El Patriarca Pizzaballa consiguió hace unos días llegar a la parroquia de Gaza, superando diversos bloqueos, e iniciar allí los festejos navideños. Después, pasó la Nochebuena en Belén, el lugar histórico de los acontecimientos. En ambas poblaciones, predicó la esperanza y la reconstrucción.

El horror de la guerra

Según el informe sobre Gaza del Comisionado de Naciones Unidas para Derechos Humanos, que cubre 7 de los 14 meses de guerra en Gaza, han muerto por disparos y explosiones 8.000 personas, de las que el 70% eran mujeres y niños (los niños son un 44% de las víctimas mortales).

A 16 de diciembre, la directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Catherine Russell, hablaba de 14.500 niños muertos por las bombas y disparos en Gaza, con muchos más enterrados bajo los escombros. El ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamás, habla a finales de diciembre de más de 45.000 muertes (de todas las edades y ambos sexos) en 14 meses, y de 108.000 heridos. Muchos están a la intemperie sin acceso a ayudas con temperaturas muy frías.

Pizzaballa llegó a Gaza, con ayuda del Papa

El cardenal Pizzaballa había anunciado hace tiempo su deseo de ir a Gaza, a la parroquia de la Sagrada Familia, pero las autoridades israelíes ponían  impedimentos. Desde mayo no conseguía entrar en la Franja de Gaza.

El Papa Francisco tuvo que intervenir personal y públicamente ante todo el mundo el sábado 21 de diciembre cuando, en sus palabras navideñas a la Curia Romana, que suelen contar con presencia mediática, dijo que el día anterior a Pizzaballa "no le han dejado entrar en Gaza, aunque se lo habían prometido; además fueron bombardeados niños. Esto es crueldad. Esto no es guerra. Quiero decirlo porque conmueve el corazón".

Algunas autoridades israelíes tomaron nota (también emitieron un comunicado protestando por las palabras sobre niños bombardeados) y finalmente permitieron al cardenal Pizzaballa llegar a la Franja de Gaza el pasado domingo 22, donde celebró misa el 23 con los parroquianos.

“No sé cuándo ni cómo terminará esta guerra, y cada vez que nos acercamos al final, parece que empecemos de nuevo. Pero tarde o temprano, la guerra terminará, y no debemos perder la esperanza. Cuando la guerra termine, lo reconstruiremos todo: nuestras escuelas, nuestros hospitales y nuestros hogares", dijo en Gaza en cardenal. "Repito: nunca os abandonaremos, y haremos todo lo posible para apoyaros y ayudaros”. "No debemos permitir que el odio se infiltre en nuestros corazones", insistió.

De vuelta a Jerusalén, el Patriarca convocó una rueda de prensa. "Lo que he visto es que la gente está muy cansada, incluso agotada físicamente. Es muy duro de ver, terrible, y también ver a los niños. Gaza siempre está llena de niños, en lo que queda de las calles, entre escombros y ruinas, sin zapatos, viviendo en condiciones tan terribles. Todo está destruido en Gaza pero la gente no está aún destruida, está llena de vida y para mí esto también es un signo de esperanza. Lo han perdido todo, no saben nada sobre su futuro, qué pasará, como será, cuándo terminará... pero todavía rezan para que esto termine y esperan poder volver a una vida normal como todos los demás, dijo el Patriarca a los periodistas.

Los gazatíes piden también, dijo "escuelas: antes que comida, agua o cualquier otra cosa, como casas, quieren escuelas para sus hijos".

Nochebuena y Navidad en Belén

Mucho más festiva, pero aún así contenida y austera, fue la celebración en Belén. Como el año pasado, debido a la guerra, no hay apenas luces festivas y la ciudad ha renunciado un año más a su tradicional gran árbol navideño. En Belén viven unas 215.000 personas, de las que al menos una décima parte son cristianos.

Como es costumbre, el Patriarca llegó en peregrinación por la puerta situada en el muro de separación junto a la tumba de Raquel, y luego cruzó a pie en el último tramo por el centro de la ciudad donde nació Jesús. Le acompañaba el vicario de la Custodia franciscana de Tierra Santa, Ibrahim Faltas. Los belenitas le saludaban con carteles de bienvenida, y los scouts participaban con sus desfiles (aunque sin música, por la guerra) y un cartel en inglés que decía: "Nuestros niños quieren jugar y reír".

Nuestros hijos quieren jugar y reír, dice el cartel de los scouts católicos en Belén en Navidad de 2024, año de guerra.

En Belén no hay combates pero durante 14 meses sus habitantes han sufrido la falta de peregrinos y las limitaciones de movilidad impuestas por las autoridades israelíes, lo que deja casi sin ingresos a muchísimas familias.

Al final de la procesión, al llegar a la plaza del pesebre que domina la Basílica de la Natividad, después de una oración en la iglesia de Santa Catalina, Pizzaballa animó a todos los asistentes a transmitir deseos de paz y pidió a quien pueda que visite Belén.

Misa del Gallo: los césares augustos y el ciclo vicioso de la fuerza

Pizzaballa presidió la misa del Gallo a medianoche, en la iglesia de Santa Catalina, adyacente a la gruta de la Natividad. Acudieron a ellas, como es habitual, los cónsules de España, Francia, Italia y Bélgica, además de representantes locales y de la Autoridad Nacional Palestina.

El cardenal habló de "los césares augustos de este mundo" que "están dentro del círculo vicioso de la fuerza, que elimina a los enemigos para crear siempre otros nuevos".

"Jesús no tuvo miedo de nacer en este mundo ni de morir por él. Él nos pide que no tengamos miedo de los poderes de este mundo, sino que perseveremos en el camino de la justicia y de la paz, que encontremos espacios adecuados donde puedan nacer y crecer nuevos estilos de reconciliación y de fraternidad, que hagamos de nuestras familias y comunidades las cunas del futuro de justicia y de paz, que ya ha comenzado con la venida del Príncipe de la Paz", reiteró Pizzaballa.

"El canto de gloria, alegría y paz de los ángeles parece desafinar tras un año agotador de lágrimas, sangre, sufrimiento, esperanzas a menudo truncadas y planes de paz y justicia destrozados. El lamento parece abrumar el canto y la rabia impotente parece paralizar todo camino de esperanza”, reiteró el Patriarca. Para él, “nosotros vemos en este Niño el gesto inédito e inaudito de un Dios que no huye de la historia porque es demasiado dolorosa y mala, sino que la ama, entra en ella con el paso delicado y fuerte de un Niño recién nacido".

"Es cierto que somos pocos y quizá hasta insignificantes en las constelaciones del poder y en el tablero donde se juegan las partidas de los intereses económicos y políticos. Somos, sin embargo, como los pastores, el pueblo al que está destinada la alegría de la Navidad y que participa en la victoria pascual del Cordero", concluyó.

Una Navidad en tres oleadas

Roberto Cetera, en VaticanNews, da más datos sobre la situación en Belén, donde la Navidad llega en tres oleadas: la latina el día 25, la greco-ortodoxa el 6 de enero y la de los armenios el 18 de enero. En la práctica, entre todas las denominaciones cristianas, la temporada navideña en Belén dura dos meses.

La misa "grande" es en Santa Catalina, pero al lado está la gruta de la Natividad, donde nació Jesús, y allí celebran misa de medianoche los franciscanos de la Custodia con los cristianos locales. Luego se celebra generalmente una tercera misa de la noche en el Campo del Pastor, al que hasta hace dos años acudían muchos de los peregrinos que abarrotaban Belén durante el período navideño. Ahora no sólo no hay peregrinos, sino que el número de cristianos locales también está disminuyendo.

"Desde el comienzo de esta guerra, unas 90 familias cristianas han abandonado Belén", explica el franciscano Ibrahim Faltas, líder desde hace mucho tiempo de los católicos locales. "El que puede se marcha. Pero no está bien. Como dice el Papa Francisco, efectivamente existe el derecho a migrar, pero aún más el derecho a quedarse".

Sin peregrinos, todos los talleres de artesanos de la madera de olivo y del nácar situados a lo largo de la calle Gruta de la Leche, en el lado sur de la basílica, están cerrados. "Normalmente trabajan para nosotros unos 30 artesanos que fabrican belenes y estatuas de madera que vendemos durante todo el año, porque en Belén es Navidad todo el año para los peregrinos", dice Rony Tabash, propietario del establecimiento más antiguo y popular que Belén. Llevan 15 meses sin trabajar y sin ingresos.

Las tradiciones de Navidad en Belén

Se mantiene la tradición de reunirse los cristianos en la Plaza del Pesebre tras la Misa del Gallo, muy avanzada la madrugada, para intercambiar saludos y felicitaciones. Al día siguiente, como en otros países, los niños esperan ver regalos bajo el árbol, al despertar.

Luego hay una gran comida que puede durar horas, por lo general de pollo o cordero, arroz cocido con ajo y yogur. Los postres típicos navideños se elaboran con harina de sémola con avellanas, pistachos y dátiles, o galletas de jengibre, y ghreibeh, galletas de mantequilla rellenas de nueces.

Se bebe vino blanco local de Cremisan. A los amigos musulmanes, que no beben alcohol, se les ofrece zumo de frutas. Luego se visita a amigos o vecinos y se juega al bingo casero. A los ancianos se les suele regalar dinero, porque la vejez no cuenta con una buena seguridad social en el país.

Misa del Gallo en Belén con el cardenal Pizzaballa, traducción al español: