En una entrevista concedida a La Vanguardia, explica la importancia que tiene el dinero saudita en la propagación del islam y la incapacidad en la que se encuentran los gobiernos occidentales para contrarrestar esa influencia a causa de los intereses económicos que mantienen con el régimen wahabista que, por ejemplo, ha destinado 6,5 millones de euros al Centro Cultural Islámico de Madrid (la mezquita de la M-30) y ha financiado también en Málaga un centro islámico de 3842 metros cuadrados.
Pierre Conesa pone el dedo en la llaga: los negocios occidentales con Arabia Saudí condicionan su política hacia los orígenes del islamismo.
Según explica Conesa, el régimen saudí "se compone de dos familias; los Saud y los Al ash-Sheij, descendientes de Abd el Wahhab. Los primeros representan la fachada de país aliado en la guerra fría, con su cohorte de cuadros sofisticados encargados de las finanzas, la defensa y el control de las elites a través de su compra. Los segundos se encargan de la dimensión integrista, con los asuntos religiosos y la educación en sus manos".
"Cada vez que los Saud necesitan de los occidentales", añade, "tienen que dar explicaciones a los ulemas, que a cambio les piden más poder".
Cita tres ejemplos.
-En 1979, cuando los radicales toman la gran mezquita de La Meca y los Saud llaman a los policías franceses para liberarla, tienen que transferir más poder a los religiosos para compensar; se cierran todos los cines de Riad, se obliga a llevar velo a las mujeres extranjeras.
-En 1991, cuando Bin Laden propone defender Arabia Saudí contra Sadam Husein y los Saud prefieren apelar a 100.000 soldados americanos, se producen los primeros atentados que muestran el desacuerdo con la apelación a los “infieles”.
-El Estado Islámico es un producto del salafismo que contesta a Arabia Saudí y se pone por encima de ella. Es una debilidad porque vemos cómo están siendo superados por los monstruos que crearon.
Conesa habla de una "diplomacia religiosa" que actúa prácticamente sin contrapesos en su país de origen, y todavía menos, por interés económico, fuera de sus fronteras.
La diplomacia religiosa, nace porque "había el mundo árabe un discurso muy potente contra las monarquías, así que se opuso el panislamismo al panarabismo" de Gamal Abdel Nasser (19181970): "Se fue a buscar a los estudiantes de la Universidad Al Azhar de El Cairo para llevarlos a Medina con becas. Años después eso tuvo consecuencias devastadoras, que nosotros conocemos bien en la zona del Sahel; hoy todos los responsables de las grandes organizaciones musulmanas de Senegal, Malí, Níger, etcétera, son gente que ha pasado por la Universidad de Medina... Por todo eso ha habido un aumento del salafismo en toda la región subsahariana: una consecuencia de treinta años de diplomacia religiosa".
Conesa destaca el montante invertido: "Hasta 8.000 millones anuales, seis o siete veces lo que la URSS empleaba en propaganda en sus mejores años. Para hacerse una idea, el presupuesto anual del Vaticano del año 2011 fue de 245 millones".
Actualmente, Arabia Saudí es el mejor cliente de Francia en el sector de la venta de armas: 10.000 millones en contratos, "y además el reino ha contratado a las cuatro mayores agencias de relaciones públicas francesas para gestionar su imagen".
En esas condiciones, el papel de la política exterior francesa y de otros países occidentales es totalmente pasiva ante la difusión del islamismo.