De manera periódica llegan noticias desde Pakistán y la situación vulnerable en la que viven muchos cristianos que conforman la minoría de este enorme país musulmán. Además de la discriminación que sufren muchos, otros también son agredidos, amenazados, encarcelados y en algunos casos asesinados.
Raja Walter ha sido la última víctima. Este cristiano de Lahore, es conocido por su caridad con los más necesitados y por ser propietario de un centro de alimentación. Debido al periodo de cuarentena impuesto por el gobierno de Pakistán por la pandemia de coronavirus, este cristiano decidió transformar su negocio temporalmente en un comedor distribuyendo hasta 300 comidas diarias, ya fuera a cristianos o musulmanes. A veces lograba hacerlo dos veces en la misma jornada.
Tal y como recoge Asianews, durante los 30 días del Ramadán, el centro también distribuyó el iftar [la cena que rompe el ayuno cotidiano] a muchos musulmanes pobres. Lamentablemente, esta caridad también desencadenó iras y cultores del odio.
Sin embargo, el pasado 23 de junio, unos policías armados –aunque no mostraron sus placas de identificación- se presentaron en el comedor apaleando y torturando a este cristiano. Igualmente, los asaltantes destrozaron el altavoz que normalmente utilizaba para motivar al personal y para hacer una oración antes de la comida.
Mientras Raja repartía la comida entre las personas congregadas, la policía comenzó a pegarle. Mientras Raja estaba inconsciente en el suelo las mujeres que estaban en el local lloraban y rezaban, y el resto de las personas protestaba por este abuso.
Haroon es una de las personas que cada día recibía un plato de comida para él y su familia gracias a este cristiano. Es sastre, pero se ha quedado desempleado. Denuncia que “es ridículo tratar al Sr. Raja Walter de esta forma. Jamás le ha hecho daño a nadie. Él es como un ángel: sostiene a los pobres y a los necesitados. Raja está desarrollando una hermosa tarea y no puede ser tratado de esta manera. El gobierno debería tomar medidas contra estos policías que vinieron a arrestarlo”.
Para intentar justificar las agresiones se ha llegado a decir que se produjo por la falta de medidas higiénicas durante el confinamiento. Sin embargo, se ha comprobado que tanto Raja como sus empleados cumplían de manera escrupulosa las normas gubernamentales tomando la temperatura al entrar y con el lavado de manos.
La causa más probable tiene que ver con una motivación religiosa y el uso del altavoz para rezar antes de comer. La propia víctima asegura que “el Food point se encuentra en un área donde la mayoría es cristiana. Recaudamos fondos para ayudar a la gente más desfavorecida o que ha sido gravemente afectada por la crisis del coronavirus. Nuestro trabajo es humanitario, no hacemos ningún tipo de discriminación en base a la religión o la etnia”.
También explica que “el uso de los altavoces es solo para organizar a las personas y para decir una oración antes de la comida”. “No tengo miedo de estos individuo y voy a continuar con mi trabajo de servir a los pobres y necesitados hasta el fin de mis días. Estoy muy agradecido a mi gente, a los abogados y los que me apoyan”, afirma convencido.