La iglesia de Santa María, en Trabzon (o Trebisonda), en Turquía, donde en el 2006 fue asesinado el sacerdote italiano Andrea Santoro, fue atacada la noche del sábado por una turba durante las manifestaciones a favor del Presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que enfrentó un intento de golpe de estado que dejó cerca de 300 muertos.
La noticia fue divulgada por el sitio web turco Haber.Sat7Turk.com, que según indicó la revista Mondo e Missione (www.mondoemissione.it), “representa la voz más significativa de los cristianos en todo Medio Oriente”.
Esta web publica que esa noche también fue atacada una iglesia protestante en Malatya, Anatolia, donde el 18 de abril de 2007 tres cristianos –los turcos Necati Aydin y Ugur Yuksel, y el alemán Tilmann Geske– fueron atados y degollados.
Mundo y Misión indicó que “los dos incidentes habrían ocurrido el sábado por la noche, durante las manifestaciones de apoyo de Erdogan”.
En Malatya arrojaron piedras contra el templo; mientras que en Trabzon, donde las muestras de apoyo al gobierno eran “impresionantes”, una docena de personas trataron de forzar la puerta de la iglesia católica, sin embargo, no lograron su objetivo gracias a que unos vecinos musulmanes habrían dado la alerta.
Si bien los daños en ambos lugares fueron leves, la revista señaló que “el carácter intimidatorio es evidente; sea por el significado de los dos lugares, como por el hecho de que no se trata de episodios aislados”.
Asimismo, está el hecho de que a inicios de junio el último acusado de los asesinatos de Malatya, Bulent Aral, fue puesto en libertad mientras el proceso se sigue extendiendo de forma indefinida.
Esto “se entrelaza con el enfrentamiento en marcha entre Erdogan y Hizmat, el movimiento de Gülen Fetullah, acusado abiertamente por el presidente como instigador del golpe: algunas evidencias apoyan las tesis de que el juicio por la matanza de cristianos en Malatya fuese manipulado por los sectores cercanos a Fetullah Gülen, que habrían querido utilizarlo para hacer condenar a sus opositores”.
“En este escenario preocupante de hoy en Turquía cualquiera puede sentirse nuevamente legitimado para poner en la mira a los cristianos. O al menos para advertirles que están todavía en la mira”, señaló la revista