1928 en Druten, en los Países Bajos. Desilusionado en su juventud por las ideologías políticas del nazismo y la Segunda Guerra Mundial, entró con 20 años en el noviciado jesuita de Mariëndaal, en Grave. Estudió Filosofía y Lingüística.
En 1958 fue enviado al Líbano, donde cursó Teología y posteriormente ejerció como profesor en la Universidad de San José de Beirut. Allí aprendió armenio y se ordenó sacerdote por el rito cristiano armenio.
Sus años en El Líbano marcaron la vida y personalidad de Kolvenbach. Fue nombrado en 1974 Provincial de la Vice-Provincia del Próximo Oriente, que abarca Egipto, Siria, Líbano y Turquía. Experimentó de cerca la terrible guerra civil del Líbano, donde la misma Universidad jesuita de Beirut fue atacada y varios jesuitas fueron asesinados o secuestrados.
En 1981 fue nombrado Rector del Pontificio Instituto Oriental de Roma que se ocupa de las Iglesias Orientales y el diálogo ecoménico con el cristianismo oriental. En 1983 fue elegido como Superior General de los Jesuitas.
Kolvenbach participó en numerosos sínodos, dirigió los Ejercicios Espirituales del Papa Juan Pablo II y sus colaboradores, y presidió la Congregación General 34 de la Compañía de Jesús. Renunció el 7 de enero de 2008. Sucedido por Adolfo Nicolás, regresó al Líbano, donde ha vivido sus últimos años.
Al conocer la noticia del fallecimiento del Padre Kolvenbach, el Papa Francisco envió un telegrama de condolencias al venezolano Arturo Sosa, actual Prepósito General de los jesuitas.
«Extendiendo a toda la familia de los jesuitas» su más sentido pésame, el Papa recuerda «la íntegra fidelidad del P. Kolvenbach a Cristo y a su Evangelio», así como «su generoso compromiso en ejercer con espíritu de servicio su propio cargo por el bien de la Iglesia».
Elevando «oraciones de sufragio, invocando de la Divina Misericordia, la paz eterna para su alma», el Santo Padre asegura su cercanía espiritual en el rito de exequias del P. Kolvenbach, e imparte de corazón su Bendición Apostólica, al P. Sosa, a los hermanos de la Compañía de Jesús y a cuantos comparten la tristeza por este luto.