Tailandia tiene unos 70 millones de habitantes, y apenas unos 400.000 católicos. Casi todo el mundo es budista allí y el budismo permea toda su cultura.
Eso es un reto para los misioneros que tratan de presentar a Jesucristo, que salva con su gracia gratuita, y no con esforzadas virtudes en las que el hombre disciplinado se basta a sí mismo.
Así lo señala el sacerdote misionero burgalés José María Rodríguez Redondo, nacido en 1962, que comenzó su misión en Tailandia en 1995, pasó una breve estancia en la India y en España en labores de dirección y volvió de nuevo al país en 2013. Es sacerdote del Instituto Español de Misiones Extranjeras.
El tailandés es “un pueblo muy religioso, allí la religión es un valor, en contraposición con Europa y España, donde parece un antivalor", ha explicado el misionero a la prensa diocesana de Burgos. "En Tailandia la religión principal es el budismo y también muy influenciados por la religión primitiva, conocedores de que hay algo trascendente que supera lo material, lo que implica un gran respeto por la Naturaleza”.
Entre budistas y cristianos la relación es buena y armoniosa, se comparte el día a día con normalidad.
Pero explicar la propuesta cristiana es difícil porque el budista parte de un marco muy distinto.
"El budismo no habla de Dios, tampoco lo niega, pero pone toda su confianza en el hombre. Cada persona debe recorrer su camino y hacerlo de forma personal, para el budismo eso es vital, pero con sus propias fuerzas, no entienden el poder de la gracia, les cuesta mucho entender eso, el budista considera que debe salvarse a sí mismo y el cristiano sabe que no puede hacer nada sin Dios en su camino”, explica el sacerdote.
“Nosotros nos presentamos como sacerdotes de la comunidad en la que viven y eso es una plataforma importante, manteniendo actividades con niños y jóvenes, en los que trabajamos los valores, y también tenemos promoción de adultos, sobre todo en la mujer; son pequeños detalles que les hablan de que trabajamos por la dignidad de las personas, compromiso con las personas, que es la doctrina de Jesús. Y hay personas que se sienten llamadas a la conversión, lo que para nosotros es una alegría, presentarles a Jesús con sencillez”.
En su misión, el padre Rodríguez ve que se bautizan cada año dos o tres adultos. “Podemos decir que hacemos cristianos de forma artesanal. Pero la Iglesia en Tailandia no tiene complejo de inferioridad, hay mucha ilusión en el trabajo que nos queda por hacer”, explica.