Martin Kobler, jefe de la misión de la ONU en Libia, ha lanzado la alarma sobre la presencia en Libia de 235.000 migrantes que esperan para saltar a Europa.
George Bugeja, obispo coadjutor del Vicario Apostólico en Trípoli, franciscano natural de Malta, explica a Fides cómo es la situación en la ciudad libia, donde no faltan los disparos entre facciones y abundan los migrantes subsaharianos.
George Bugeja explica: “Algunos migrantes vienen a nosotros para obtener ayuda, también espiritual, porque entre ellos hay cristianos”, dice. “Vienen de Nigeria, Níger, algunos de Burundi, Sierra Leona y sobre todo del África subsahariana".
"Los migrantes entran en Libia a través de la ciudad sureña de Sebha y luego viajan a Trípoli, la mayoría de ellos con la intención de cruzar el Mediterráneo para llegar a Italia y al resto de Europa. Los que vienen a mí, me piden la bendición para cruzar el Mediterráneo. Yo trato de disuadirles y que no corran ese gran riesgo, especialmente cuando van con niños".
"Pero ellos están decididos a continuar el viaje a toda costa. Dicen: 'Aquí no tenemos futuro. Tal vez lo podamos encontrar en Europa, si no para nosotros, al menos para nuestros hijos'. Desafortunadamente son cientos de miles de personas que razonan de esta manera, y la única respuesta que se me ocurre para tratar de bloquear estos flujos es hacer que Europa y los Estados Unidos ayuden a los países de los que parten estos migrantes a mejorar sus condiciones sociales y económicas”, dice Bugeja.
El Coadjutor del Vicario Apostólico de Trípoli, explica que “la mayor parte de los migrantes tiene una percepción distorsionada de Europa, debido a que los traficantes les prometen que encontrarán trabajo, tendrán una casa, y así sucesivamente, con el único fin de robarles sus ahorros. Para viajar desde su país a Sebha, y luego desde allí a Trípoli, pagan grandes sumas en dólares estadounidenses. Luego para embarcarse en los barcos hacia Europa, los traficantes piden al menos mil dólares americanos por persona”.
Para recaudar el dinero necesario para el largo viaje desde un país subsahariano a Europa, por lo general los migrantes proceder por etapas, dice Bugeja. “La primera etapa del viaje a Libia, lo suelen pagar con el dinero ahorrado en el país de salida. Una vez en Trípoli, si no tienen más dinero, se buscan ingeniosamente puestos de trabajo para reunir el dinero necesario para embarcarse. Muchos de ellos terminan dentro de la economía informal o criminal. Sobre todo las chicas terminan en la prostitución”.
Bugeja cuenta que “la situación en Trípoli en general es tranquila, pero en ocasiones se producen enfrentamientos entre las diversas milicias que se han dividido el control de la ciudad. No son cosas que suceden a menudo; las escaramuzas se producen cuando los hombres de una milicia tratan de entrar en el territorio controlado por la otra. En estas condiciones tenemos que movernos con mucho cuidado”
Bugeja explica para terminar que la comunidad católica en Trípoli está compuesta por filipinos, unos tres mil, que trabajan en los centros de salud, y también por algunos africanos.
En este caso, es necesario distinguir entre los que estaban en Libia antes del 2011, año de la caída de Gaddafi, que tienen un puesto de trabajo, y los demás, que están de paso. Por último, hay algunos indios, pakistaníes, egipcios, e incluso han vuelto algunos europeos”, explica a la agencia Fides.